Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 18: El Callejón de los Caídos*

Kalium, Metalion

Aquellos tres días habían sido los más largo y eternos de toda su vida, por primera vez contaba los minutos que pasaban y cuánto tiempo faltaba para la reunión entre ella y el regente. No tenía muchas opciones: decidía dejarlo plantado y este buscaría por todos los rincones del bosque hasta encontrarla o iría al lugar donde lo citó esperando que no la aprisionaran. Sea cual sea su decisión estaría condenada en cualquiera de las dos, pero la única diferencia sería que en una no tendría que arrastrar a varias personas sólo significaría su propio fin.

Recordó a ver despertado en su cama al día siguiente después de la plática con Clark, a su lado estaba Francis que la miraba preocupado por su ataque de pánico, sabía que ella no se asustaba con cualquier cosa debía de ser algo bastante grave como para haberle provocado eso. Así que no le quedó otra opción más que contarle lo sucedido: su encuentro con el regente y el general, como había podido engañar a todos fingiendo ser una oscura a excepción de Clark y de su propuesta de verse. Claramente Francis estalló de furia y preocupación no quería que ella fuera verlo y tampoco ella quería hacerlo, pero no tenía otra opción.

Tuvo que pararlo varias veces de que le contaría lo sucedido a la guardiana, no quería preocuparla más de lo que ya estaba. Después de una larga discusión entre ellos dos pudo convencer a Francis de dejarla ir sola al encuentro en el callejón de los caídos con Clark y que no le contaría de esto a la guardiana ni a Marian, pero sobre todo que él no la seguiría a escondidas porque eso podría ocasionarle problemas con el regente. Además de que necesitaba a Francis para encubrirla mientras ella salía a escondidas del templo.

Observó la caja blanca con un listón rosado que estaba encima de su tocador, aquella caja que Clark le había dejado en un bolso de cuero negro en Xenón su caballo. Se había dado que la tenía cuando visitó a Xenón en el establo y venía con una nota incluida que decía: “Cuando el Sol oculte su último rayo de luz debes de llevarlo puesto o las consecuencias serán graves”, se repetía cada minuto que por ahora bailaría a su ritmo y después lo apuñalaría.

Su mirada se desvió a la ventana observando como el sol se estaba empezando a ocultar en el cielo y pronto la noche llegaría para ella. Tomó la caja que estaba en su tocador sintiendo como sus dedos temblaban pensando que podía haber dentro de ella. No quiso abrirla hasta el momento que tuviera que ocuparla y ahora que estaba a punto de abrirla sentía como su corazón latía con fuerza. Sus manos lograron deshacer el listón, quito rápidamente la tapa de la caja y se quedó confundida al ver su contenido.

Lo saco de su caja para admirarlo mejor y se quedó sin palabras: El vestido era hermoso de color negro con detalles de oro por toda la prenda, tenía el escote de corazón, no tenía mangas, y la falda era larga y pomposa con varias capas de holanes. No entendía porque Clark le había regalado un vestido y uno que parecía de la nobleza. Pensó seriamente en no ponérselo, pero no quería arriesgarse a que Clark la delatara.

El vestido era bonito tenía que admitirlo, pero no era su estilo, los oscuros siempre llevaban prendas lujosas y elegantes, aunque no tuvieran ningún evento, y aquel vestido parecía más de un oscuro que una metaliana. No le quedo otra opción más que ponérselo, batalló mucho al principio porque no sabía cómo ponérselo, pero al final logró hacer que el cierre del vestido subiera.

Se miro al espejo observando como el vestido se había moldeado a su figura, la cintura le quedaba bien marcada y el largo del vestido le quedaba hasta sus pies por lo que si llevaba sus botas no se verían, lo único malo fue el escote que le quedaba apretado y hacía que sus pechos se resaltaran más. La mayoría de los vestidos oscuros eran hechos casi de una misma talla ya que las oscuras tenían las mismas medidas pues era lo que la sociedad les pedía.

No sabía si era una buena o mala suerte que aquel vestido le quedará, sea como fuera ya estaba preparada justo a tiempo para su encuentro. Francis entró a su habitación quedándose sorprendido al verla vestida así.

- ¿Por qué tienes eso puesto? -preguntó molestó-. Pareces una oscura si eso quieres aparentar.

-Estaba en Xenón -respondió-. Y tenía instrucciones que debía de llevarlo puesto cuando lo viera.

Francis apretó sus nudillos con fuerza y su cara se tornó roja.

- ¿Quién se cree ese idiota? -dijo furioso-. ¡Quiere tratarte como su ramera!

-Oye -dijo ofendida-. Sabe que yo no voy a caer en sus provocaciones.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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