Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 40: Jaula de Oro

Pasaron tres semanas desde que Olena había fallecido, durante esos días había sido incapaz de comer, beber o dormir, solo quería pasarse todo el día encerrada en su cama queriendo que aquel dolor que sentía en el corazón desapareciera. Henry había intentado muchas veces sacarla de la cama, pero ella se negaba, solo quería sumergirse en su miseria hasta desaparecer. Las lágrimas se le habían acabado, por más que intentaba llorar ya no podía hacerlo, solo se quedaba mirando hacia el techo tratando de que el tiempo pasará más rápido. La única vez que veía a Henry era en la noche cuando venía este para contarle historias acerca de Metalion, ya no volvía a insistirle que saliera de la cama o que comiera algo, pues cuando hacía eso Regina se negaba verlo. A la hora de dormir se aseguraba de que las cortinas cubrieran el cielo, lo que desencadenaba sus lágrimas y hacía que el dolor en su pecho aumentará era contemplar el cielo estrellado pues eso le recordaba todas las veces que Olena y ella se habían quedado despiertas para observar las estrellas.

Por lo que había escuchado entre la conversación de Henry e Izan, que habían tenido enfrente de ella porque pensaban que estaba dormida, era sobre que no era la única que estaba en ese estado depresivo: la hija del hechicero estaba igual que ella se negaba a comer o salir de su habitación pidiendo a gritos que la dejarán sola y que la nueva guardiana apenas comía algún bocado y que de repente lloraba de la nada. Fue cuando se dio cuenta que Regina que en ese estado no iba a conseguir lo último que le había pedido Olena al morir: que recuperara lo que era suyo. Sus ganas de vivir habían aumentado ese día y la tristeza que invadía su corazón había disminuido, se la pasó la mayor parte de la noche reflexionando sobre eso hasta que llegó Henry una vez más hacerle compañía en la noche para que no estuviera sola. Esa vez no le hizo caso a la historia como las anteriores veces, solo miraba fijamente a Henry pensando en lo que se esforzaba para tratar de hacerla sentir bien. En ese momento se preguntó si alguna vez Henry había sufrido el mismo dolor que ella y que por eso de alguna manera llegaba a entenderla.

Al día siguiente se había propuesto salir de la cama, se lo debí a Olena, no quería desperdiciar su vida llorando y lamentándose a sí misma en una cama desperdiciando la vida por la que su amiga se había sacrificado. Si la viera en ese momento Olena seguramente se estaría riendo de ella diciendo que siempre había sido muy sentimental y una llorona. Se rio ante solo imaginársela, se dio cuenta que por primera vez había reído desde su muerte y eso en vez de asustarla la aliviaba. Busco entre la ropa vieja del armario algo que pudiera quedarle y que le gustará, así que se puso un top negro de manga corta, un pantalón negro con franjas rojas en las laterales y unas botas negras. No olvido ponerse su relicario, desde ese momento no volvería a quitarse el relicario sino era necesario.

Su único problema es que no sabía cómo guiarse por los pasillos pues el único lugar que conoce de la base es su dormitorio. Estaba a punto de saber cómo ingeniárselas hasta llegar al comedor cuando abrió la puerta justo en el momento en que Leari iba a tocar su puerta, dejando su puño en el aire. Fue la primera vez que pudo observarla de cerca y con mayor claridad: era hermosa sin duda, su rostro reflejaba ferocidad y frialdad, no era la clase de chica que Regina quisiera relacionarse porque eso solo significaba una cosa: problemas. Pero al elegir aquel camino supo de inmediato que su vida se sumergiría en problemas fuera donde fuera. Ella vestía un top de manga larga de color azul celeste, un pantalón negro y unas botas negras.

-Veo que te levantaste -dijo asombrada-. Henry se había preocupado por ti en estos días así que pensó que tal vez una charla de chicas te ayudaría animarte, pero veo que no fue necesario lo cual me alegra porque no sabía que decirte.

-No era necesario que interviniera guardiana -comentó Regina, debatiéndose mentalmente se debía llamarla por su nombre o por su título, no quiso arriesgarse a ofenderla así que la llamó por su título-.

 -Llámame Leari por favor -le pidió-. No estoy acostumbrada a ese título y no creo acostumbrarme durante un largo tiempo.

-Entonces yo le voy a pedir que me diga Regina -repuso-. Lo de princesa no me gusta.

-Muy bien Regina entonces platícame más sobre Gaia -solicito Leari, le hizo una seña para que caminara-. Su mundo es extraño tienen flores muy hermosas y coloradas que solo podemos ver en otros reinos, en Metalion nuestras flores son más brillosas y la mayoría están hechas de gemas por lo que no son tan suaves como las suyas- admiro su ropa-. Sobre todo, me gusta su ropa, no eran tan retrógrados como pensaba.

- ¿En Metalion las mujeres no utilizan pantalón?

-Somos un mundo muy antiguo debido a que la Reina Oscura no deja que avancemos al menos que sea tecnología que a ella le beneficie -respondió seria-. Debido a que si innovamos significa estar comunicados entre nosotras y eso conlleva a revoluciones contra ella, por eso busca mantenernos aislados los unos con otros. Puede pelear contra un reino, pero si un planeta se llega a levantar contra ella no podrá soportarlo.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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