LESTER
— ¿Y no podías preguntarme primero? —mamá le reclama a papá pues él dijo que se irá a un viaje con sus amigos la próxima semana.
Papá tiene los ojos en la pantalla de la televisión, está mucho más interesado en el juego de basquetbol que en la discusión con ella. Yo estoy a su lado, como siempre lo hago cuando me pregunta si quiero ver el juego.
La verdad es que no me interesan los deportes pero sí quiero tener algo en común con él. Al menos durante una hora puedo estar cerca, aun si lo único que hace es golpearme el brazo para explicarme que está pasando y recordarme que si hubiera practicado más deporte de niño hubiera sido como ellos.
— ¡Andrés! —Mamá eleva la voz—. No voy a cancelar, tengo un compromiso ya y no voy a llevarte como tu chofer. Además ese fin de semana estoy ocupada, la boda de Katherine es en dos semanas y estoy ayudándole con todo.
Papá estira su mano al tazón con palomitas de maíz, toma muchas y las lleva a su boca. Mientras mastica él me dice: —Las mujeres no se callan nunca —se ríe de su propio comentario—. Por eso no te cases, Lester. Ten novias pero nunca esposa.
— ¡Andrés, no le digas eso! —ella se mueve a la cocina pero sigue gritando—. Lester es mejor que tú, cualquiera lo es.
Tania baja de su habitación, ella es mi hermana menor. Tiene quince años y aunque de niños nos llevábamos bien, ahora se encierra a solas y nunca tenemos más que conversaciones casuales.
Se sienta en el otro sofá con el teléfono en la mano y la vista sobre él. Papá le da una mirada y emite algo parecido a un gruñido. — ¿Por qué rayos estás vestida de esa forma?
Yo la miro pero no comprendo qué es lo malo que tiene su atuendo. Lleva unos pantalones cortos y una camiseta, es algo que usa cuando está en casa.
Ella arruga su frente y baja los ojos a su cuerpo. — ¿Me estás hablando a mí?
Papá continúa con sus ojos en el juego pero le responde: —Hay hombres en la casa, deberías cubrirte más.
Mis cejas se juntan, las de ella también. — ¿Hombres? —susurra.
Yo miro a papá confundido, ¿Cómo que hay hombres en la casa? Somos sus familiares, además no está vestida de una forma inapropiada. Es mi hermana, ¿Por qué debería cubrirse más cuando jamás la vería de ninguna forma incorrecta?
No es la primera vez que sucede, papá suele hacer muchos comentarios incomodos desde que ambos llegamos a la adolescencia. A veces papá le reclama que use ropa apretada, que se cubra los tirantes de su ropa interior o, cuando está molesta con él, habla sobre su periodo.
No sé si solo soy yo pero todos esos comentarios me incomodan aunque sé que no puedo decirle nada, él no cree que esté mal.
Ella se levanta mientras tira de su camiseta hacia abajo y se mueve lejos, de vuelta a su habitación. Yo aprieto mis labios sintiéndome muy disgustado con lo que acaba de ocurrir. Me gustaría poder corregir a mi padre pero es una persona complicada.
Cuando él aplaude por algo que sucede, yo le aviso que iré al baño. Ni siquiera me responde, solo le sube volumen a la televisión mientras voy escalones arriba.
— ¡Baja el volumen! —grita mamá.
— ¡Cállate y tráeme algo de comer! —papá responde.
—Si quieres comida párate y ve por ella, no soy tu empleada, ¡Eres un inútil! —es lo último que escucho antes de cerrar la puerta de mi habitación.
Voy a mi escritorio para tomar mis audífonos, mi teléfono y mi cuaderno. Me siento en el suelo, con la espalda en la puerta y doblo mis rodillas. Busco la canción que necesito ahora mismo, subo el volumen a la mitad y cierro los ojos.
“Trust” de Hillsong Young and Free.
Aprieto los ojos dejando que la letra me llene el corazón de todo lo que me hace falta. Creyendo que algún día todo esto será diferente, que algún día dejaré de sentirme tan solo.
Presiono mi frente contra mis rodillas y canto la canción moviendo los labios sin hacer ningún sonido. La he escuchado tantas veces que es natural para mí recordar toda la letra.
Un día, todo tendrá sentido.
Unas horas después estoy despertando de nuevo para ir a la escuela.
No puedo creer que a esto se reduzca la vida, o al menos, la mía. Hacer lo mismo una y otra vez, ser esta persona que pasa la mayor parte del tiempo en silencio que hablando. Que cada vez siente que no tiene nada.
Cuando salgo de mi casa ni siquiera veo hacia el frente, mantengo los ojos en el suelo, contando los pasos mientras escucho alguna canción repetida. Avanzo y avanzo, día a día, pero permanezco siempre en el mismo lugar.
Me coloco los audífonos y dejo que la música sea lo único que me acompañe en cada momento que puedo escucharla. Algunas personas como yo amamos las canciones con mucha intensidad, es como si un extraño en otro país te entendiera a la perfección y escribiera justamente lo que estás sintiendo.
Cuando llego a la escuela recuerdo que Douglas tiene su casillero cerca del mío y también recuerdo una cosa más, Angeline fue la chica que me ayudó con la bebida.
Al menos ellos no me han tratado como las otras personas, aunque realmente no hablamos. Ahora que lo pienso, tenemos que hacer la tarea y ni siquiera nos organizamos. La fecha de entrega será pronto, deberíamos hacer algo.
—Ratón —Seth se aparece, para mi mala suerte—. ¿No tenías esa camiseta ayer? ¿No te compran ropa tus papis?
Lo ignoro y abro mi casillero, estoy cansado de todo esto.
—Oye, oye —coloca su mano sobre mi hombro—. No me ignores, ¿sí? Solo quiero ser tú amigo.
No puedo verlo a los ojos pero sí volteo mi rostro a él. —Seth… solo, ya déjame.
Bufa. — ¿O si no, qué harás?
Nada. No haré nada porque no sé qué hacer. No hay mucho que pueda hacer.
El año pasado molestaban a un chico y fue a pedir ayuda al director. Lo siguiente que sucedió fue que llamaron a todos, a quienes lo molestaban y a él y lo hicieron que contara todas sus quejas frente a ellos. Eso solo empeoró la situación y después de las vacaciones, ya no regresó. Seguramente ya no quiso seguir con todo eso.
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Editado: 15.06.2023