Dias Soleados

Capítulo 23

DOUGLAS:

—Douglas —Lester me habla—. ¿Puedo hacerte unas preguntas?

Hemos dejado a Angeline en su casa y ahora solo vamos él y yo. No sé porque ofrecí que llegaran a mi casa mañana, es solo que, algo dentro de mí se sintió como si debería hacerlo.

Realmente detesto pasar tiempo con personas fuera de mi familia, y debería odiar estar cerca de este par pero no es así. Angeline me parecía una chica sin cerebro antes de esta semana, ahora solo creo que algo pasa dentro de ella y no lo sé, yo no me siento bien empujándola lejos.

Y Lester, quien ahora está conduciendo el auto que me regalaron mis padres a los quince años. Este chico no es desagradable, es todo lo contrario y realmente me frustra que idiotas como Seth o Clay lo molesten. ¿Por qué hacen eso? Bueno, lo sé. Ellos mismos deben tener problemas consigo mismos y se desahogan con los demás.

— ¿Qué pasa? —tomo el cinturón de seguridad y juego con él.

Aclara su garganta. — ¿Por qué en la escuela eres diferente?

Sé a lo que se refiere. —Porque así soy yo.

—Pero eres amable —señala—. Hoy me ayudaste a mí y a Angeline, tu… bueno, tú mismo has dicho que no somos amigos y pues, no… no estás obligado a comportarte de esa forma.

Cierro los ojos, no quiero hablar de esto. —No es la gran cosa.

Él ríe un poco. —Lo es —admite—. Tú… ¿Realmente fuiste a hablar con Seth? Yo…

—Lester —abro los ojos de nuevo y veo e perfil de su rostro—. Te diré algo, solo detesto que las personas tomen ventajas de los demás. Odio que tipos como Jonah vayan y vean a Angeline o cualquier otra chica como algo que pueden poseer, odio que Seth crea que puede molestarte solo porque no eres de los que le rompería la nariz —muevo mi mirada fuera de la ventana del frente—. Es lo que hago, lo que todos deberíamos.

Lester se detiene en un alto. — ¿Lo ves? Eres amable y pues… buena persona.

Ruedo los ojos. —No soy buena persona, solo hago lo que puedo.

Lester se detiene a unos metros de mi casa, es un punto que parece estar justo en medio de nuestras casas. Me sorprende que Angeline, Lester y yo vivíamos cerca. Si fuéramos amigos, sería algo muy conveniente, podríamos pasar mucho tiempo juntos.

Pero no lo somos.

Gira para verme y niega. —De verdad lo eres, Douglas. Gracias por ayudarme.

Me encojo de hombros mientras una corriente se mueve en mi interior, es eléctrica. Bueno, así lo siento. —No agradezcas.

Él sonríe y toma el cuello de la sudadera. —La lavaré y te la daré mañana.

—Está ben —contesto a pesar que pienso en cómo no me molestaría si no la lava, pero eso no lo digo, obviamente.

—Um, bueno, ahora… te iré a dejar a tu casa —enciende el motor de nuevo—. ¿De verdad podemos vernos mañana?

—Sí —respondo, evitando verlo.

Lester se mueve lento, llega a la calle frente a mi casa y se estaciona con cuidado. Veo que aún es temprano, normalmente los viernes me siento con mi abuela a ver un programa de concursos pero no empieza hasta en dos horas y media.

Entonces digo algo muy estúpido: — ¿Quieres pasar?

Me arrepiento al instante. Lester no es mi amigo, él no debería pasar más tiempo aquí que el necesario y yo no debería hablarle si no es de la escuela.

Pero Lester me da una sonrisa. —Sí.

Y a mí no debería agradarme la idea que él haya aceptado.

Rasco por detrás de mi oreja. —Bien —señalo mi casa—. Vamos entonces.

Me inclino hacia atrás para tomar mi mochila y ambos salimos del auto. Sé que mis hermanos volverán a emocionarse cuando entre con Lester, no dejan de hacer preguntas de las dos personas que han llegado a mi casa en estos días. Se comportan como si fuera algo totalmente extraño, como si hubiera descubierto un fósil o peor, como si estuviera entrando a la casa con un dinosaurio.

Abro la puerta de mi casa y ahí está Ty, acostado en el sofá con el teléfono en la mano. Levanta sus ojos y junta sus cejas rápidamente cuando nota a Lester.

—Ah, hola —lo señala—. ¿Otra vez traes personas?

Ruedo los ojos. —No molestes.

Él se reincorpora. — ¿Te llamas Lester, no? —sonríe—. ¿Eres el nuevo amigo de mi hermano? ¿Qué tan amigos son?

—Ty… —advierto a que deje de hablar.

Y en ese momento, dos personitas entran desde la parte de atrás, corriendo. Ambos se detienen con los ojos abiertos cuando ven a Lester, Marie se acerca rápido y aunque me abraza las piernas, mira en su dirección.

—Hola —saluda—. ¿Cómo estás?

Lester se inclina para verla a su altura. —Hola Marie, estoy bien, ¿Cómo estás tú?

Aiden se acerca también. —Hola, soy Aiden, ¿Te acuerdas de mí?

Lester asiente. —Me acuerdo de ti.

Lester tiene una sonrisa en su rostro y les habla sin agudizar el tono de su voz, eso me hace deducir que quizás él es de esas personas que son naturalmente buenas con los niños.

— ¿Quieres jugar con nosotros? —Pregunta Marie—. Estamos en una misión en la jungla, vamos a cazar tiburones.

Yo junto mis cejas. Jungla y tiburones no encajan, pero no la corrijo. —Marie, nosotros…

Aiden toma la mano de Lester. —Por favor, vamos, Ty no quiere.

Le doy una mirada a Ty y él me sonríe inocentemente. —Estoy ocupado.

Ocupado con el internet.

—Um, bueno… —Lester no necesito decir más para que Aiden y Marie tomaran sus manos y lo llevaran hasta la parte de atrás.

En esta casa hay un pequeño jardín al frente y uno atrás, es algo bueno para mis hermanos que les encanta ensuciarse y jugar entre las plantas que hay aquí. Es algo muy malo para el resto de nosotros, que tenemos que lavar su ropa sin parar.

—Bien, escucha —Marie suelta la mano de Lester—. El señor tiburón se ha llevado al bebé de la familia del león y ahora lo estamos buscando.

Aiden señala a una esquina. — ¡Lo veo, Marie! ¡Ahí está!




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