Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 42: Arma Perfecta

-Se que has pasado por muchas cosas y que nuestra madre te hizo sufrir un infierno -hablo Regina-. Pero no puedes hacernos pagar por algo que nosotros no hicimos.

-Y aunque quisiera hacernos daño sería condenada al Abismo por traicionar a Metalia -comentó Leari-. Así que si fuera tu pensaría bien mis palabras.

-Soy una de las gemas más importantes de este universo, soy yo la que se encarga de aconsejar a Metalia así que si crees que le temo a tus palabras estas equivocada -dijo con arrogancia-. Son tan iguales y diferentes a la vez -murmuró para sí misma, dejando confundidas a estas-. Bien aceptaré ayudarles porque he estado aburrida durante este milenio y hace mucho que no veo una tragedia -sonrió complacida-. Me pidió su madre que les iluminará el camino ya que ella no puede hacerlo directamente. Ya ustedes saben sobre la espada de las gemas y que fue hecho por las primera gemas del universo, saben los antiguos reyes escondieron las gemas para evitar que las usaran para el mal, pero lo que no saben es que en realidad los reyes no las escondieron simplemente las gemas al no tener sus portadores regresaron a su lugar de origen.

- ¿Gemalion? -dijo Leari incrédula.

- En su origen -corrigió Amatista, confundiéndolas-. El Reino de las gemas no fue el origen de aquellas ochos gemas sino en Metalion donde años después se asentaron varios reinos. Ya tienen la primera gema que soy yo, la segunda es el diamante y la tercera es el topacio, la cuarta es la perla y se encuentra ubicada en el castillo de metal como ya les habían dicho. Mi deber es guiarlas hasta allá, hacer que puedan sobrevivir y guiarlas al resto de mis hermanas.

-Es a eso lo que se refería Metalia -comprendió Regina-. Dos gemas fusionadas te guiaran al resto…esa eres tú.

Asintió como respuesta.

- ¿Madre te dijo otra cosa? -inquirió Leari.

-Creo que es todo, pero también dijo que debías de saber la profecía completa no solo la de Metalion, aunque a su debido tiempo -contestó, señalo la puerta violeta-. Por ahí está la salida-. Sabían que era el adiós de las dos, así que caminaron hacia la puerta, pero cuando Leari toco el picaporte, está la detuvo-. Antes de que se vayan podrían pedirle consejos a la tierra. 

No supo a lo que se refería Amatista, pero al ver el semblante serio de Leari supo que ella pudo comprender a la perfección esa referencia, no le respondió, giro con cuidado el picaporte sin fiarse de Amatista, cuando abrió completamente la puerta se dio cuenta que no había nada, más que oscuridad. Se asomó Regina para verificar lo mismo que Leari estaba viendo, se giraron para reclamarle a Amatista cuando esta apareció atrás de ellas empujándolas hacia el oscuro vacío, sonriéndoles por una última vez, antes de cerrar la puerta en sus caras mientras estas caían rápidamente al vacío, hasta que sintieron como chocaron contra el suelo despertando asustadas de aquel sueño.

Lo primero que vieron fue una luz intensa en sus ojos por los rayos del sol, tuvieron que apartar la vista para poder adaptarse a la luz de aquel lugar. Poco a poco comenzaron las dos abrir los ojos, observaron a su alrededor para saber en dónde se encontraban, sabían que era la base gaiana de Metalion, pero no reconocieron el lugar.

Vieron múltiples camillas en todo el lugar, Leari supo en ese momento que estaban en una enfermería de estilo gaiano, pues en Metalion la medicina era más tradicional. La camilla sin duda era incomoda comparada a la que estaba acostumbrada, miro a Regina, no parecía quejarse de ningún dolor seguramente porque ella si estaba acostumbrada a esas cosas. Se miraron confundidas, no sabían si era parte de un sueño o en verdad había sucedido. Leari iba a hablar, pero en eso se vio interrumpida por el ruido que hizo la puerta al abrirse, entro Celine distraída a la enfermería, no se dio cuenta que habían despertado, fue que llego a la altura de estas y las miro sorprendidas, se puso pálida como si hubiera visto a un fantasma, después cambio su expresión a alivio, seguido de un grito de emoción. Notaron que traía una ropa diferente al día anterior: una blusa floja de color verde oscuro de manga corta, un pantalón de mezclilla oscuro y unos botines de agujeta negros.

-No saben lo preocupados que estaban todos en solo pensar que habían perdido a su salvadora y a la única guardiana

-No exageres -replico Leari-. Solo nos dormimos una noche.

Celine las miro confundida, suavizo su semblante, lo que dejo aún más confundidas a estas.

-Ustedes no durmieron solo una noche -dijo con tacto-. Durmieron aproximadamente tres días. 

- ¿Tres días? -pregunto Regina.

-Al parecer llegaron a la conclusión los doctores de que fueron inducidas a un sueño que provoco haber tocado a la amatista al mismo tiempo -explico con delicadeza-. Solo el que pudo haberlas inducido al sueño era el único que podría sacarlas.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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