ANGELINE
— ¿Qué haremos para el nuevo proyecto? —Les pregunto, sentados de nuevo en esa vieja aula que ahora es una bodega.
Venimos aquí en ocasiones, a veces vamos a la parte de atrás de la escuela o a veces solo caminamos por los pasillos. No entiendo porque hacer cosas tan aburridas con Lester y Douglas se siente muy entretenido. Con ellos no voy de compras, no he pisado una fiesta en semanas y no hacemos nada que se sienten levemente prohibidas, pero aun así, me divierto mucho.
—Es sobre un problema que afecte a la juventud pero que no sea sobre drogas o alcohol —repite Lester las palabras del profesor—. Um, no sé, ¿Alguna idea?
Douglas se mira muy pensativo desde la clase de Sociedad y Cultura. Es como si tuviera una idea pero no está seguro si quiere proponerla.
Yo sugiero: —No sé, hace unos días vi sobre como los filtros en las aplicaciones están afectándonos la imagen corporal, ¿Qué piensan?
—Creo que ese tema ya lo tomaron —Lester afirma.
Permanecemos en silencio varios segundos y luego Douglas suelta: —Pornografía.
Ambos nos giramos. — ¿Qué?
Asiente viendo hacia el suelo. —La pornografía es muy dañina —expresa—. No solo por razones morales de si puedes o no ver eso pero, ¿Sabían que muchos videos de pornografía son realizados con personas que han sido secuestradas y se encuentran en las redes de tráfico de personas?
Mis ojos se abren. —Espera, ¿Qué? ¿De verdad?
Yo pensaba que esas “películas” eran como las normales, con actores pagados y que querían formar parte de eso.
Él mueve sus manos. —Sí, hay muchas personas que han salido de esas redes donde explican como las explotan para que actúen en videos pornográficos, y no solo de los normales, también… bueno, de los que son ilegales. Están en contra de su voluntad fingiendo que están disfrutando realizar todo eso.
—Vaya —susurra Lester—, ¿Pero no están en sitios prohibidos? Ya sabes, están esos que pocas personas tienen acceso.
Mueve su cabeza de un lado hacia el otro. —No, en realidad no —suspira—, en algunos de esos sitios hay secciones de paga y ahí es como contenido exclusivo, se han vendido videos que involucran a menores de edad siendo abusados.
Abro un poco mi boca.
Él continúa explicando: —Y también, hay muchos casos sobre mujeres desaparecidas que han sido encontradas gracias a videos en esas páginas —afirma—. Es decir que las secuestran y luego las usan para eso, sus secuestradores —se inclina hacia adelante—. No solo eso, también están todos esos videos donde una persona no sabía que estaba siendo grabada y aparece ahí, sin tener idea que miles han observado su cuerpo sin su consentimiento.
Abrazo mi cuerpo con mis brazos. Si Ronald me hubiera grabado cuando era niña, ¿hubiera terminado mi rostro en uno de esos lugares?
—Vi sobre una chica que era una actriz, estaba por su voluntad pero en cierto punto se sintió incomoda y se negó a realizar una escena, la llamaron “difícil” y que si quería lograrlo en esa industria, tendría que estar dispuesta a todo —hace una mueca—, y hay casos muy fuertes… es horrible pero muchos actores y actrices que se han salido de todo eso se sienten frustrados porque saben que los consumidores de ese contenido no tienen idea de lo que sucede detrás de cámaras.
Lester niega, con un gesto de indignación. —No sabía nada de eso, creo que no muchos lo saben —suspira—. Al menos no tantas personas como deberían.
Douglas se pasa los dedos por el cabello. —Quizás si las personas supieran que lo que están viendo puede tener un contexto muy oscuro pensarían dos veces antes de abrir un video de esos —hace una mueca—. Pero la pornografía tiene efectos similares a cualquier otra droga, te crea la sensación de satisfacción y te hace querer más y más, eventualmente las personas se ven enredadas en todo eso.
Estoy admirada que Douglas sepa tanto, pareciera que ha investigado detalladamente sobre esto. —Sí, yo he visto que lo toman como broma, ¿no? A veces hasta se burlan de los chicos si no miran eso.
Sé que Seth ha hecho comentarios así.
—Y así pueden iniciar con la adicción, ¿no? —Lester exhala.
Douglas levanta un hombro. —La realidad es, no solo hombres pueden caer en esa adicción, también las mujeres —afirma—. Las adicciones no tienen preferencia de nada, de religión, de país, de estatus económico, cualquiera puede enredarse en algo así.
Hace una pausa y luego continúa: —Y se ha seguido el pensamiento erróneo que las mujeres no miran pornografía, eso solo agranda la vergüenza que puedan sentir para pedir ayuda —se encoje de hombros—. De todas formas esa industria empezó como un pensamiento machista, usar el cuerpo de la mujer para satisfacer el deseo de los hombres pero eso no limitó a las mujeres y a nadie, cualquiera puede necesitar ayuda de algo como eso pero al final, ¿Qué es más común? Las drogas o decir que eres adicto al porno, lo segundo suena tonto.
—Vaya, sabes mucho de eso —le digo, genuinamente impresionada—. Es como si ya hubiera estudiado el tema, hasta creo que podría escucharte hablar de esto por horas.
—Sí —contesta, rascando su cuello—. No solo eso, otros temas también. Me interesa mucho todo lo que las personas no hablan, lo que el mundo prefiere callar por prejuicios o tabús, eso no debería ser así.
Lester inclina el rostro. —Ahora estoy intrigado, ¿Cómo qué más? ¿Qué otros temas?
Baja la mirada. —Um, bueno… sobre todo un poco —se mueve en su asiento—. Sobre la moda desechable, el negocio de productos ilegales para blanqueamiento de piel, casos que se han utilizado como cortinas de humo en algunos países, enfermedades poco conocidas, muchos temas.
Hasta ahora pensaba que Douglas era un chico de pocas palabras pero, quizás, solo teníamos que escucharlo hablar sobre temas que a él le interesan. Quizás por eso piensa que hablar de películas favoritas y comida no es tan especial, quizás él sabe que en el mundo hay temas más profundos que deberían ser discutidos.
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Editado: 15.06.2023