En la siguiente clase ya no puedo más.
Voy a buscar a Cameron. Tenemos la siguiente clase juntos pero necesito descifrar qué rayos está pasando por su mente así que camino a su casillero y por suerte, está solo.
Me reacomodo el cabello y sonrío, acercándome a él. Mi corazón pega un salto como siempre, se ve especialmente guapo hoy con esa camisa de botones azules y los pantalones oscuros.
A poca distancia de él, percibo esa colonia que siempre se pone y respiro profundo. —Hola Cam —digo.
Él voltea tranquilamente. —Ah, hola Harmony.
Se gira y sigue ordenando su casillero. Quiero inclinarme para revisar si ahí adentro tiene más rosas o algún regalo, pero no lo hago.
—Um, entonces, ¿Cómo va tu día? —pregunto.
Se encoje de hombros. —Bien.
Juego con mis dedos mientras pienso qué más decir. —Uh, es el día de San Valentín, ¿algo especial te ha sucedido? Ya sabes, dicen que cupido está en el aire.
Hace una mueca. —No realmente, nada interesante.
Exhalo, sintiéndome frustrada. —Bien, que bien.
Cam voltea y frunce el ceño observando la chaqueta de Jack. — ¿Por estas usando eso? ¿Jeremy te la dio?
Niego varias veces. —No, es solo que pasó un accidente y no tengo más opción que usarla. Pero me veo bien, ¿eh?
La respuesta de Cam es tan solo levantar una ceja y doblar la comisura de sus labios. Eso es todo, puede que signifique “podrías verte peor” o “supongo que sí, te ves bien”
Bajo la mirada a su mano y mi corazón se encoje al recordar como hoy había asumido que iba a suceder algo entre nosotros. Que a estas alturas del día, él sostendría mi mano.
Recuerdo los pastelillos que dejé en mi casillero y me debato si entregárselos o todavía no. Siguen siendo para Cam pero aun no estoy segura si algo está sucediendo entre Bayle y él.
—Vamos a clase —dice.
Asiento y me coloco a su lado para caminar hasta el salón. Odio que a mi alrededor hay chicos y chicas abrazándose y tomándose de la mano, se nota que realmente Cupido está por estos pasillos, pero me está ignorando totalmente.
—Entonces, ¿De quién es esa chaqueta? —pregunta.
Tengo que levantar mi rostro un poco para verlo. —Ah, es de… bueno, es que veras, yo estaba en el salón y…
—Ah, espera, olvide una cosa —se detiene y toma su teléfono.
Me quedo de pie pero me da una mirada y creo que quiere que simplemente siga con mi camino. Aun así, permanezco cerca. Veo que mueve sus dedos sobre la pantalla y me pregunto si está enviándole un mensaje a Bayle.
—Cameron —digo—. Vamos a clases.
Asiente y guarda el teléfono otra vez. Cuando se coloca a mi lado, me muevo “accidentalmente” cerca para que nuestros brazos se toquen. Luego bajo la mano y de nuevo, “por accidente”, rozo sus dedos.
Cameron pone su mano dentro de su bolsillo imposibilitando que vuelva a ocurrir.
Llegamos al salón y como siempre, me voy a la esquina del frente. A Cameron le gusta sentarse al frente así que lo acompaño a pesar que yo odio estar aquí, los profesores siempre me miran y me hacen preguntas.
Recuesto los codos sobre el escritorio y Cam vuelve a tomar su teléfono para escribirle a alguien. ¿Es ella? ¿Estará invitándola a salir?
Por suerte la señora Kingsley entra y todos nos reacomodamos. Cameron guardó el teléfono, sin embargo, yo sigo pensando en lo raro que está actuando hoy.
Unos diez minutos después, llaman a la puerta y la señora Kingsley hace una seña para que abran. El que se asoma es Jack, detrás de él están dos chicas que son parte del equipo de animadoras. Los tres están usando unas diademas con antenas que tienen en la punta unos corazones rojos.
—Hola su majestad, venimos a repartir amor a los plebeyos —Jack sostiene unos sobres rojos al igual que las chicas, Ellie y Amalia.
La señora Kingsley (la madre de Jack) exhala. —Háganlo rápido, estamos en clases.
—Sí, su majestad —Jack nunca ha ocultado el hecho que su madre está en la escuela, incluso lo usa para hacerse el gracioso.
Frunzo el ceño cuando veo que están repartiendo esos sobres. Sé que había una actividad sobre entregar rosas pero nunca escuché de esto.
Por suerte una compañera pregunta: — ¿Quiénes los envían?
—Bueno, estos son una confesión especial —Ellie explica—. Son de parte de los atletas así que pueden ser de futbol, de alguna animadora o de basquetbol.
Las personas a mí alrededor empiezan a cuchichear y hacen ruidos de “uuuh” cuando alguien recibe uno de esos sobres. Hasta ahora solo han entregado cuatro, luego Jack se acerca a mi escritorio y coloca uno sobre mi libro.
— ¿Qué? —pregunto.
Jack coloca su mano sobre mi cabeza. —Haz recibido el amor.
Sacudo mi cabeza. — ¿Quién envía esto?
Jack se inclina hacia mí y siento los ojos de todos sobre mí. Los ojos de Cam, los de mis compañeros y los de la señora Kingsley también. —¿Tú qué crees?
La clase estalla en risas y silbidos. Desearía que el suelo se abriera y me tragara. No puedo creer que Jack esté haciendo una broma de este estilo frente a su madre. Frente al amor de mi vida.
¿No le bastó con lo del pastelillo?
Trago saliva. —Yo…
—Bien, ¿ya repartieron todo? —La señora Kingsley se levanta—. Hora de irse y cuando terminen con eso, más les vale regresar a clases. Jack, te estoy hablando a ti.
Jack se separa de mi escritorio y camina hacia ella. Es mucho más alto que su mama. —Claro mamá, oh, digo, majestad.
Veo que presiona los labios para intentar no sonreír. —Jack Kingsley…
—Entiendo —levanta los brazos, aun sosteniendo unos sobres—. Ya me voy, ya me voy —se gira a nosotros—. Disfruten de sus confesiones y recuerden que aún pueden enviar las rosas, pasen en el tiempo libre o sálganse de clases.
—Kingsley —reclama su madre.
Jack ríe y sale con las chicas, toda la clase empieza a murmurar pero ella nos pide silencio y rápidamente retoma la clase. Yo sigo con el sobre frente a mí.
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Editado: 15.02.2025