Dias Soleados

Capítulo 24

LESTER:

Douglas y yo hemos estando jugando una hora ajedrez.

He evitado ver mi teléfono para no saber que hora es. La verdad es que me la he pasado bien este día, ha sido tan entretenido y a pesar de todos los problemas que ocurrieron con Angeline y ese chico Jonah, fue un buen día. Me agradan ellos dos, Angeline y Douglas.

Ojala pudiéramos ser amigos.

Aunque me pregunto si existe una posibilidad mientras estoy aquí con Douglas, viéndolo cruzar sus piernas y concentrarse en la siguiente movida. Si Douglas y Angeline fueran mis amigos, ¿encajaríamos? Creo que somos diferentes, en muchos sentidos.

Además, no sé cómo reaccionarían si supieran más sobre mi vida, sobre mi familia y sobre todo lo que yo soy y nadie más conoce.

Douglas hace un último movimiento y el juego ha acabado, me ha ganado.

—Felicidades —doblo una rodilla hacia arriba y coloco mi brazo sobre esta—. Um, ahora… eh, ¿Puedo preguntar una cosa más?

Douglas sonríe de lado. —Haces más preguntas que Angeline.

Resoplo. —Bueno, ¿Puedo? —asiente—. Douglas… eh, ¿somos amigos? —me siento tan tonto al hacer esa pregunta.

Él me mira con la misma expresión que usa en la escuela, indescifrable y cerrada. — ¿Amigos?

Parpadeo varias veces. —No, olvídalo —rio nervioso, me rasco el cuello—. Eh, em, yo…

— ¿Quieres que seamos amigos? —pregunta, viéndome a los ojos.

La verdad si quiero, él es buena persona y me ha gustado pasar tiempo con él. —Yo sí quiero.

Douglas presiona sus labios, parece que está intentando no decir lo que sea que pasa por su mente. —Mira, yo no soy lo que sea que piensas —afirma—. No seré un buen amigo.

Sacudo mi cabeza, eso es difícil de imaginar. —Pero me agradas y me… tú eres diferente a todos en la escuela —bajo la voz—. Tú no me molestas y podrías hacerlo pero no lo haces.

—No soy un idiota que va fastidiando  las personas —suelta, viendo hacia la ventana—. Y mucho menos a ti, no eres malo.

Douglas tiene esta personalidad fuerte y segura, imponente y llena de confianza pero también, por unos instantes puedo notar como también es amable y noble.

—Pero digo que podrías hacerlo —miro hacia el techo—. Como ahora, podrías intentar molestarme como los demás.

Él mueve todo lo del juego a un lado y se desliza sobre el piso para quedar más cerca de mí. —Tienes que aprender a defenderte de ellos, Lester. No deberían molestarte.

—No me gusta eso, no quiero causar problemas —afirmo.

—A mí me encantan los problemas —suelta, con sarcasmo—. No se trata de violencia, se trata de poner límites.

Lo señalo. — ¿Ves? Eres una buena persona.

Rueda sus ojos. —Deja de llamarme así.

Pero lo es. —La escuela pronto acabará, ya no los veré y nada, solo tengo que aguantar un poco más.

—Lester —dobla sus rodillas—. No puedes dejar que las personas te pasen encima, mereces que te traten con respeto.

—Lo sé —parpadeo varias veces—. Pero yo no soy como tú, las personas no me tienen miedo, yo… solo soy así.

Débil.

Él suspira. —No eres como yo, no tienes que ser como yo —afirma—. ¿Tú escuchas a Local Sound, no?

Asiento. —Sí.

—Bien, ¿Conoces la canción “On My Side”? —me pregunta.

Intento recordarla, escucho a ese grupo pero no conozco cada canción. Niego con mi cabeza. —Creo que no.

—Búscala —pide—. Marca tus límites, Lester. Hazlo y verás que todo saldrá bien, no estás solo.

No puedo evitarlo, solo sonrío. —Gracias.

Douglas me mira a os ojos y yo sostengo su mirada. No sé qué se supone que haga ahora o qué le diga, pero por alguna razón, esto es suficiente. Pareciera de tal forma que no necesitáramos hablar, simplemente estar en este momento.

No me gusta que me miren a los ojos, siempre bajo la mirada luego de un par de segundos, pero ahora mismo no lo hago. Sigo observándolo y él a mí, el silencio me permite escuchar su respiración y la mía.

No sé porque me estoy fijando en como las pestañas inferiores se le curvan o el reflejo en su pupila de la luz exterior que se cuela por la ventana.

Alguien llama a la puerta de su habitación, un segundo después la puerta se abre y ahí está su mamá.

Nos mira con un poco de sorpresa, luego mira el juego de mesa y sonríe. —Vaya, no sabía que tenías un amigo aquí, los gemelos me dijeron que estaban jugando con alguien pero tenía que comprobarlo.

Douglas se levanta. —Ah, sí, es Lester… de la otra vez.

Yo también me levanto. —Buenas tardes.

Ella me sonríe. Tiene el mismo cabello oscuro que Douglas, su piel es un poco más bronceada y es unos veinte centímetros más baja que él. —Hola Lester, es asombroso que estés aquí de nuevo —ella mira a su hijo—. ¿Dónde está Angeline? ¿No vino hoy?

—No, está en su casa —responde.

—Oh bueno, me gustaría preguntarle qué tal siguió todo —me mira de nuevo—. ¿Te quedas a comer?

—Ya comimos —Douglas contesta inmediatamente.

Hace un gesto triste. —Ah, está bien, los dejo entonces. Si necesitan algo estoy abajo con los chicos.

Ella se va de nuevo y Douglas empuja la puerta.

Su familia es dulce, todos son personas tranquilas y amables. Recuerdo como en la escuela suelen decir que su mamá es drogadicta y su papá ha estado en la cárcel, incluso alguien ha dicho cosas como que su casa está en un terreno abandonado.

¿Cómo pueden decir todas esas cosas?

—Um, bueno… supongo que debería irme —digo, a pesar que preferiría quedarme un rato más pero si llego tarde, mis padres podrían regañarme.

Me mira y asiente lentamente. —Sí, claro.

Antes de moverme, le pregunto: — ¿Me das tu número? Está bien si no quieres, solo… bueno, no sé si…

—Sí —responde sin pensarlo—. Dame tu teléfono, lo escribiré.

Se lo doy y él mueve sus dedos, me lo devuelve. —Gracias.




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