— ¿Tienes hambre? —Jack me pregunta luego de pasar un rato más en el Festival.
Me encojo de hombros. —Sí, supongo pero no estoy segura de qué comprar ahí.
Él me da una mirada por unos segundos, pasa la mano por su cabello. —Bueno, si quieres podemos ir a otra parte.
Intento no lucir sorprendida. —Eh, suena bien pero hoy es San Valentín. Estoy segura que todos los lugares de comida estarán llenos.
Levanta un dedo. —Hay uno que no lo estará.
Me muevo frente a él. — ¿Cuál?
Lame sus labios. —Mi… casa…
Frunzo el ceño. —No Jack, definitivamente no vamos a ir a tu casa.
Sonríe de lado. —Relájate. No estoy tramando nada y me comportaré, lo prometo.
Suspiro. No desconfío de Jack en realidad y no me aterra quedarme a solas con él pues eso ha pasado antes cuando ha llegado a mi casa por mi hermano y estamos solo él y yo.
Sin embargo, ahora las cosas han cambiado.
—Está bien —pero tengo hambre.
—Bien, vamos —estira la mano dudando con la mirada si voy a tomarla o lo dejaré así, con el brazo extendido.
Tomo aire por la boca y sostengo su mano. —Más te vale que no juegues sucio. Nada de intentar algo tonto.
Resopla. —Mira, sé que a tus ojos no soy el más inteligente pero estoy consciente que tienes hermanos. Incluso si Dallas es pequeño algún día crecerá y podría hacerme mucho daño.
Ruedo los ojos. —Claro.
Fuimos a la casa de Jack como lo habíamos planeado. Sabía que su madre seguiría en el Festival por un rato más y eso me tranquilizaba. La señora Kingsley es amigable pero dudo mucho que se alegre de ver a su hijo adolescente con una chica en su casa, a solas.
En realidad, es mejor si nadie se entera.
—No le digas a Jeremy —advierto mientras abre la puerta.
— ¿Decirle el qué? —pregunta, dejándome pasar.
Siento algo en mi estomago como si alguien estuviera pasando una pluma sobre él. —Esto. Que estuvimos aquí.
Bufa. —Claro que lo haré. Necesito que sepa que al fin te conquisté.
Arrugo la nariz. —Jack, aun no me has conquistado. Esto… entre nosotros es… bueno…
No sé cómo llamarlo. No creo que seamos precisamente amigos y somos algo más que compañeros pero no estamos saliendo y aun no estoy segura de qué siento por él.
— ¿Qué quieres comer? —pegunta, dejando su mochila a un lado, recostada sobre una pared.
He estado en esta casa algunas veces. Es acogedora, de un tamaño mediano, paredes color crema y muebles en tonos marrones. —No lo sé, ¿Qué hay para comer?
Me hace una seña para que lo siga hasta la cocina donde abre el refrigerador y mira dentro, tomando algunos recipientes de plástico y abriendo otros más.
—Te ofrezco espagueti con albóndigas o sándwiches con jamón y lechuga.
Una vez la señora Kingsley le envió a mamá un poco de espagueti y estaba delicioso, se me ha antojado de nuevo. —Espagueti por favor.
—Claro, lo calentaré —señala la mesa—. Ponte cómoda, ¿Qué quieres de tomar? Tengo agua, jugo de naranja, jugo de frutas y agua.
Sonrío, seguramente la señora Kingsley no es fanática de tener bebidas no naturales. —Agua está bien.
—Agua será —responde.
Me muevo hasta la mesa y me siento en una de las sillas. Veo desde aquí a Jack moverse por la cocina calentando todo y luego sirviéndolo en dos platos. El aroma a las albóndigas y la salsa me lleva a la nariz y mi estómago relama por la comida.
Cuando Jack coloca en plato frente a mí me muerdo el labio inferior. Por educación lo espero pero juro que podría comerlo inmediatamente.
Finalmente Jack se sienta y comenzamos a comer. Él y yo no hablamos por los primeros minutos porque aparentemente comemos como si hubiéramos pasado hambre por días. Es un poco vergonzoso pero Jack no me molesta por ello.
Luego mis ojos se encuentran con un cuadro, uno de esos que venden en las tiendas de decoración con frases.
Lo leo y pienso en lo acertado que es encontrarlo en este día.
“El amor todo lo sufre
Todo lo cree
Todo lo espera
Todo lo soporta
1 Corintios 13:7”
— ¿Qué miras? —pregunta Jack.
Bebo un sorbo de agua y le señalo el cuadro. —Eso. Es algo lindo aunque no me encanta la parte donde dice que el amor todo lo soporta. No sé, creo que no hay que soportar todo.
Por un segundo Cameron me viene a la mente.
Jack mira el cuadro durante unos segundos y se limpia la boca con una servilleta antes de hablar. —Bueno, según mamá no habla del amor romántico, habla de un amor sobre natural. Eso es de la Biblia, ¿ves? Pues se trata de eso. Que solo alguien que es amor puede amar así, porque somos un desastre pero nos ama igual.
Asiento. —En ese caso tiene sentido.
—Pero también dice mamá que en parte es así el amor. No creo que hable sobre soportar insultos o cosas malas, sino de soportar los días malos, ¿sabes? Por ejemplo tú… y yo.
Frunzo el ceño. — ¿Tu y yo?
Se encoje de hombros. —Mira ahí, dice que todo lo sufre. Por sentir amor vas a sufrir quieras o no. No por el dolor que te puedan provocar sino porque digamos que… como esa vez con tu conejo y que lloraste. No es que me doliera ver tu muñeco roto pero si me dolió verte así. Sufrí, digamos.
No respondo, nunca hubiera pensado que Jack se sintiera así, en especial porque éramos mucho más jóvenes.
—Y cuando dice que el amor todo lo cree, yo lo asocio con creer que un día de alguna forma íbamos a terminar juntos —mira hacia la comida y juega con el tenedor una albóndiga—. En parte se cumplió, estamos aquí.
He dejado de comer, solo lo escucho, esperando que siga hablando.
—Como esa otra parte sobre esperar. Sin duda he esperado y creo que podría esperar más —admite.
Mi corazón late con fuerza, puedo sentirlo.
—Todo lo soporta… digamos que tuve que soportar verte lejos de mí. Soportar los días donde preferías irte con Cameron que pasar un poco más de tiempo en la casa cuando estaba con Jeremy, soportar ver la manera en que lo veías a él porque yo quería ser esa persona. Soportar la realidad que a pesar de todo, no puedo obligarte a nada. No quiero hacerlo, quiero que si llegas a sentir algo por mí, sea natural.
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Editado: 15.02.2025