¡díganle que se calle!.

II - Una promesa

Me despierto en un hospital, no tenía ni la menor idea de que hago acá. Tal vez todo había sido un sueño o tal vez no... Es posible que yo haga parte de ese sueño que a ella la convierte en real. Lo primero que identifica es a la enfermera monitoreando mis signos vitales, revisando que todo esté bien.

 

Abro lentamente los ojos y al percatarse sale, varios minutos después entra un doctor. —Que bueno que ha despertado joven...— Dice revisando algo en unos papeles. —Nos ha dado una gran susto. Llego con signos de hipotermia, pero dígame... ¿A quién se le ocurre salir a dar un paseo en un día tan frío?...

 

—¿Disculpe?. —Pregunto confundido. —¿Donde estaba exactamente?— Es extraño que hable de paseos, debe estar mal.

 

—En el parque norte, ya sabe... El más grande...— Esa afirmación por parte de él me deja desconcertado.

 

Estaba en un lugar totalmente opuesto al cementerio, ya que queda cerca de la cada de mi madre. Pero pensándolo bien, es en dirección hacia la de mi padre. Eso tendrá algún significado y si es así, ¿Por qué no recuerdo haber llegado allí?.

 

—Hola cariño...— Habla mi madre sacándole de mis pensamientos. El doctor y la enfermera ya no se encuentran, debieron dejarnos para hablar con calma. —Se puede saber, ¿Por qué saliste en medio de la noche?— Está evidentemente molesta...

 

—Fui al cementerio, a visitar a Lily...— Me encojo de hombros...

 

—¿Por qué lo haces si no está allí?— Pregunta acomodándose el cabello.

 

—¿Qué?— Sus palabras me confunden, ¿A caso se volvió loca?.

 

—¿Cómo iba a estar allí si nunca la encontraron?— ¿Cómo así? No entiendo, ellos mismos me dijeron que siempre la podría encontrar en el cementerio. Ahora me intenta decir que viví engañado, que alguien me mintió y sé quién fue.

 

—Me voy.— Me pongo en pie, no quiero dejar escapar un segundo, sin preguntarle la razón de su mentira.

 

Rápidamente me visto, mu madre me mira atónita. Intenta calmarme, pero no lo logra. Viví engañado todo este tiempo y ahora me viene con esto, está mal. Salgo y al pasar cerca del médico, su cara de desconcierto lo dice todo. Me alejo, tomo un taxi. Por suerte iba pasando, le indico la dirección. El trayecto fue largo, más de lo que recordaba.

 

Le pago al señor, me bajo y quedó frente a la puerta de la casa de mi padre. Tomo aire, aprieto los puños y toco la puerta. Vive en un vecindario fantasma, por esta fecha la mayoría de vecinos se encuentran de vacaciones. A muchos no les agrada esta estación en particular. 

 

Vuelvo a tocar, al no tener respuesta. Sigo tocando y cada vez lo hago con más desesperación. Quiero tirar la puerta y sacarlo de dónde esté, para obtener respuestas. Recuerdo la llave, debajo de la tercera maceta. Busco y allí está, la tomo. Introduzco la llave en el cerrojo y lentamente la giro. Examino desde la puerta el lugar, todo parece intacto, pero lleno de polvo.

 

—¡Sal! ¡Sal de dónde estés, necesitamos hablar!— Grito dando vueltas por toda la casa, pero no obtengo respuesta, parece estar abandonada.

 

Pero él me pidió que lo visitara, cada vez que recibía una llamada suya decía exactamente lo mismo. ¿Y si no era él? Porque pensándolo bien, siempre era el mismo tono de voz, la misma respiración, las mismas palabras y nunca agregaba o quitaba algo.

 

Cada vez que le preguntaba por lo que hacía decía "Lo siento, debo irme. El gato tiró algo". Siempre, nunca hablaba más de dos minutos. Ahora entiendo que cuando me llamó en la noche y se oía acelerado no fueron simples suposiciones. ¿Y si estaba enfermo? ¿Y si murió? ¿Si algo le pasó y no estuve allí?

 

Los peores escenarios llegaron a mi mente, quedo perplejo y empiezo a buscar desesperadamente entre sus cosas. Escucho crujidos en el porche, tomo su libreta de notas y la guardo en el bolsillo interior de mu chaqueta. Me dirijo a la puerta y me detengo al ver una señora de corta edad, por ahí treinta, treinta y dos.

 

—¿Que hace usted en esta casa?— Se cruza de brazos. 

 

—Es la casa de mi padre, vine a buscarlo...— Me coloco los guantes, obligado por el frío.

 

—Oh, ¿Acaso no le dijo?... —Niego, hace una pausa y continua. —La vendió hace unos cuatro meses, soy la propietaria y vine a hacerle una limpieza... Él se mudó de un momento para otro, ni siquiera estuvo para cerrar el trato. Mandó a su abogado...

 

—¿Y tiene su número?— Algo de esta situación me genera desconfianza, algo no me cuadra. Presiento que algo está mal. ¿Por qué se iría de aquí, si le encanta su diseño? ¿Por qué no me dijo? ¿Por qué no contesta? ¿Por qué siempre era él el que llamaba?

 

—Lo siento, pero no contesta. Lo he intentado contactar pero el número está fuera de servicio... Pero se lo puedo dar...— No está ese dichoso abogado, ¿será que le hizo algo?

 

—Sí...— Saca una tarjeta y me la entrega. —Muchas gracias... —Sin importar respuesta salgo de la casa, sentía una horrible presión. 

 

Llamo un taxi, observo detenidamente la tarjeta. Reconozco inmediatamente el icono que allí se muestra, es del bufet de abogados del pueblo. Son como tres, pero debo ir, ese dichoso señor Baker.

 

Supongo que él está desaparecido, porque una llamada extraña de hace cinco meses me confundió. "Cuando vengas me llamas, no antes. No llegues de sorpresa". El el fondo, antes de colgar escuché un sonido extraño, pero lo ignoré. Debí insistir, si el abogado no me dice dónde está voy directamente a la policía, merezco una explicación. 

 

Llego al lugar, está casi vacío. —Buenos días, una pregunta... ¿El señor Baker?— Pregunto en recepción. 

 

—No está...— Responde la señora.

 

—Es una emergencia... —Insisto. 

 

—Mire, realmente no ha venido a trabajar en varias semanas. Aparentemente nadie conoce su paradero. Desapareció de un momento a otro... Lamento no poderlo ayudar...— Concetra su vista en el computador frente a ella y me retiro, el nudo en mi garganta no me deja hablar.



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En el texto hay: familia, hermanos, tormento

Editado: 14.12.2020

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