Diario Fraga

Fantasma

Se quedó allí, mirando a la nada varios minutos, su madre, preocupada, subió para asegurarse de que estaba bien, gritó asustada al ver a su hijo, completamente pálido, en la parte más alta de la escalera.

Agarró a su hijo y lo bajó en brazos a la cocina, donde su marido le dio un vaso de agua y le tomó la temperatura al pequeño, salieron lo más rápido que pudieron para llevar a Paul, que no reaccionaba, al centro médico más cercano, mientras se acercaban al coche vio a Dorotea en la puerta de la casa, despidiéndole con la mano.

El coche iba a gran velocidad y el sendero estaba completamente a oscuras, de la nada apareció una figura infantil delante del vehículo, Raymond dio un volantazo, sacando el coche del camino.

—¿Estáis todos bien? —preguntó preocupado el hombre.

—Sí, sí, ¿eso era un niño? —respondió su esposa.

—Eso parece, voy a ver si está bien. Vosotros, quedaros en el coche.

Salió de nuevo al camino, para no encontrar nada en él, grito un poco llamando al niño, pero este no apareció, volvió con su familia, entre él y su mujer, empujaron el coche de nuevo dentro del sendero y continuaron su ruta, ellos no lo veían, pero el niño si estaba allí, con ellos, mirando fijamente a Paul.

—Ella está atrapada aquí, tenéis que iros, fuera no podrá hacerte daño —el espectro desapareció.

Cuando llegaron al centro médico del pueblo les atendieron inmediatamente, era pequeño y solo tenía una consulta en la que un doctor con enormes gafas revisaba a los vecinos que tenían alguna dolencia.

—¿Qué le ha sucedido?

Louise le explicó todo lo que ella sabía, como lo había encontrado y como el niño no reaccionaba, tumbaron a Paul en la camilla y empezaron a buscar la causa de sus situación.

—Señores Lassarre, ¿puedo hablar con ustedes fuera?

Los adultos salieron de la habitación dejando a Amelie, muy preocupada, sentada al lado de la camilla en la que yacía inherte su hermano.

—Paul, ¿qué te ha pasado? —las lágrimas caían por sus mejillas ­—estamos muy asustados, ponte bien.

Al otro lado de la puerta, el doctor, hablaba con los padres de los chicos.

—¿El niño ha tenido alguna clase de delirio? ¿Ha visto alguna figura o algo extraño en la casa?

—No —respondió rápidamente Raymond.

—Sí —le contradijo su esposa —cuando llegamos, aseguraba que había subido a la azotea que lleva muchos años tapiada.

—Entiendo.

—¿Qué le pasa a mi hijo? —Louise estaba desesperada.

—No lo sé, esto solo lo he visto una vez, su tío, que en paz descanse, acudió aquí varias veces asegurando que veía al espectro de una mujer en su casa, poco antes de fallecer, unos criados, le trajeron en un estado similar al de su hijo —Louise tuvo que agarrarse a su marido para no caer al suelo —me temo que aquí no podemos hacer nada por el pequeño, pero puede que en la capital sí, es un viaje de muchas horas, pero puede que sea lo mejor para el muchacho.

—Entendemos, iremos a donde usted nos diga.

Amelie seguía llorando desconsoladamente, se dio cuenta de que su hermano no miraba a la nada, sino a algo que ella tenía detrás, al girarse no vio nada, pero al mirar a los ojos de su hermano, vio reflejada a una mujer, completamente vestida de negro que acercaba sus manos hacia ella, Amelie gritó lo más fuerte que pudo,  las lágrimas caían por el rostro de Paul que observaba la grotesca escena.

Al oír el alboroto, los adultos entraron a comprobar que pasaba, los padres de Paul rompieron en llanto al ver el pequeño cuerpo de Amelie tendido en el suelo, rodeado por un charco de sangre, exactamente igual que el niño del colegio de Paul.

—¿Qué ha pasado? ¿cómo es esto posible? —la mujer estaba tendida en el suelo, llorando mientras su marido interrogaba al doctor, con los ojos llenos de furia y tristeza —¿quién le ha hecho esto a mi hija?

—Fantasma —fue lo único que alcanzó a decir Paul, pero los adultos no le escucharon.




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