Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 47: Carta de Despedida

Izan no podía conciliar el sueño por más que lo intentaba, se sentía culpable por la perturbadora experiencia que había tenido Regina por su descuido, no importaba cuantas veces esta dijera que no tenía gran importancia, pudo ver en sus ojos como aun le causaba terror cuando recordaba lo que había sucedido. Agradecida que tratará de hacerlo sentir mejor, pero aun así no lograba sentirse bien, tampoco ayudaba el recuerdo de la reciente perdida de Annia y menos el no tener noticias de sus padres, tenía la esperanza que por lo menos su madre hubiera escapado, pero a estas alturas debía de haber recibido una respuesta de su parte. Aún seguía sin creerse que él era el nuevo duque de Niobio, sabía que ese día llegaría, pero nunca se preparó cuando llegara el día. Mantenía la esperanza que en Metalion su madre se encontrará escondida en la base de Zirconio y que por eso no se ha podido comunicar con él. Era mejor esa idea que creerla muerta.

No se imaginaba el horror que debía de estar pasando Celine, el con la muerte de su padre y la desaparición de su madre sentía que estaba a punto de derrumbarse, ahora imaginarse ver cómo eran arrebatadas las vidas de su familia sin poder hacer nada al respecto… debía de tener coraje para no dejar que el dolo la consumiera. Quiso saber muchas veces como se sentía, pero siempre cambiada de tema bruscamente o le gritaba que se metiera en sus asuntos o peores cosas, llego un punto en que Izan dejo de tratar de ayudarla y simplemente se dedicó a seguir con su farsa de niña intocable. Lo único que le tranquilizaba era saber que Zuky la acompañaba en las noches y ayudaba a que su dolor disminuyera, muchas veces se había escabullido en las noches en su alcoba para verla, se dormía abrazada a su lobo mientras una lagrima se escabullía de sus ojos, incluso dormida lloraba.

Por esa razón siempre entra en su habitación para intentar calmar su dolor con su poder, su madre era una sanadora, es decir, era capaz de curar cualquier herida ya sea leve o mortal con solo su toque, lamentablemente Izan no había heredado esa particularidad de su madre solamente poder aliviar el dolor que sentían las personas ya sea físico o emocional. Había hecho eso muchas veces cuando Henry había perdido a su hermana y después a su novia, él lo espiaba las noches esperando a que se durmiera para calmar su dolor. También hacía eso con Leari pues todavía resentía la perdida de la única familia que había conocido en toda su vida y por las noches lloraba por ellos. Ahora hacía eso con Celine todas las noches y lo haría con Regina para intentar que durmiera pacíficamente, no le importaba que eso le tomará toda la noche, con saber que los había ayudado era su mayor recompensa.

Así que se motivó para salir de la comodidad de su cama e ir hacía la habitación de Henry para ver cómo se encontraba su amigo, algunas veces tenía pesadillas con lo sucedido aquel día trágico para él, por lo que Izan siempre rondaba por su habitación para calmar su dolor. Trató de entrar lo más sigiloso posible, ya que Henry tiene un buen oído y era capaz de levantarse con el más mínimo ruido. Lo observó dormir plácidamente en su cama, dormía boca abajo agarrando con fuerza su almohada, sonrió satisfecho al verlo así, desde que había conocido a Regina eran pocas las veces que tenía pesadillas ya sea que le haya ayudado dormir junto a su lado. Se lamentaba que fuera tan testarudo para alejarse de alguien que le hacía tan bien porque creía que le haría daño, a veces le daban ganas de golpear a su mejor amigo por lo estúpido que podía llegar hacer.

Salió de su habitación antes de que se diera cuenta de su presencia, se dirigió hacia la habitación de Regina, entró sigilosamente cerrando cuidadosamente la puerta tras su paso. La observó durmiendo pegada con una cobija morada, se removía incomoda en su eje, fruncía el ceño de vez en cuando, seguramente estaba teniendo una pesadilla. Lamentablemente Izan no tenía el poder de quitar los miedos, pero si tenía la capacidad de hacer que el dolor que les provocará disminuyera. Se sentó a un lado de donde dormía Regina, alzo su mano para tocarle su frente, cerró los ojos concentrándose en eliminar aquel dolor que sentía, sintió como un resplandor verde tenue salía de su mano y hacía que aquella luz en vez de resultarle fastidiosa a Regina le reconfortaba. En cuanto quiso alejar su mano de su frente se vio impedido por Regina, por un momento se asustó Izan al pensar que había sido descubierto, pero se tranquilizó al ver sus ojos cerrados.

-Henry -susurro.

-Lamento decepcionarte.

Unos minutos después Regina dejo de removerse y se quedó quieta volviendo a dormir tranquilamente. Sonrió satisfecho al ver que su amiga dejaba de sentir dolor, volvió a taparla con su cobija y salió de su habitación cumpliendo con su labor. Estaba dispuesta a ir con Leari cuando escucho la melodía de un violín provenir afuera del pasillo, la última vez lo había escuchado a altas horas de la noche, pero no le había dado importancia ya que estaba metido en sus pensamientos, pero ahora esa melodía tan triste tan melancólica lo había hechizado ¿Quién tocaba melodiosa música?

No hacía falta ser un gran detective para saber quién podía ser, así que era ella quien tocaba todas las noches, se preguntó si ella ya sabía lo que Izan hacía o era la primera vez que toca tan tarde como ahora. Sabía que debía dejarla expresar su dolor como pudiera, pero la curiosidad le invadía, así que decidió acercarse sigilosamente a la azotea para observarla en silencio tocar su violín. No se atrevió abrir la puerta que conducía hacía la azotea por miedo a hacerla que parara de tocar, se conformaría con escucharla detrás de la puerta, no le importaba con tal de escuchar su más melodiosa, pero triste canción.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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