Advertencia: este capítulo contiene narración muy específica de agresión física, puede ser ofensivo para algunos lectores.
Mi casa es pequeña lo suficientemente cómoda para mí, no tenía muchas cosas, solo lo indispensable para vivir.
Desde que tuve memoria, los insultos, malos tratos y desplantes hacia mi fueron constantes que amargaron el inocente corazón de una pequeña niña que solo deseaba ser abrazada y amada por su familia, una niña que quería sonreír y presumir de su familia perfecta y feliz. Pero terminaron creando a una persona adulta que lo único que quiere es terminar con el sufrimiento y las cargas que tiene sobre ella, que solo quiero acabar con su vida, solo quiero dejar de llorar, de sentirme mal, de no encontrarle sentido a nada.
Tan solo tenía 10 años cuando vi por primera vez la oscuridad a la que estaba presa para siempre, esa oscuridad que siempre estuvo conmigo y lamentablemente era lo único seguro para mí.
Nadia 10 años:
Mis primos, esos niños que tenían cabellos castaños y piel tostada ninguno se parecía al otro; de hecho, yo me parecía mucho más a mi tía que ellos dos, mi tío decía constantemente que no eran sus hijos, yo no entendía la razón.
Casi no hablaban conmigo, pero cuando lo hacían solo era para hacerme moretones o invitarme a jugar con ellos a juegos un poco raros, viví con ellos muy poco tiempo, tiempo que deseo eliminar de mi vida
-Tu mamá no va a pagar el rescate- son mayores que yo y no me gusta jugar con ellos, siempre terminaba con muchos moretones en el cuerpo que duelen un montón- y por eso le mandaremos una foto tuya con una cicatriz en tu rosto.
-No, ya no quiero jugar suéltame- intento soltarme sin éxito; era muy pequeña y delgada; mi primo mayor me golpea en la cara.
- ¡No, querías jugar pues ahora juegas! - esos recuerdos aún están demasiado presentes en mi cabeza
- ¡Niños! ¿¡qué hacen!? - grito mi tía que iba llegando, no sé porque salió, solo sabía que me había salvado de sus hijos- ¡no la toquen! - me quita las ataduras y la venda- pero que les pasa- me toma de la cara- es una niña ¿por qué la golpean? - empezó a revisar mi cuerpo, encontró todos mis moretones y me observo con compasión.
Ella también estaba llena de golpes y sus ojos no tenían ni un solo matiz de vida
-Mamá a ti te golpea papá, es normal que nosotros hagamos lo mismo- él tenía un año más que yo, tenía la misma mirada que mi tía, sin esperanza, apenas era un niño.
- ¡No! - me levanto de la silla- acaso no ves como tu madre sufre, no miras las lágrimas que caen por mis mejillas y los gritos de dolor- empezaron a caer lagrimas por sus golpeadas mejillas- no lo vuelvas a ser, está mal golpear a otros... entendiste.
-Si mamá perdón- bajaron sus cabezas y me echaron miradas de odio.
Mi tía es a la persona que más amo en este mundo siempre me cuida, es como mi mamá vivo en su casa desde hace unos meses, mis padres me dejaron con ella después de sacarme de esa casa horrible en la que antes vivía, solía verlos una vez al año, ellos tienen otros planes para su vida y yo no estaba en aquellos planes
-Mi niña, nunca dejes que nadie te toque; me entendiste- no era la primera vez que esos niños me golpeaban, aun así, jamás los acuse con ella
-Si tía- le sonreí, fue una promesa que jamás logre cumplir y eso me duele mucho.
Un aire pesado se esparció por la gran casa, algo en mí se puso alerta, me decía que algo malo iba a ocurrir.
-Ustedes dos a sus habitaciones- ambos niños como si tuvieran pies pesados, empezaron a caminar arrastrando los pies, sin empeño mientras susurraban algo.
La puerta se abrió bruscamente impactándose contra la pared, la silueta de ese hombre, que me atormentaba cada noche desde ese día apareció nuevamente en mis ojos, mi tío estaba completamente borracho, incluso más que anteriores veces, el olor a alcohol era muy fuerte sus ojos estaban inyectados de sangre y su mirada, esa miraba helada y perdida, fue atemorizante
- ¡Vete! - grito mi tía, empujándome, caí porque tropecé con mis pequeños pies, ni siquiera entendí la situación, paso todo tan rápido, aun así, lo recuerdo todo tan claro
Sali corriendo a la primera habitación que encontré; fue la de mi tía, lamentablemente en mi vida esa habitación se cruzó, recuerdo que había un canasto de ropa sucia y también una gran cajonera me escondí entre esos dos objetos, mi corazón palpitaba tan rápido que dolía, sentí como las ganas de llorar estaban a punto de ganarme mientras se escuchaban los gritos de mi tía y tío de fondo, un grito peor que el otro.
- ¡Maldita desgraciada! - él tenía a mi tía tomada del cabello mientras la sangre le empapa la cara él también estaba lleno de sangre, ese mismo hombre casi siempre la golpeaba, pero nunca hubo sangre, nunca. El la tiro sobre la cama y empezó a golpearla con los puños como si fuera un saco de box no podía quitar la mirada, era una escena espantosa pero solo que quede congelada mirando sin hacer nada
-Ya por favor- dijo apenas con fuerza mi tía, rogaba por su vida era tan doloroso.
- ¡Maldita! ¡hoy te mato! - tomo su cabello obligándola a bajar de la cama, mientras se quejaba de dolor, a continuación, mi tía me miro por última vez y no, su mirada ya no estaba vacía, esta vez estaba llena de miedo y angustia.
Ese hombre impacto su cabeza contra el frio cemento, frente a mí, una niña de 10 años.
La sangre salta de un lado a otro manchando el suelo la pared y toda la habitación
- ¡Amor!- dejo de golpear su cabeza la levanto y se pudo ver como todo su cara estaba magullada, ya hace unos minutos mi tía dejo de luchar o quejarse - ¡Amor! - dice de forma asustada- ¿estás bien?- la pone sobre su regazo- ¡No! ¡Tú no! ¡yo te amo! ¡no! - sus gritos encierran el lugar, yo no podía moverme, no paraba de llorar no puede hacer nada mire como ese hombre abraza a la mujer que más he querido en esta vida, mire como el mismo hombre que le arrebato la vida se aferra a un amor que jamás existió rogando por que no haya cometido el peor error de su vida, pareciendo un pobre ser inocente.