Dias Soleados

Capítulo 8

DOUGLAS

Ni siquiera recordaba su existencia. Es una de esas chicas que se creen mejor que todos, la misma con la que estoy obligado a trabajar en la clase de Sociedad y Cultura.

Ella toca su cabello. —Mira, yo no estaba haciendo nada malo.

Ruedo los ojos. — ¿Sabes qué? Solo vete —estoy harto de lidiar con personas como ella.

Justo cuando iba de regreso a mi casa, Mary sale corriendo sosteniendo el oso favorito de Aiden. Y un segundo después sale Aiden en búsqueda de su más preciado amigo “El Señor Risas”

Regreso al jardín y tomo a Mary de la cintura evitando que siga con su escapada. —No otra vez, Mary.

Ella solo suelta risas, Aiden nos alcanza y estira sus manos pequeñas para rogar por su mejor amigo. —Dámelo —pide suplicante.

Se lo quito con cuidado a Mary y se lo entrego a mi hermano. —Ten —me inclino para estar a su altura y abrazo a Mary por detrás—. Pídele perdón a Aiden.

Ella se inclina hacia atrás dejando su cabeza en mi hombro. —Perdón Aiden —dice no tan sincera.

Aiden mueve sus ojos hacia la chica de la escuela y sonríe. —Miren, una niña.

Mary se aparta de mí y corre a la cerca. —Hola, ¿Quién eres?

—Ah… me llamo Angeline —contesta, moviendo sus ojos en mi dirección y de regreso a la de mis hermanos.

Yo voy con ellos para que regresen. —Vamos a comer chicos, vengan.

Mary no deja que la aparte. — ¿Eres amiga de mi hermano?

Aiden también está interesado en ella. — ¿Eres su amiga?

Ella no contesta.

—Chicos —tomo sus manos—. Vamos a comer, luego hacen tareas.

Logré apartarlos pero ella habla. —Espera —pide.

— ¡Ty! —grito para que él se encargue ahora—. Ven por ellos, no dejes que corran de esa forma se pueden lastimar.

Ty se asoma con una sonrisa de disculpa. —Lo siento, estaba lavando los platos y no puedo verlos desde ahí.

— ¡Douglas tiene una amiga! —avisa Mary.

Ty mueve sus ojos hacia Angeline y sonríe de lado. —Vaya, es bonita.

No le sigas alimentando el ego, Ty.

Ruedo los ojos. —Ya entren, ahora voy.

Ty siendo un chico de doce años, se acomoda el cabello dándole varias miradas a Angeline. Suspiro, claramente una chica de diecisiete no está interesada en alguien como él.

Me muevo hasta la reja y me recuesto, muy al estilo de los guardias en las cárceles. — ¿Qué?

Ella levanta un dedo. —Ah, mira… yo…

Exhalo. — ¿Qué? —pregunto desesperado.

Ella muerde su labio. —Yo vivo como por allá —señala en dirección a la izquierda—, pero no tan cerca y me creerás una tonta pero no estoy segura de cómo es que…

—No es mi problema —respondo antes de girarme una vez más.

— ¡Oye! —reclama—. Escucha, solo quiero saber cómo se llega a mi casa, yo soy muy mala con las direcciones y aunque sé que estamos cerca.

— ¿Esa es tu excusa? —Resoplo—. ¿Qué no sabes llegar a tu casa y te perdiste?

Rueda los ojos. —Bien —baja la mirada—. Ya me voy.

—Adiós —digo esperando a que se mueva.

Muerde su labio cuando ve la calle que tiene que caminar. No me importa si no vive cerca, sé que esos idiotas junto con ella solo estaban aquí para causarme molestias. Sé que las personas en esa escuela creen cosas de mí y no me importa, no es como si quiero ser su amigo.

Me mira unos segundos y niega, pero finalmente camina hacia adelante y se va. Ty se aparece dos segundos después y se coloca a mi lado, está cada día más alto pero aún le saco una cabeza de ventaja. — ¿Quién era ella? ¿Es tu amiga?

Le doy una mirada. —No, no es mi amiga —señalo adentro de la casa—. Vamos, tenemos que comer y luego haces tareas.

Él se queja, como siempre, a pesar que esta ya es nuestra rutina. Entramos, los gemelos están ocupados ahora viendo algo en la tableta. Algún programa para niños de cinco años, de esos que mamá sí aprueba.

Mi teléfono suena, es mamá.

— ¿Hola? —Contesto, sentándome en el sofá—. ¿Cómo va todo?

—Ya vamos de regreso —afirma con un tono alegre—. ¿Ya comieron?

—Ahora vamos a comer —respondo—. ¿Las esperamos o compraran algo?

—No, empiecen —dice—. Solo vamos a pasar por algunos postres, ¿Te llevo de vainilla, verdad?

Sonrío. —Sí, por favor.

Los gemelos empiezan a gritar sabores para que mamá compré algún pastel que ellos quieren, Ty mueve sus labios para avisar que él quiere de zanahoria. Yo estiro el brazo con el teléfono al aire para que escuche todas sus peticiones y sonrío.

No, no necesito nada más que esto.




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