DOUGLAS
Otro días más y sigo cerca de estas dos personas.
Sé que terminará mal, para ellos o para mí pero será trágico. No deberíamos seguir conviviendo, no deberíamos seguir conociendo cosas sobre nosotros como que a Angeline le gusta tomar el café frio con tres cucharadas de azúcar o que Lester escucha sonido de lluvia para dormir pues le cuesta trabajo.
He intentado no mostrarles nada sobre mí, mantener mi distancia pero es difícil hacerlo cuando realmente muestran interés por ti.
Sé que lo que sea que está pasando ahora es el resultado colateral de una serie de errores y desastres.
Y el hecho que Lester sea amable con mi familia, que Angeline se muestre interesada a las historias de mi abuela, que ambos jueguen con los gemelos solo me hace pensar que no es tan malo como quisiera que fuera.
Veo la fecha en mi teléfono y me doy cuenta que mañana se cumple un mes y una semana desde que comenzamos a hablar. Ese hecho me revuelve el estómago, me hace querer ignorarlos y jamás volverles a hablar pero no puedo.
De verdad, no puedo.
Angeline es fastidiosa pero no me importa tenerla cerca, además ha pasado por varias cosas muy feas y aún tiene que lidiar con las estupideces de sus antiguos amigos aunque ha disminuido un poco. Mamá sigue hablando con ella cada vez que puede, pero Angeline no les ha contado nada a sus padres y aun no puede recibir la atención profesional que necesita.
Mamá me ha hecho preguntas, de ambos. Me pregunta como es que de pronto tengo amigos y yo le respondo que no lo son, que simplemente son personas de la escuela y ya. Papá me felicita por tener dos amigos muy educados y responsables, yo insisto que no lo son.
Y sé que estoy en problemas cuando salgo de mi casa esperando encontrarme con Angeline y con Lester, para que vayamos a comer de nuevo. Como si realmente fuéramos amigos. Como si fuéramos personales normales que hacen este tipo de cosas todo el tiempo.
—Yo conduzco hoy —Angeline afirma.
Entorno mis ojos. — ¿Quieres matarnos?
Lester sonríe, se coloca a mi lado. — ¿Por qué no conduces tú? De todas formas eres quien tiene licencia y yo he estado llevándonos ilegalmente.
Niego. —No me gusta, ya se los dije.
—Pero, ¿Por qué? —Angeline pregunta, tocándose la coleta de lado.
Suspiro y aquí voy de nuevo, hablando más cosas sobre mi vida. —Porque el año pasado casi tuve un accidente y no sé, no estoy listo para conducir otra vez.
—Pero inténtalo —Angeline pide—. Vamos, solo son diez minutos y estaremos bien, no nos pasará nada.
No les conté la historia completa. —Si mueres Angeline, no podrás ir al baile de otoño —la molesto.
Ella arruga la frente. —Que igual no iré —rueda los ojos—. No vamos a morir, lo peor que puede pasar es que te estrelles contra algo y ya, solo conduce lento.
Resoplo. —Vaya, eso es optimista y aterrador.
Lester coloca su mano sobre mi hombro. —Lo harás bien, eres bueno en todo lo que haces.
—Menos en conseguirse una cita —Angeline apunta.
Estiro mi mano y le quito el pasador de su cabello, algo que también he notado, odia que yo haga. —Me lo quedo —sonrío.
Estira su mano pero no me alcanza cuando subo el brazo. — ¡Eres tan inmaduro!
—Y guapo —agrego, molestándola—. Agrégalo a tu lista.
Lester suelta una carcajada. —Mejor vámonos, pero enserio Douglas, conduce tú.
Bajo la mano y veo el pasador metálico con brillantina rosa. —Otro que quiere morir.
Angeline me quita su pasador. —No vamos a morir —toma mi manga larga y tira de ella—. Además eso hacen los amigos, morir juntos.
Ruedo los ojos. —Sí, claro.
Lester me toma la mano y eso me sorprende un segundo, pero solo lo hizo para entregarme las llaves del auto. —Comprendo que te acuerdes de tu casi accidente pero estoy seguro que puedes hacerlo, confío en ti.
¿Por qué confía en mii? No nos conocemos realmente, ¿o sí? ¿En cuánto tiempo conoces a una persona?
—Está bien —suspiro, bajo el rostro mientras me dirijo al asiento del piloto.
Angeline entra a la parte de atrás y Lester a mi lado. Me siento raro estando aquí, tengo que ajustar el asiento, los espejos y relajar mis hombros. Sé cómo hacerlo, papá me enseñó lo más básico a los trece y poco a poco me iba dejando conducir distancias cortas, luego saqué mi permiso y era un buen conductor hasta esa vez.
Trueno mis nudillos, trago saliva e ignoro la presión en mi pecho. Lester me da una palmada en el brazo. —Lo harás bien, Douglas.
También ignoro esa sensación en mi estómago.
—Bien —aclaro mi garganta, recuperando mi aspecto relajado—. Abróchense el cinturón.
Enciendo el motor y mi corazón pega un salto, bajo el vidrio para sentir el viento y respirar mejor. Me recuerdo que estoy bien, que no pasará nada. Tengo que confiar que estaré bien, no importa cuánto me asuste todo esto.
Retrocedo un poco para salir del espacio donde está estacionado el auto, giro un poco el volante y presiono el acelerador con mucho cuidado. Lentamente me muevo, sintiendo electricidad en mis brazos.
Esto es irreal, estoy conduciendo de nuevo.
Sonrío, aunque quisiera no hacerlo, lo hago. Estoy conduciendo y no ha pasado nada malo, estoy moviéndome sin ningún problema. Me concentro en el camino, en los cruces y en cada detalle. Lamo mis labios varias veces y sostengo con fuerza el volante, aun sintiendo un poco de miedo pero mientras más avanzo, más fácil se vuelve todo esto.
Casi suelto una carcajada de felicidad cuando llego al estacionamiento de la plaza.
Es increíble que lo logré, mis padres estarán muy felices. Ellos saben que no lo he hecho en mucho tiempo, me han dado mi espacio pero han mantenido el auto ahí en caso yo decidiera un día conducirlo de nuevo.
Y no creo haberlo logrado antes sino hubiera sido por Lester y Angeline.
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Editado: 15.06.2023