Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 34: Sacrificios

Kalium, Metalion

En cuanto se fue Clark camino por las calles para encontrar a Xenón para su suerte el caballo estaba cerca, se subió rápidamente en el lomo del caballo y no tardó en cabalgar como si su vida dependiera de ello, su corazón latía con fuerza, suplicándole a Metalia que tanto Francis como la Guardiana estuvieran a salvo junto con Marian, solo tenía que aguantar unos minutos hasta que llegará. Una vez que ingresaron nuevamente al bosque Xenón había hecho el mismo truco que hizo la anterior vez para llegar más rápido al templo, y se adentraron al portal que había abierto.

Aparecieron en el risco de la montaña que ocultaba el templo, pudo observar desde lejos como el templo estaba ardiendo en fuego, había una gran columna de humo saliendo de este, fue como si todo sucediera en cámara lenta, estaba viendo con sus propios ojos la caída del templo de los guardianes. Se quedó sin palabras al ver como su hogar estaba siendo destruido, a lo lejos se oía el sonido de la guerra donde trataban de defenderse de los guardias oscuros. Sabía que tenía que luchar con ellos, pero antes debía de buscar a la guardiana de Cadmio y Francis, tenía que verlo y saber que estaba a salvo, no podría vivir consigo misma sin saber que se había disculpado con él por todas sus idioteces y hacerle saber que era su amigo más preciado y que no podía perderlo.

Bajo a toda velocidad la montaña rogando que el templo siguiera en pie, se lamentaría el resto de su vida si ellos llegarán a morir y no haberles dicho lo importantes que eran en su vida en especial a Alexandra, quien aguanto su rebeldía y la trató como su propia hija. Sentía una gran opresión en su pecho que no la dejaba respirar, era como si su mundo se cayera a pedazos delante de ella, era el sensación de impotencia por no poder hacer nada al respecto. No podía llegar de repente hacia el campo de batalla que se estaba librando en el patio delantero del templo porque entonces sería descubierta y no quería alertar a los oscuros. Ahora su objetivo principal era encontrar a la guardiana para que le sucediera el relicario, tuvo que ir hacia la parte trasera del templo, sintiendo pena por no poder hacer nada por sus compatriotas, tenía que marcharse y dejarlos morir si quería que su legado prosiguiera.

La suerte parecía sonreírle, se encontró desolada la parte trasera del templo pues la batalla estaba concentrada en el frente, eso quería decir que la batalla aún no estaba perdida completamente y que aún había esperanzas para ellos para ganarla. Dejo libre a Xenón por si el caos aumentaba y todavía no regresaban pudiera huir antes de que los oscuros lo atraparan. Se fijó a sus lados para ver que nadie los estuviera siguiendo, buscó entre las paredes del templo un signo que nadie más ha vuelto a ver desde un milenio: el emblema real de las tres diamantes. Al sentir su tacto el símbolo comenzó a brillar en una luz blanca provocando que el pasadizo secreto se abriera pudiendo pasar. Tomo las riendas de su caballo y junto su frente con la de ella, era su manera de despedirse, por algún motivo sentía que esta sería la última vez que lo viera.

-En cuanto me vaya tienes que irte -le pidió-. No sabes lo que te harían los oscuros si descubrieran tu habilidad. 

El caballo dio un fuerte relinchido, se puso en dos patas y después corrió hacia el bosque perdiéndose de su vista. Respiro profundamente antes de entrar al pasillo sabiendo en el caos que se estaba metiendo. Por un momento no había luz, pero al comenzar a caminar apresurada las antorchas se encendían con sus pasos, no avanzó mucho para tener que oír los gritos desgarradores de su gente siendo asesinadas a sangre fría. No tuvo que esperar mucho en el camino para encontrarse con la agitada guardiana de Cadmio que traía consigo un cofre hecho de bronce con el emblema de las tres diamantes. Sintió como si un peso cayera de sus hombros y pudiera respirar por un momento con tranquilidad, pero al ver que venía sola sin la compañía de Francis o Marian sintió una mayor opresión en su pecho que le dificultaba respirar.

La guardiana pareció tener la misma expresión que ella al verla pues su cara de preocupación cambio por alivio. Se lanzó hacia los brazos de la guardiana abrazándola con fuerza, ella le devolvió el abrazo con la misma intensidad que ella, acaricio su cabello con cariño mientras la abrazaba.

-Mi niña pensé que te habían atrapado o que estabas en aquella masacre -dijo preocupada, se separó de ella examinando cuidadosamente su rostro-. Hay que irnos mientras podamos.

- ¡No podemos dejarlos ahí! -exclamó Leari, busco desesperada atrás de ella esperando que viniera Francis o Marian-. ¿Dónde están Francis y Marian? ¿Qué ha pasado? ¡Dígame donde están!

-Todo fue tan rápido y mortal -dijo conmocionada-. En un momento estábamos en una junta y después vimos como unos pegasos descendían del cielo y al otro que nos estaban invadiendo, ni siquiera la barrera que nos otorgó el antiguo hechicero resistió sus ataques. Fue tan preciso y coordinado, ni siquiera nos dejaron en pensar en una estrategia, nos vencieron antes de que pudiéramos darles batalla. Apenas pudimos defendernos y seguimos haciéndolo, pero no resistiremos más tiempo ¡Esta es nuestra oportunidad!



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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