Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 38: Reencuentro

Aquella puerta estaba hecha de bronce con varios grabados tallados de rosas enredadas hacia la corona que estaba en el centro, quiso preguntar Regina cuál era su significado, pero no tenía los ánimos para hacerlo. Entraron a una gran sala de color caoba con olor a canela mezclado con vodka y cigarrillo, había varios ventanales con cortinas plateadas de seda dejando ver el paisaje que los rodea, un gran candelabro de cristal iluminando la sala también había una chimenea proporcionando el calor a la sala, arriba de la chimenea se encontraba un retrato de las tres reinas de Metalion, o bueno eso ella pensaba al ver tres mujeres con tres coronas y cada una con una bella extraordinaria. Tenía razón aquel Dan, la mujer que estaba en el medio era la más hermosa de ellas y la que más se parecía a ella.

Su cabello era rubio y rizado, sus ojos eran del color del oro, su piel era bronceada, vestida con una armadura de oro con el emblema real. A su izquierda la segunda de ellas era también hermosa sus cabellos negros lacios como la noche, sus ojos eran como la plata, su tez era blanca, portaba una armadura hecha de plata. Pero la tercera fue la que más le llamo la atención: su cabello era castaño como el chocolate, sus ojos eran del mismo color del bronce y su tez era aterciopelada.

Se dio cuenta Regina al admirar aquel retrato que el relicario que ahora traía puesto también lo tenía la Reina Bralor. El piso estaba hecho de mármol dándole un toque antiguo con varios sofás de cuero marrón largos e individuales en forma de rectángulo y una mesa de centro de madera de color café oscuro con tallados elegantes, varios estante se encontraban proporcionados por toda la sala llenos de libros y otros con diferentes licores. Se encontraban cuatro personas sentadas en un sillón: eran tres mujeres y un hombre, todos de la misma edad, sino que un poco más grandes.

-Izan -llamo Henry.

El chico que parecía tener la misma edad que Henry se giró para verlo, en su mirada deslumbra impresión, sin poder creerse estar viéndolo. Se paró del sillón yendo hacia él para abrazarlo, no creyó ver algún sentimiento en la cara de Henry más bien no creyó que pudiera sentir alguna emoción, pero al verlo abrazar aquel chico pudo ver preocupación y alivio en su rostro. Ese chico de nombre Izan tenía sus cabellos rubios y rizados, sus ojos eran grises a pesar de estar rojos, su piel era blanca, su porte era elegante y firme, y medía la misma estatura que este.

-Henry, me tenías tan preocupado idiota -murmuro aliviado-. ¿Por qué no me mandaste un mensaje de fuego para saber que estas bien?

-No tenía tiempo -se excusó-. Me alegro de verte -se separaron y se miraron fijamente-. ¿Dónde está Annia?

Izan negó con dolor varias veces. Las dos chicas al mencionar su nombre se voltearon incrédulas y lo miraron perplejas, una chica de cabello negro que parecía tener la misma edad que ella fue la primera en levantarse, corriendo hacia sus brazos. Hundió su cabeza en su cuello mientras lo abrazaba con ferocidad y sollozaba, Henry se quedó sorprendido por su acción pues no se la esperaba, aun así, le devolvió el abrazo sintiendo como una carga pesada caía de sus hombros.

- ¿Desde cuándo Leari Kalium llora delante de otros? -preguntó divertido, la chica se alejó y lo miro con molestia-. No sabía que pudieras llorar hasta ahora.

La tal Leari le dio un pequeño golpe en su hombro, se secó las lágrimas de su rostro y le sonrió melancólica. En su rostro se reflejaba cuanto extrañaba a Henry y lo mucho que la reconfortaba saber que estaba a su lado.

-Pasan los años y sigues siendo el mismo idiota de siempre.

- ¿Francis y la guardiana…?

Negó varias veces tratando de reprimir las lágrimas. Entonces supo que no solo ellos habían sido atacados hoy, sino que habían caído al mismo tiempo el templo de los guardianes y el de los hechiceros, lo que era sospechoso.

La otra chica que parecía ser unos años mayor que ella le susurro unas palabras al oído a la otra chica que estaba a su lado y se paró para abrazar a Henry. Su cabello era castaño rojizo con las puntas doradas, sus ojos estaban rojos, pero aún se podía ver el color turquesa en ellos, y en comparación con Regina era más alta.

-Me preocupo no tener noticias de ti después de todo lo que paso -dijo angustiada-. Me alegra volver a verte después de tantas años.

-No has cambiado en nada -observó Henry-. Sigues siendo la más madura de ellos -señalo a la chica con el cabello rubio mojado que estaba sentada en el sillón mientras sostenía una taza de té con la mirada perdida. A su lado estaba un lobo azul tirado en el piso llorándole para que le hiciera caso, esta ni siquiera lo miraba-. ¿Quién es ella?

-Es Celine Selenix, la hechicera de Selenio -respondió Sidney, en voz baja-. Hoy hemos perdido más de lo que piensas. Ella era la hija menor de tres hermanas, todas ellas murieron en la caída del templo de los hechiceros junto con sus padres, ahora a ella le toca tomar su papel -se podía escuchar en su voz lo afligida que sentía-. Ni siquiera estaba preparada para ver este tipo de horrores, y ahora perdió todo lo que conocía…



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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