LESTER:
Mi hermana se va a la escuela antes que yo, sale sin despedirse.
No pasó nada de tiempo para escuchar como mis padres bajan las escaleras discutiendo entre ellos. Yo me termino lo último de mi jugo de naranja y me muevo al fregadero para lavar el vaso lo más rápido posible.
— ¿Sabes cuánto cuesta eso? —mamá reclama—. No puedes solo decidir algo así.
Papá contesta, elevando la voz. —Pues yo soy el hombre de la casa y yo decido que hacer, aquí el que manda soy yo.
Termino de lavar el vaso, me apresuro a secarlo y guardarlo en su lugar. Estoy listo para irme, lamentablemente tengo que ir a la sala donde ellos están discutiendo.
Respiro profundo y voy ahí esperando no llamar mucho la atención.
— ¿Por qué no mejor te vas si tanto te gusta pasar tiempo con tus amigos? —mamá reclama—. Ve y gasta tu dinero pero no nos fastidies la vida.
— ¡No podrían vivir un día sin mí! —responde.
Yo me muevo, caminando sin verlos y tomando mi mochila. No sé si debería despedirme o fingir que no existo. Finalmente decido qué hacer. —Um, nos vemos.
Es un murmuro y ninguno de ellos me voltea a ver, siguen enfrascados en su discusión. Yo salgo, dejando toda la presión adentro de la casa.
Me acomodo la mochila y camino a un ritmo lento, tomándome mi tiempo para llegar a la escuela, otro lugar donde casi nunca tengo paz.
Busco entre mis cosas mis auriculares, los saco y los conecto a mi teléfono. Dejo que la lista de reproducción que hice hace algunos días atrás se escuche.
Ya pasé por la casa de Douglas, me hizo recordar todo lo que sucedió ayer.
Es extraño para mí convivir con alguien más y ayer yo tuve una probada de lo que es ser un “adolescente normal” junto con Douglas y Angeline. Sé que no se repetirá y sé que no hay posibilidad en todo el universo que personas como ellos sean mis amigos pero fue agradable, al menos hasta el momento antes que Angeline recibiera esa llamada.
Llego a la escuela y automáticamente bajo el rostro. Subo el volumen de la música para evitar escuchar algún nombre tonto que me llamen. Solo tengo que ignorarlos por unas horas, luego estaré de vuelta en casa y estaré a salvo.
Antes de ir a mi casillero, decidí pasar al baño. En el camino guardo los auriculares sin enrollarlos. Escojo ir a los del fondo de la escuela así no hay nadie por ahí. Al llegar, entro y cuando me dirigía a un cubículo, sale alguien de ahí.
Mi estómago se siente tan vacío cuando noto que es Seth.
Muevo mis ojos al suelo y trato de pasar a un lado de él pero estira su pierna y me hace tropezar. Él ríe mientras se mueve al lavamanos, toma un poco de jabón.
—Ey —me llama—. ¿No vas a pedirme perdón? Te tropezaste conmigo.
Creo que es mejor si salgo de aquí, de todas formas solo quería hacer pis y puedo aguantarme. Me giro sin decirle nada pero él estira su mano mojada y me toma de la manga de mi camiseta.
— ¿A dónde vas? Te estoy hablando —me reta, tira de mí y me muevo torpemente hacia atrás—. Ratón, ¿te comió la lengua el gato?
He aprendido a mantenerlos controlados, si no contesto solo se aburren de molestarme. Si no los miro a los ojos no se sentirán retados. Solo tengo que dejar que este momento pase y Seth me dejará en paz.
Seth saca más jabón en sus manos y lo deja caer al suelo sin motivo aparente.
—Ven aquí —me mueve y coloca sus manos sobre mis hombros, me hace colisionarme contra el muro del fondo.
— ¿Qué haces? —Pregunto al sentir su fuerza—. Solo déjame.
Sé que soy más alto que Seth, tan solo unos centímetros pero él es dos veces más fuerte que yo. Mi altura no sirve para nada en estas situaciones.
Seth niega, inclina su rostro y examina el mío. —Eres realmente feo.
Muerdo mi labio, desearía estar escuchando aun mi música. Él me presiona con toda su fuerza y los hombros están comenzando a dolerme pero hago lo mejor para no demostrarlo.
—Verte me fastidia —suelta—. No vine por un día, ¿me extrañaste?
Intento zafarme, me sostiene clavando sus dedos en mi piel. —Déjame.
—No —ríe, no entiendo como esto le puede dar satisfacción—. Ponte de rodillas y pídeme que te deje salir.
No lo haré.
—Ratón —habla lento—. Dobla tus rodillas y ruégame que te deje libre, ahora.
Ese apodo de “Ratón” es tan tonto y él se escucha ridículo diciendo pero, claro, no voy a decirle nada de eso.
—No —intento empujarlo pero Seth es de esos que levantan pesas y están en equipos deportivos, no tengo oportunidad contra él—. ¡Suéltame!
Bufa. — ¿Vas a llorar?
Sigo forcejeando con él, me agito tanto que he comenzado a sudar mientras él solo se ríe. Mi estómago ha comenzado a dolerme y mis ojos están ardiendo pero no voy a humillarme más, tengo que irme de aquí.
— ¡Déjame! —finalmente reúno toda la fuerza que tengo y lo empujo con fuerza, lo suficiente para lograr que se separa unos centímetros de mí.
Tomo la oportunidad y me muevo rápidamente a la puerta para salir pero él me toma de la correa de la mochila, tira de mí hacia atrás y caigo hacia el suelo.
Seth me da un vistazo de desprecio. —Eres una basura, ahí perteneces. —Me empuja con su mano hasta que mi espalda queda contra el suelo.
¿Por qué me hace esto? Yo no le he hecho nada.
Seth sale del baño y yo sigo aquí, acostado en medio del baño con el cuerpo adolorido y las ganas de salir corriendo para nunca más volver. Me muevo lento, me sostengo del lavamanos para levantarme y me veo al espejo.
Cierro los ojos y hago una oración silenciosa. Le pido a Dios que me ayude, que lo necesito más que nunca ahora. Que ya no puedo con esto. Que por favor cambie todo.
Me acomodo la camisa, el cabello y me lavo las manos. Ya ni siquiera quiero entrar al baño, solo quiero que este día acabe.
Salgo, volteando a todos lados, asegurándome que Seth y sus amigos no estén cerca para continuar molestándome.
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Editado: 15.06.2023