Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 45: El Espejo de Iris

Abrió los ojos de golpe, lo primero que observo fue el cielo claro con unas nubes tan esponjadas que sentía que si estiraba la mano podría alcanzarlas. Despertó en un lugar vacío donde no había ninguna sola alma más que ella, observó a su alrededor confundida tratando de comprender lo que le estaba sucediendo, se paró de donde estaba sintiendo como estaba debajo de lo que era un inmenso lago cristalizado que parecía ser el piso de aquel misterioso lugar. Con cada paso que daba el agua comenzaba a temblar, pero nunca llego a hundirse, no sabía si era una clase de limbo al haber muerto ahogada. Miro su reflejo en el agua: no parecía estar muerta o por lo menos no como había visto a Olena sin ninguna chispa de vida en sus ojos. No comprendía que era ese lugar o porque estaba en ese lugar, aunque debía de admitir que era tan pacífico y tranquilizante donde podías ir a pensar con claridad.

-No tengas miedo niña no es el limbo o alguna parte del inframundo -hablo una voz femenina a sus espaldas-. No estas muerta simplemente te traje a este lugar para poder hablar contigo con tranquilidad.

Se volteo para observar detrás de ella quien era su captora, entonces la vio, una mujer tan hermosa como lo era Metalia; su cabello era del mismo color de la arena, tan liso y largo y lleno de pequeñas perlas que lo adornaban, sus ojos eran del color del mar, en ellos podías ver las infinitas olas tan tranquilizantes y amenazantes, tenía un bronceado veraniego, su vestido era un degrado de azul marino a uno azul celeste con brillos, de escote de corazón y con las mangas caídas, traía una corona hecha de conchas marinas, las más hermosas y resplandecientes que hubiera visto. Parecía estar envuelta en un resplandor azul tan poderosa que la hacía sentir tan pequeña y vulnerable en su presencia. Entonces supo lo que realmente era ella, ese era el verdadero poder de una Diosa, también había sentido esa misma sensación con Metalia, en cambio con ella no sentía tanto miedo como lo estaba sintiendo ahora.

-Tranquila pequeña niña no haré daño -dijo calmada, con cada paso que daba la cola de su vestido se arrastraba y hacía que el lago brillara-. Si quiera hacértelo ya no estuvieras aquí hablando conmigo.

-Bueno intento ahogarme creo que es justo que tenga miedo de usted.

-Oh cariño no le des importancia a asuntos tan triviales como ese -le restó importancia-. Espero que eso no afecte nuestra relación.

Sabía quién era, no era necesario que le dijera su nombre porque ya lo sabía con solo su presencia: era Marina, la Diosa del Agua. Y por lo que le ha contado Izan su madre y Marina no contaban con una buena relación de hermanas, apenas se toleraban ver y hablar, no tenía idea porque la Diosa del Agua la había traído a ese lugar, solo podía esperarse lo peor de su parte.

-Se lo que estás pensando -hablo Marina-. Se que tu madre y yo no tenemos la mejor relación y piensas que por eso vengo para matarte, pero estas totalmente equivocada.

Pudo sentir como la opresión que invadía su pecho se desvanecía, respirando con tranquilidad, era un problema menos del cual preocuparse.

-Por tu reacción puedo deducir que no necesitas que me presente -observó-. Ya debes de saber quién soy.

-Marina, la Diosa del Agua.

-Eres muy observadora -admiro-. Pero me imagino que debes de estar preguntándote porque te traje aquí, que es lo que quiero hablar contigo o cuales son mis intenciones perversas.

-Me basta con que responda mi pregunta -repuso Regina-. ¿En dónde estamos?

-Este lugar se llama el Espejo de Iris -contestó seria-. Aquí recurren las Diosas cuando quieren salir de sus rutinas o peleas familiares para buscar la paz, es como un refugio para nosotras, aunque muy pocas veces lo frecuentamos. ¿Sabes porque se llama así? -Regina negó como respuesta-. Hubo una joven diosa, la más pequeña de todas nosotras y por lo tanto la más inocente su nombre era Iris y era la Diosa del Arcoíris, ella era la mensajera celestial de las Diosas, mantenía comunicados a todos en el universo, podía ir del Inframundo al Paraíso en unos cinco minutos debido a su grandes y esplendorosas alas que le servían para moverse con mayor rapidez. Y utilizaba el arcoíris para poder llegar más rápido del Paraíso al mundo mortal, durante sus recados al mundo mortal conoció a un joven príncipe por el cual enloqueció de amor -meneo la cabeza varias veces sintiendo pena por ella-. Pobre joven y estúpida enamoradiza Iris, sabía cuál era el castigo por tener un romance con un mortal, pero eso a ella no le importa -miro a Regina con seriedad-. ¿Sabes que es lo peor que puede hace una Diosa? -no espero a que respondiera porque claramente sabía la respuesta-. Enamorarse, el amor para personas como nosotras es una perdición como lo fue para Iris.

- ¿Qué le sucedió? -preguntó curiosa.

-El amor te llega a atontar tanto que hace que dejes de pensar con la mente y empieces a pensar con el corazón y eso es lo peor que puedes hacer -respondió taciturna, miro al cielo perdida en sus pensamientos-. Comenzó a descuidar sus deberes como mensajera, tal vez si fueras una diosa de la paz o de la justicia no se dieran cuenta, pero cuando eres la encargada de transmitir los deseos de Gaxia a otros es imposible que no se den cuenta. Así que Gaxia la siguió a escondidas y observó como la Diosa Mensajera era profanada por un simple mortal… ya te debes de imaginar que sucedió -su semblante se ensombreció-. Fue tanta la ira que sintió Gaxia que los volcanes que estaban a kilómetros de ella explotaron debido a su furia. El castigo de la pobre Iris fue el peor que el de cualquiera de nosotras, ordenó a Bellum que mandará la peor guerra al país del príncipe del cual no pudiera sobrevivir ni él ni su gente quería que todo su país ardiera en cenizas, Iris le rogó que lo perdonara y eso solo hizo aumentar la furia de Gaxia, así que le arranco sus alas para impedir que pudiera rescatarlo y la encerró en este espejo -señalo el lugar-. E hizo que viera como el amor de su vida era asesinado cruelmente y el lugar que la había acogido ardía ahora en llamas, fue tanta la pena y el dolor que sintió que lloro tanto que formo su propio lago hecho de sus lágrimas, después destruyo su alma primordial y unió su esencia al lago.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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