Dictamen de Amor

1. Sed de venganza

Vivimos en una sociedad donde anhelamos, necesitamos y buscamos ser aceptados, por alguna que otra razón, aceptamos que nos critiquen, que nos cambien nuestro pensamiento y sobre todo, que nos divulguen nuestro ser.

Toda mi vida he vivido en guerra, ya sea en el ámbito personal, político, económico, familiar, regional etc. He aprendido a defenderme del que se me acerque o quiera hacerme daño; claro, estar viviendo en un lugar llamado zona roja y un lugar de los más peligrosos del país , era imposible sobrevivir sin coger un arma, sin bajar la cabeza y más, sin tener el coraje, la fuerza de vivir y la voluntad de querer ayudar a alguien.

-Mari, Mari- me llamaba mi primita mientras lloraba y hacia fuerza en mi falda para sacarme de mis pensamientos

-Sofí-dije con una voz opaca- ¿por qué llora mi bebe?- traté de sonreír y mostrarle un lado fuerte de mi para que se sintiera con seguridad

-Yo no me quiero ir, quiero quedarme con usted- Me miraba con un rostro de suplica

-Sofí, mírame, usted sabe cómo está todo acá, te prometo que iré cuando todo calme- la abrasé con tanta fuerza que no la quería soltar jamás

-Te amo- me dijo al oído en un susurro, solté a llorar, no podía sostener más mis lagrimas

-Sabes que también te amo, y hago todo esto para que crezcas feliz, para que salgas adelante y que disfrutes tu niñez- quería que ella no viviera lo que yo viví y que jamás sintiera qué es sentir esa impotencia y ese vacío del corazón.

Mamá nos interrumpió diciéndonos que ya todo estaba listo, mi corazón sentía que se iba a parar, no quería separarme de Sofí pero por más que quisiera que se quedara a mi lado sabía que era lo correcto dejarla ir.

-Vamos Sofi- dije con una voz entrecortada, la cargué en mi espalda y caminé directo al carro

Mi tía Rosa, se estaba despidiendo de toda la familia, todos estaban entre lágrimas y obviamente tristes

-Cuídala mucho tía- dije pasándole a Sofi, dándole un último abrazo y apretándole sus cachetes con mis manos

-Te prometo que daré mi vida por la de ella- me dijo justo en el momento donde miramos al cielo pasar dos helicópteros haciendo un ruido impresionante; en ese instante un presentimiento muy malo llegó a mi ser, traté de ignorarlo ya que tenía que tener positivismo por el futuro de Sofi

-Los amo familia, pronto nos volveremos a ver- fueron las últimas palabras de mi tía Rosa antes de arrancar en el carro y hacer un adiós con su mano, Sofi no paraba de llorar hasta que el carro desapareció en nuestro ojos

Caminé de vuelta a casa con toda mi familia, abracé súper fuerte a mi mamá, a mi papá  y a mi hermana como si no hubiera un mañana, siempre llevaba en mí, el miedo a perderlos. La casa se llenó en un silencio total, quien lo rompió fue mi abuelo diciendo que siempre hemos sido fuertes y que siempre lo seremos.

-Me van a hacer falta- dijo mi primo Andrés, quien era hijo de mi tía Rosa y hermano de Sofi

-A todos, Dres- le respondí dándole un abrazo

-Solo esperemos que Sofi y Rosa sean felices y vuelvan por nosotros- pronunció mi abuela Carla al mismo momento donde mi celular comenzó a timbrar; contesté y sentí que mi alma se desboronaba de mi cuerpo, al escuchar a Sofi gritar que la ayudara con un ruido de disparos de fondo

-¿Qué pasó?, ¿dónde están?- le decía mientras hacía señas con mis manos a mi familia que prendieran las camionetas para ir a buscarlas 

-Mari tengo miedo- pronunciaba mientras lloraba

-¿Dónde están?- le repetía mientras corría para subirme a la camioneta

-No sé, en los mangos Mari, en los mangos- al escuchar ese lugar quedé en shock, miles de recuerdos vinieron a mi mente, un recuerdo más profundo que me atormentaba era que éste era el lugar donde vi morir a mi hermanita Antonia. Sofi me saca de mi estado al repetirme que tenía miedo

-Ya vamos Sofi, ya vamos, aguanta por favor- una interferencia hace que la llamada termine y que mi cuerpo se sienta muy débil. Mi hermana Dalía arranca la camioneta a toda velocidad directo al lugar. En aquel carro iba mi papá, mi tío José y mi tío Carlos, Andrés, Dalia y yo. He aprendido a ganarme el respeto de mi familia en estos casos, igual que mi hermana, así seamos mujeres.

Al estar cerca del lugar, se escuchaban muchos disparos, había tres helicópteros rondando en el lugar, de lejos se veían arboles ardiendo en llamas y mi miedo de perder a mi tía y a Sofi eran infinitos. Nos acercamos mucho más, pero antes de llegar, estaba prohibido el paso. Muchas personas hacían bulto para que nadie pasara demostrando unión en ellos; nos bajamos corriendo de la camioneta intentando pasar por medio de éstas personas, éstos nos bloqueaban y no nos dejaban pasar.

-Allá esta mi familia, entiendan por favor- yo gritaba con un tono de voz suplicante

-Entiendo, pero tengo órdenes, no podemos dejar pasar a nadie- respondía una persona que al parecer era el que tenía la autoridad, y decía esto sin mostrar un poco de remordimiento,

-¿Ustedes están con ellos?, ¿por qué?, ustedes son nuestro pueblo- Yo gritaba sin cesar.

Miré a mi hermana que me hacía señas con sus ojos mostrándome una persona, entendí lo que quería decirme, corrí y me subí a espaldas de una persona igual que Dalia intentando hacerles una llave para llamar la atención de todos, cuando la tuvimos, solo pudo correr Andrés en medio de ellos ya que mi papá y mis dos tíos estaban peleando a puño con quienes querían hacernos daño a nosotras. Mientras Andrés corría, nosotros intentábamos calmar a las personas que estaban súper enojadas desquitándose su ira con nosotros.

-¡Ya basta!, por favor- Gritaba yo mientras veía como le pegaban a mi papá repetitivas veces en el estomago

-¿Ustedes tienen familia?, deben entender, haríamos cualquier cosa por ellos- decía Dalia con un tono de voz suave

-Si son estúpidos, les di una orden, no la cumplieron- respondía la persona al mando con un tono fuerte



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En el texto hay: sufrimiento, amor, guerra

Editado: 08.05.2021

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