Dijiste Quererme (amores En Peligro)

Capítulo 37 Prométeme

-Aparecerá-. Alberto hacia enormes esfuerzos por tranquilizarla.

-Debimos dejar que ese auto nos atrapara. Creo que es la única forma de llegar a mamá.

-También lo pensé, pero no me pareció buena idea, porque no sabemos con certeza si Nereida tiene a tu mamá. Es mejor hallar la manera de acercarnos a ella sin ser capturados. Tal vez podamos negociar. Recuerda que tenemos el dinero que le quitamos a sus hombres.

-Empiezo a tener miedo, mucho miedo- Expresó Natalia dibujando en su rostro una mueca de incertidumbre.

- Te confieso que yo también. Es increíble como las cosas giran de un día para otro. ¿Te das cuenta? Pensé que este año sería inolvidable por qué me casaría con la mujer de mi vida.

Sin querer, hizo que Natalia se pusiera intranquila. Un dejo de tristeza acudió a su rostro.

Alberto continuó hablando:

-Y ahora aquí ando en otro camino, siendo perseguido por algo tan absurdo. ¿No te parece que es inusual?

Natalia no respondió. Se quedó callada pensando en lo que él había dicho.

Su cerebro se estaba llenando en ese momento de ideas que no le estaban gustando. ¿Será que era ella tan solo una opción para que él no se sintiera solo en el duelo de una decepción? Natalia sintió que una espina se le estaba clavando en el pecho en ese momento. Aunque se había jurado tener paciencia para lograr que Brenda saliera por completo del corazón de Alberto, era lógico suponer que él aún la amara, pues habían pasado muy pocos días desde que él se enterara de su traición.

Ella estaba dispuesta a tener paciencia, pero ¿y él? ¿Qué había de él? ¿Alberto de verdad estaba dispuesto a olvidar a Brenda? Recordaba ser ella misma, cuando en la universidad, aconsejaba a sus amigas que “un clavo saca otro clavo” nunca era la mejor opción, pues los que han amado y han sido traicionados argumentan que lo mejor es dejar pasar el tiempo antes de iniciar con otra relación. ¿Acaso la suya con Alberto, que había nacido en medio de un mar de despecho y cobijada después por la sombra del peligro, estaría destinada a fracasar por tomar él la decisión de hacerla su novia antes de olvidar a Brenda?

Todo le pareció tan complicado a Natalia que prefirió no seguir analizando y deshacerse de la nube gris de horribles pensamientos que se había tejido al interior de su cabeza.

Lo hecho, hecho estaba, y ahora había que arriesgarlo todo por ese amor en peligro.

El resto del camino avanzaron en silencio. Silencio que fue interrumpido hasta que pararon el auto frente a la casa de Diego. El primero en bajar del auto fue Alberto. Natalia decidió esperar al interior del auto. Alberto rodeó el cofre para colocarse frente al barandal de la casa de Diego, y fue en ese momento, cuando escuchó que alguien, a cierta distancia de ellos, gritara su nombre. Giró el cuello y vio venir a un hombre que de inmediato reconoció.

-¡Jorge!

Jorge se acercó furioso con los puños duros, la mandíbula trabada y los ojos puestos en Alberto, como un diablo de pastorela que mira al ángel que debe exterminar.

Natalia, en cuanto pudo reconocerlo, bajó del auto.

Alberto no pudo evitar sentirse nervioso al verlo caminar de esa forma hacia él, pues la última vez que lo tuvo enfrente casi le arranca la vida con una herramienta de auto encima de su cráneo.

No se le ocurrió otra cosa, más que levantar ambas manos al frente en señal de paz.

-¡Quiero que en este momento me digas dónde está mi esposa!

-¡No lo sé!

-¡No te hagas el tonto! ¡Ella huyó contigo! ¿No es así?

-No. ¡Te lo juro!

Natalia se acercó para interponerse entre ambos.

-Escúchame, Jorge-. Alberto utilizó un tono amable y suave para armonizar la situación.

-¡Los dos me la van a pagar!

-Jorge, soy Natalia, mucho gusto…

-Apártate por favor, que no es contigo-. La actitud de Jorge fue tajante y ni siquiera la miró.

-Déjame hablar contigo-. Insistió Natalia.

-¡Que te apartes te digo!-. La voz de Jorge endureció aun más y en esta ocasión miró a Natalia de un modo fulminante.

-Alberto no tiene nada que ver con Bárbara – insistió Natalia. - Todo fue una confusión. Ella no te engaña con Alberto. Casi ni se conocen.

-No trates de defenderlo-. Jorge le sostuvo por un segundo más la mirada para después dirigirla de nuevo a los ojos de Alberto.  - ¡Y tú eres un cobarde que te escondes bajo las faldas de una mujer!

Alberto rebasó la figura de Natalia y se enfrentó cara a cara con Jorge

-Lamento mucho que tu cabeza no entienda lo que ella te está diciendo. Tú tienes una cuenta pendiente conmigo, me hiciste daño sin yo ser culpable.

-Y debes agradecerme que no te maté porque yo te quería ver muerto.

-Me mandaste al hospital y estuve a punto de perder la vida. Y gracias a que yo estuve postrado casi dos semanas, algunas cosas de mi vida dejaron de funcionar; se echaron a perder y hoy estoy sufriendo las consecuencias.




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