Tomamos un avión, debo admitir que estuve temblando todo el trayecto, no recomiendo ver destino final, al bajar del avión veo una hermosa playa alzándose ante mi vista, puedo sentir la brisa fresca golpeando mi rostro, esta playa se parece un poco a la playa que había en california, me encantaba ir, aunque nunca entre el pánico que me daba cuando no podía nadar y me hundía era más grande.
Han pasado días en los que estamos aquí, aun no tengo el valor para ir a la playa, Kilian se fue hace rato a buscar no sé qué, me recargo en el respaldo del sillón, el sol está en su máximo punto, no hace mucho calor como debería, escucho el mar golpear las rocas, por el balcón me asomo, parece ser que está furioso, como si quisiera salir, pero esas rocas no se lo permiten.
Miro el cielo se ve de un azul tan clarito que puedo jurar que es el mar de arriba, una sonrisa aparece en mi rostro, desde que Kilian me saco de aquel internado me siento vacía a veces tengo la necesidad de salir corriendo, hemos estado al menos una semana aquí y cada que veo el mar es como si me llamara, no quiero ir…aun no.
—¿Cómo te has sentido?
—No me he sentido sola.
—Greta.
—Estoy bien.
—Te he notado más triste.
—Extraño a mis padres eso es todo.
—Podemos regresar.
Niego, como es todos los días Kilian niega, se levanta de la mesa decepcionado y se marcha dejándome sola por horas, vuelvo al balcón, el sol ya casi se oculta, paso saliva viendo como el mar se ve hermosamente tentador, un sueño…yo tenía uno, no, tenía muchos sueños.
¿Qué paso?
No lo sé, dicen que enferme, tal vez eran sueños tontos y prefirieron abandonarme.
¿Abandonarte?
Estoy sola.
Porque quieres, el estar sola y sentirse sola son dos cosas completamente diferentes, si te haces amigas de ambas seria como caer a un pozo tan profundo que ni siquiera dolería, lastimaría a los de afuera, realmente no quiero estar sola, solo quiero hablar con alguien de temas triviales, tener citas, reír solo porque tropecé, comer chatarra hasta vomitar, quiero ser maestra, quería serlo.
Ahora…ahora solo…quiero…ser capaz de vivir conmigo misma.
Me siento al borde del risco, llegan pequeñas gotas de mar golpeado, las lágrimas siguen resbalando por mis mejillas, el departamento ya no está, Kilian ya no está, mis padres no están, nadie lo está, estoy completamente sola en un risco, viendo como el mar golpea violentamente las rocas, no quiero morir o no sé, ni quiera sé quién soy.
—Las rosas blancas son mis favoritas.
Habla la pequeña con una enorme sonrisa dejando ver el hueco en el que iban sus dientes, su padre sonríe, toma la pala y empieza excavar la parte delantera de su casa, pasan toda la tarde excavando y enterrando tallos de rosas blancas, ambos hicieron una promesa con un poco de leche para reforzar la alianza, prometieron siempre tener esas rosas tan blancas que parecieran artificiales.
La madre de Greta observa los arbustos secos que yacen afuera de su casa, sin remordimiento empieza a excavar y sacar una tarea sencilla para alguien con mente ruidosa, ha pasado dos años desde que todo se fue a la mierda, su hija estuvo internada, se divorció, recibió críticas, estuvo mal mentalmente, recibir llamadas cada madrugada que tu hija se intentó suicidar era algo cansado.
Aunque el papá de Greta la abandono, Erik fue un mejor padre, estuvo y esta para ella o eso era hasta hace un mes cuando Erik tuvo un accidente automovilístico, lamentablemente no sobrevivió, le tenía cariño, con el compartió parte de su vida y saber que ya no estaba fue un golpe duro, su mayor miedo era decírselo a Greta, tenía miedo, para Greta Erik era su mayor tesoro.
Ella estaba rota, el saber que su padre estaba muerto la destruiría, no, la mataría, con un suspiro termino de arrancar las rosas, entro a su casa, tomo la maleta y fue a donde se encontraba su hija.
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Editado: 10.05.2025