—Entonces, ven conmigo —Jack me toma del brazo.
— ¿Estás seguro que no nos meteremos en problemas? —le pregunto.
Resopla. —Pues solo son unas flores, no te preocupes.
Mientras caminamos por los pasillos volteo a ver hacia todas partes. Estoy buscando a Cameron pero quién sabe dónde estará ahora. Según recuerdo él sí tiene clases pero no estoy segura si estará con Bayle o no.
Intento hacer recuento de las veces que los he visto juntos. Sí, han interactuado principalmente porque ambos están en los primeros lugares de la clase y han tenido que hacer algunos proyectos juntos pero jamás los he visto fuera de la escuela.
Todo es tan raro. Cam no es así, él no se despierta un día y decide que le dará una rosa a una chica.
— ¿Estas bien? No me has insultado hasta ahora —Jack suelta mi brazo.
Bufo. —Ah, por cierto, antes acompáñame a mi casillero.
—Vamos —dice.
Solo tenemos que desviarnos un pasillo. En un par de minutos estamos al frente y yo estoy tomando una de las cajas con los pastelillos, la abro y se la acerco.
—Toma uno.
Frunce el ceño. — ¿Por qué? ¿Están caducados? ¿Tienen veneno? ¿Les pusiste vidrio?
Abro la boca y entorno la mirada. — ¿Crees que haría algo así? claro que no, quizás lo haría pero no, soy muy joven para ir a prisión.
Jack no toma nada todavía, solo los observa por unos segundos. — ¿Por qué?
Resoplo. —Porque sí. Porque, supongo que es tu regalo de cumpleaños o lo que sea. No me importa, solo toma uno.
De todas formas mis deseos de San Valentín se están esfumando cada vez más.
Se encoje de hombros y toma uno del centro, toma el corazón de azúcar y se lo mete a la boca. —Gracias por desearme feliz cumpleaños —ahora toma un poco de la cubierta roja—. Y gracias por esto.
Asiento y vuelvo a guardarlos. He ahí otro deseo perdido, este podría ser el de, um, no lo sé…
—Gracias —Siento sus brazos rodeándome los hombros.
Jack me está abrazando y mi corazón pega un salto por la sorpresa. Normalmente lo apartaría pero esta vez, dejo que me abrace por unos segundos. No es la primera vez que lo hace pero, hoy se siente diferente por alguna razón.
Y de nuevo, desearía que quien me estuviera abrazando fuera Cameron.
Parece que el pastelillo que le di a Jack representa el deseo de “Que me abrace muy fuerte”
—Bien, es suficiente —digo.
Jack ríe, separándose. —Creo que es el mejor regalo de cumpleaños que me han dado.
Chasqueo la lengua. — ¿Ah, sí? ¿Y qué hay de tu auto el año pasado?
Jack mira el pastelillo, toma otro bocado de la cubierta llenándole los labios del colorante artificial. —No, este es mucho mejor.
Nunca lo diría en voz alta pero, a pesar que Jack puede ser un tonto, también tiene esos momentos donde pienso que es… lindo. Sí, lo dije, es lindo. No me refiero a su cara, me refiero a que algunas veces solo dice las cosas correctas en el momento correcto.
Como ahora, porque recuerdo el ultimo regalo de cumpleaños que le hice a Cameron. Le regalé una playera de su película de ciencia ficción y aunque me agradeció, nunca lo vi usarla.
Bueno, era un regalo. No estaba obligado a usarla, podía hacer lo que quisiera con ella pero, es agradable cuando usan lo que les das.
Por ejemplo HeeSoo se terminó el perfumé que le regalé, Rubí siempre lleva consigo la crema que le di en navidad, incluso Dallas usa los calcetines de alienígena que le compré una vez que fui de compras.
Pero así es Cameron, tal vez la usa para dormir y simplemente no me he dado cuenta de ello.
—Oye, ¿Dónde lo compraste? Está bueno —dice.
Jack no teme en absoluto que su boca esté llena del postre, parece un niño en realidad.
—Um, los hice yo. Mi abuela me enseñó, ¿no están muy dulces? —pregunto, esperando que esta vez no me haya pasado.
Jack bufa. —No, está bien. Ahora recuerdo a Jolie, ¿Cómo está?
Ruedo los ojos. Jack llama a mi abuela por su nombre, también a mis padres. Claro, a ninguno les molesta eso, incluso mamá ha dicho que cuando la llama “Erin” en lugar de “Señora” la hace sentir joven.
— ¿No quieres limpiarte la cara? —digo, arrugando la nariz.
Se toca con un dedo los bordes de los labios. — ¿Por qué no me limpias? Puedes usar tus labios.
Suspiro y cierro el casillero con fuerza. —Vaya, que original. Ya me has dicho lo mismo mil veces.
—Es que hablo enserio, mira Harmony, si un día te cansas de esperar a que chicos tontos e indecisos te volteen a ver, búscame. Eres la primera en mi lista —y así se termina el pastel—. Ahora vamos a que revises ilegalmente las rosas.
—Shh, no digas nada.
Toma su mochila y rebusca algo en ella, luego saca un pañuelo desechable que usa para limpiarse los labios aunque el colorante le ha dejado una tinta sutil roja.
Él me lleva hacia el salón donde tienen las rosas. Conozco aquí, suelen guardar mesas y escritorio, es básicamente una bodega. Cuando entramos me sorprende ver que sobre las mesas están todas las rosas con nombres y numero de salón de clase. Son muchas más de las que me hubiera imaginado.
Camino hacia la primera mesa reconociendo los nombres de mis compañeros. Cada rosa tiene una tarjeta pequeña al lado con el nombre de quien la envía o un mensaje secreto.
Examino cada nombre y me detengo cuando veo el de HeeSoo. Ella y yo siempre nos enviamos una rosa, pero esta no es la mía. No me sorprende que tenga admiradores secretos, ella es asombrosa.
Sigo leyendo los nombres y encuentro una con el de Bayle al lado de otra que es para ella también. Oh, en realidad son cuatro.
Tampoco me sorprende, Bayle es linda y es inteligente.
Pero mi corazón se hunde un poco cuando sigo pasando los ojos por las rosas y no veo ninguna para mí. Estoy segura que HeeSoo me enviará una y si no, no importa, somos mejores amigas y una rosa no arruinará nuestra amistad.
Pero, aun así, me siento rechazada.
Otra vez.
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Editado: 15.02.2025