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«De tus labios son sacados las palabras más bonitas, aquellas que siempre dices cuando me ves, y que de algún modo, siguen sonando en cada uno de mis pensamientos».
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Salí del taxi aun nerviosa de que haré con las chicas, más bien no sé si seré la Luna que ellas quieren ver, porque he cambiado, no sé sí para bien o para mal, pero lo he hecho, aunque digan que sea la misma de antes, sé cómo fui antes, y es un reflejo que afortunadamente no tengo en mi vida, esa Luna que fui, esa persona que todos amaban, no la amaba yo. La odiaba, la odiaba hasta el punto de querer deshacerme de ella. Hice una mueca al recordar esa pequeña época de la que pude deshacerme a tiempo, aunque a veces quedaban estragos de ella, porque al final no pude quitarme esa parte negativa que nadie más que yo conoce, esa que con tantas canciones, con tantas cortadas, con exceso de trabajo, no pude deshacerme hasta que conseguí seguir, hasta que pude contarle lo que me pasaba a alguien en quien podía confiar, y me protegió, me guió, y pude mejorar, esa persona, me salvó y me dejó, me dejó sin mencionarme nada, abandonándome en el mundo que me perdió desde que cumplí los 10 años, aunque todo eso pasó, y ahora estoy aquí, confiando en aquellos que se lo ganen, en aquellos que me quieran, no en esos que utilizan a las personas por miserables pensamientos retrógradas que los hacen hacer estupideces.
Da igual como lo piense, esas personas no merecen que ni una sola persona apueste por ella, pero sé que ese es un pensamiento bastante egoísta de mi parte, porque según la gente todas las personas merecen segundas oportunidades, mentira. No todas la merecen, porque muchas la desperdician, y piden una tras otra, sin parar, engañándose a ellos y a la misma persona que le da la oportunidad, pensando tontamente que le dará todo aquello que soñó. Pero no será así, cuando aquella persona no coge la segunda, la que es la última que se le debe dar a una persona, apártala, porque el daño ya está hecho, habrá mucho más dolor sí se sigue en un mismo lugar que no va para ningún lado, solo en el mismo rumbo que espera destrozar cada parte de ti, cada trozo que estaba junto a ti, y lo peor de todo es que lo que sentías, lo que sentías lo lamentarás a cada segundo, se dirán tontos, se culpara a uno mismo, cuando la culpa no fue tuya, sino de aquel que decidió desechar aquella oportunidad que tan bellamente se le dio. En fin, estos pensamientos pocas veces me embargaban, ellas lo habían impulsado, siempre logrando que pensara en el pasado, ya sea con ellas, o sin ellas, siempre recuerdo algo que hace mucho olvidé.
—Pero nada se olvida, solo se esconde en la parte más oscura de uno, deshaciéndose de aquello que está podrido y que nos hace daño, que no nos dejará avanzar, por eso se hace. Por eso se retiran esas partes que consumen toda nuestra energía y la abandonamos como ellas hicieron con nosotros —suspiro.
Ya dejando atrás aquel tema que no me gustaba pensar, porque me hacía ver puntos que muchas personas... yo incluyéndome, deberíamos tomar en cuenta antes de brindar oportunidades que la gente no pide, que no quiere, y que solo la utilizan para romper más a la persona, y cuando lo hacen, cuando logran su cometido... simplemente se arrepienten, y nunca he sabido si es de forma sincera, o sí es igual de falso de lo que había hecho para romperla. No sé, tal vez nunca lo descubra.
Miro el que se supone que es el café en el que nos encontraríamos, me quedo boquiabierta porque es bastante grande, al menos por fuera, y he de decir que bastante bonito también. El local tenía un aspecto brío, los colores ni tan opacos, ni tan fuertes, era un naranja parecido al del atardecer. Lo que más me gustó son las imágenes que estaban colocadas en la parte inferior, pero no pintadas, sino como si fuese un rompecabezas. Ya con solo eso me tenía ganada.
—Wow, no solo estás sexy, ¡estás grandiosa! El ser una diseñadora te sienta, haces que las cosas tengan un sexy sutil, del que cualquier mujer que no muestra mucho estaría orgullosa. Deberías de darme un poco de esa asesoría, a veces luzco un poco vulgar por cómo me visto, o eso he pensado debido a las miradas reprobatorias de las viejitas.
Volteo hacia la voz, quedándome impresionada al ver la imagen de una mujer totalmente diferente a la que conocí aquella noche. Sonrió victoriosa al observar mi mirada de aprobación hacia su vestimenta.
—¿Te gusta? Tengo un estilo completamente diferente a ustedes chicas, pero eso no me hace menos sexy de lo que cualquiera pensaría, en cambio, puedo convertirme en la fantasía sexual de alguien esta noche —alzo las cejas pervertidamente, instintivamente sonreí hacia ella mientras negaba con la cabeza.
—No creo que algún orangután quisiera tener fantasías contigo, eres mucho para ellos, sin duda huirían al verte tal y como estás —chasquea la lengua mientras observa a los hombres pasar por la calle, hecho que le hizo fruncir el ceño—. Mucha mujer para idiotas que no tienen que ofrecer más nada que su pene inservible, esos imbéciles no tienen que merecer ni siquiera una mujer decente porque la engañan, malditos parásitos. Pero no vine a insultarlos y a dañarme el día con ellos, más bien disfrutar de como estas dos bellezas completan por tirarle el culo al piso, sé que no me decepcionarán chicas —sonríe brillantemente hacia nosotras, con sus brazos alrededor de cada una.
Me detuve a verla a ella, y su look no cambió mucho a como la vi la última vez, solo hizo algunos retoques, y agregó unos lentes de sol y una gorra hacia atrás, lograba combinar con el outfit que tenía, pero estoy segura de que se vería mejor sin ellos.