Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 16: Mala Perdedora*

Texas, Estados Unidos

El cielo estaba despejado aquel día, se podía apreciar el cielo claro y las nubes blancas y esponjadas, el viento frío soplaba sobre su cara, sintió el fresco pasto bajo ella y quiso en ese momento quedarse dormida. Aquella tarde era más fresca de lo usual, y los árboles ayudaban a que no le dieran los rayos del sol. Habían pasado tres días desde que había aceptado ir con Henry y desde ese día la ha puesto las tardes a entrenar y para el final de la tarde terminaba hecha polvo que ni siquiera le respondía los mensajes a Olena. Sus padres sospechaban de algo, pero no preguntaban nada lo cual agradecía porque no quería mentirles.

Cerró los ojos por un momento intentando respirar aquella calma que se sentía en el lugar, no pudo disfrutarlo mucho cuando sintió la presencia de alguien enfrente de ella.

-No es hora de tomarte un descanso -le reprochó-. Aún hay muchas cosas que tenemos que hacer.

Abrió los ojos encontrándose con la mirada de desaprobación de Henry al verla tirada en el suelo mientras descansaba.

-No -se quejó-. Ya me has explotado mucho por esta tarde.

-Esto es muy poco comparado al entrenamiento que deberías estar recibiendo -repuso Henry, con los brazos cruzados-. Deberías darme gracias a que empecé con algo ligero.

- ¿Ligero? -preguntó sarcástica, se sentó de golpe en el pasto mirando con incredulidad a Henry-. Me hiciste dar dos vueltas por todo el bosque corriendo después me tapaste los ojos y me hiciste dar otra vuelta por el bosque -se cruzó de brazos-. ¡Me caí por un barranco y me lastimé el pie!

-En mi primer día como militar me dieron una mochila llena de rocas y me pusieron a correr así por toda la zona -dijo serio-. Después tuve que nadar con ella y si soltaba la mochila estaba fuera de la academia.

-Estas exagerando -afirmó Regina-.

-Tengo cara de que exagero.

Observó cómo su cara se tensaba y no había ningún rastro de emoción en sus ojos. Henry le tendió la mano para ayudarla a levantarse, Regina no le quedo otra opción más que aceptar su mano y pararse.

-Tus poderes como metaliana no se han desarrollado aun -observó Henry-. Estas severamente agotada por lo que tu resistencia y fuerza siguen siendo iguales. Con el paso del tiempo bajaste tu velocidad por el agotamiento así que tampoco tienes velocidad inhumana -su mirada cayó a su tobillo, no podía pisar bien porque le dolía-. Ni tu sanación rápida. Al parecer el toque del nixer lo único que provocó fue que pudieras tener control sobre tu relicario.

- ¿Y que se supone que voy hacer con un relicario además de lanzar rayos? -preguntó quejumbrosa.

-Ese “relicario” es la arma más poderosa de Myssia no solo lanza rayos -le regaño Henry-. Eso es sólo de un poco de su poder y apenas puedes manejarlo no te pongas tan exigente.

- Y bueno además de tener resistencia, velocidad y fuerza inhumana, así como un lindo relicario poderoso…

-El relicario sólo es la base de la gema de la luz o el diamante de luz como prefieras llamarlo -interrumpió Henry-. Lo que en verdad importa es su contenido.

-Siguiendo a lo que iba -dijo irritada- ¿Qué otras cosas puedo hacer?

-Al ser descendiente de la Reina de Bronce puedes convertir tu piel en bronce para protegerte de daños mortales -le explico-. Además de otros poderes que debes de tener por ser hija biológica de Metalia o sea una semidiosa.

- ¿Qué otros poderes podría tener? -pregunto confusa-. ¿A caso hay una variedad de sus poderes?

-Existen las mismas variedades de metales tanto en Myssia como Gaia -explico Henry-. Como debes de ser por nuestro hermano Mendeléiev existen ciento dieciocho metales y aquí cada metal tiene su propia ciudad por lo que son ciento dieciocho ciudades más la capital.

- ¡Entonces son ciento diecinueve en total! -exclamó sorprendida- ¡¿Cómo quieres que las recupere todas?!

-Tranquila la mayoría de las ciudades son pequeñas -respondió sin importancia-. Y Metalion es del mismo tamaño que Rusia no tienes por qué preocuparte por eso ahora. No creo que puedas recuperarlas si sigues así.

-Así que las ciento diecinueve ciudades tienen un poder único según corresponda el metal.

-Solo las ciento dieciocho -corrigió Henry-. Es según al linaje que correspondan por ejemplo yo soy nacido en Azufre por lo tanto pertenezco al linaje de la casa de Azufre. Si mi madre es de Azufre y mi padre hubiera sido de Mercurio entonces yo tendría los genes de Mercurio por lo tanto sus poderes, aunque hubiera nacido en la ciudad de Azufre porque la genética del padre siempre gana. No influye mucho la ciudad en que nazcas más bien la genética que tengas.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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