Dijiste Quererme (amores En Peligro)

Capítulo 29 Estaré

-Saldré cómo si nada y me los toparé a propósito, fingiendo ser una turista despistada en busca de acción. 

-¡No! Eso suena descabellado y peligroso. Te violarán y te matarán. ¡Son gatilleros! 

-¡No soy tan tonta! Los emborracharé como en las películas. 

-Son matones. Ni siquiera querrán armar una fiesta contigo. Irás directo a la cama. 

-Existen maneras de engañar a esa clase de hombres. Aunque tienes razón en afirmar que no son cualquier clase de hombre. Son de los peligrosos. Debo hallar la manera de entramparlos. ¡Ayúdame a pensar!

-En algún momento del día tendrán que ir a comer. Si te haces pasar por la mujer del servicio de limpieza y entrar antes de que se vayan para que no echen llave. 

-Voy a echar un vistazo por todo el Hotel. Debe haber un lugar donde pueda tomar un uniforme de mucama. 

-Insisto que es peligroso. Debemos pensar en algo que no ponga en riesgo tu vida. 

-No creo que haya un camino fácil. Quédate aquí. Iré a echar un vistazo. Averiguaré en qué habitación se están hospedando. 

Alberto quiso rebatir la decisión de Natalia. Pero ella caminaba muy aprisa en dirección a la puerta y salió sin darle tiempo de pestañear. 

Sin duda, ella era una mujer valiente. Alberto sonrió y después echó un suspiro mortificado. Se quedó mirando la puerta por donde Natalia había salido. Sopesó la situación. Ella tenía razón; a él, los tipos lo identificarían de inmediato; en cambio a ella, la confundirían con una hermosa turista despistada y de inmediato se sentirían atraídos por sus inigualables curvas y por aquellos labios encantadores. Pero era un plan demasiado arriesgado, por lo que debía estar atento ante cualquier evento que pudiera salirse de las manos. 

Se acercó a la puerta y la abrió lentamente para asomar la cara. Alcanzó a ver a Natalia que caminaba por el pasillo en dirección al looby del hotel. La vio caminar con decisión. Ella repasaba con la vista cada habitación como si tratara de memorizar la numeración. 

De pronto, la vio detenerse y escuchó el chillar de una puerta al abrirse. Redujo el resquicio de la puerta para no ser visto. Enseguida escuchó voces. ¿Era el llanto de una mujer? Se asomó unos centímetros más y pudo ver a Natalia que tomaba de los hombros a una mujer encorvada de la espalda que se cubría el rostro con ambas manos. Todo parecía indicar que era la mucama. Natalia trataba de calmarla sin éxito. La mujer lloraba azotada y sin consuelo. 

Alberto agudizó el oído para tratar de escuchar la conversación que Natalia estaba empezando a tener con la mujer. 

-¿Te han tratado mal?- Escucho decir a Natalia. 

La mujer aumentó el nivel de intensidad de su gimoteo. Dijo algo pero fue ininteligible a causa de la aspiración de mocos y la venida de más llanto. 

Otra vez escuchó la voz de Natalia que insistía pero en esta ocasión con un acento de indignación y coraje. 

-¿Quién? ¡Dime quien fue! 

De nuevo el balbuceo de la mujer. 

Vio a Natalia inclinarse un poco hacia la mujer para afinar el oído y escucharla. El volumen de la mujer que lloraba era muy bajo. Ella balbuceó cerca del oído de Natalia por algunos segundos. Alberto tenía los ojos clavados en la expresión de ira que Natalia estaba mostrando en ese momento.

La mujer echó la vista al suelo mientras Natalia se apartó un poco de ella cruzando los brazos encima  del pecho en un silencio respetuoso por el dolor que estaba atravesando aquella persona.

Natalia caviló por espacio de cinco segundos. Se puso una mano en la barbilla y la otra en la cadera en posición de jarra. Tal parece que analizaba lo que ocurría. Después volvió a tomar a la mujer de los hombros pero ahora con la intención de obligarla a caminar para alejarse de la habitación. 

Al verlas venir en dirección suya, Alberto cerró la puerta por completo y volvió al interior de la habitación. Se sento en el filo de la cama a esperar a que la puerta se abriera y por ella apareciera Natalia para ponerlo al tanto. Estaba seguro que ella estaba echando a andar un plan en su cabeza y que aquel asunto de la llorona del pasillo lo aprovecharía. 

-Esa Mujer es la mucama-.  Se dijo a sí mismo. -y esa era la habitación de los tipos que robaron la camioneta de Pablo. 

Pasaron cinco minutos. Alberto vio su reloj de pulso y empezó a extrañar a Natalia. No saber de ella, aunque fuera por poco tiempo, lo estaba preocupando. 

¿Era preocupación o era que algo le estaba naciendo muy adentro del pecho? Alberto se hizo esa pregunta y sonrió. Indudablemente, no quería que algo le ocurriera, pero también la quería ver siempre a su lado para contemplar su absoluta belleza, que iba desde su pelo hasta las uñas del pie. Sonrió cómo tonto pero enseguida se despabiló para preocuparse y hacer algo para que ella volviera a su lado. Debía tenerla asegurada para que nada malo le pasara. 

Apenas iba a impulsarse del torso para salir de la habitación cuando en eso la puerta se abrió y vio a Natalia entrar presurosa y con una expresión de querer hablar de manera urgente. Y lo hizo en cuanto la puerta golpeó con el marco y se trabó. 

-¡La lastimaron!- Fue lo primero que Natalia arrojó como información. Tenía el rostro compungido. 




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