«Después de todo los lazos de sangre son innegables a pesar de que quieras decir lo contrario la verdad estará delante de tus ojos, cree en el arrepentimiento, porque, a fin de cuentas, la familia, es la familia y uno no se puede deshacer de eso»
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La fiesta duró lo suficiente como para que yo decidiese irme, lo que significa que no duré ni 3 horas en ella, importándome la mirada incrédula de Phineas al verme irme como la cenicienta, solo que en esta ocasión, la cenicienta no tenía ningún zapato que dejar atrás que le garantizara que él la encontrará, justo lo que quiero. Suspiré con alivio al verme fuera de tanto escándalo, tantas palabras falsas y vanas que ya me tenían cansada, solo quería ir a casa, tener un maratón de películas con Zack en el sillón y quedarme dormida alrededor de una de las tantas películas que pondremos. Eso saciará los recuerdos de aquel beso accidentado, y del otro que me dejó embobada, por más que quiera negarlo. Pero no puedo seguir permitiendo que me conquiste tan fácilmente, tengo que dar mi batalla y hacer que el corazón no caiga tan rápido, porque lo aceptaré, con una persona como él rondándome será completamente difícil para mí no caer, lo sé. Además de que el corazón sabe a quién amó primero, sabe que quien le pertenece por primera y única vez es a él. Aun me pregunto cómo rayos me encontré en esta situación donde encontré a personas que ni siquiera recordaba, y que una de esas tantas personas era mi primer amor, clásico. De veras, muy clásico.
Me monté en el primer taxi que vi y me dirigí a casa, tenía claras intenciones de tener un maratón, pero dudaba que fuese de películas, porque si no tendría que aguantar las de fantasía y super ilógicas que pone Zack, más bien disfrutaré un poco de Glee como hace mucho tiempo no hacía. Sonreí con esa posibilidad entre mis pensamientos, recosté mi cabeza en la ventanilla viendo lo bonito que se veía la ciudad de noche, y a una velocidad gradualmente buena, era bueno vivir, pero el trascurso es lo que cansa y hace pensar a las personas que no vale la pena, aunque quien sabe, cómo moriremos, que haremos después de ahí, siempre he tenido curiosidad de ese hecho, porque veo la vida pasar con mis ojos, y me pregunto, cuando los cierre, ¿qué habrá allí? ¿Lo mismo que veo ahora? ¿Otra vida? No lo sabía, pero esas cuestiones atormentaban a mi cerebro en días como estos que no tenía nada que hacer.
Salí del auto y me dirigí con tranquilidad hacia mi edificio, pero esa tranquilidad se vio interrumpida por el tono de emergencia de Zack, fruncí el ceño ante aquello, ¿ahora que pasaba? Corrí hacia adentro del edificio con claras intenciones de ignorar el ascensor, me fui directo a las escaleras, y en menos de 6 minutos llegué a mi piso, exhausta sí, pero había llegado más rápido que con el ascensor sube y baja, espero este piso, espero aquel. Mucho más rápido. Transpiro un poco antes de enderezar mi espalda e ir hacia mi apartamento con aparente calma, pero con una preocupación evidente en el rostro.
—¿Qué demonios pasa Zack? Ese tono deja mucho que desear, ¿te tienes que ir otra vez? ¿Tu hermana está bien, le pasó algo? —Parpadeé sorprendida al ver a alguien que jamás pensé volver a ver, sentada en mi sofá, con mi mejor amigo, y una revista en las manos.
Mi revista. Apreté los labios con molestia, porque esa mujer no debería de estar aquí, debería estar en su hogar, donde pertenecía, no entendía que hacía aquí, después de todo me dejó bien claro que no éramos nada, con esa pelea que terminó con nuestra relación crudamente.
—Tu madre llegó hace unas horas, pensé que no debía interrumpirte, pero te vi llegar hace unos momentos, así que... —le brindo una sonrisa agradable a mi madre antes de pararse del sofá y llegar hacia mí con cautela—. No sabía qué hacer, tu madre solo habla coreano y estoy nulo en ese tema, solo entendí que era tu madre cuando dijo su apellido, pero ciertamente, no pensé que algo como esto sucedería, ¿no habías dicho que habían peleado y que por eso cortaron la comunicación? ¿Qué pasa con esta visita sorpresa entonces?
—Cállate, no sé cómo te atreviste a recibirla cuando sabías ese dato —mordí mis labios al arrepentirme de lo dicho, suspiré al verla observarme con tristeza pura en sus ojos, ignoré su mirada y me centré en Zack—. Esto es algo completamente inesperado, yo tampoco lo sabía, desde hace 4 años que no hablábamos, no entiendo que hace aquí, me hace sentir incómoda, y eso es mentira, mi madre no solo habla coreano, papá era americano, de algún modo se tenían que comunicar, el inglés era más fácil que el coreano, mamá lo sabe, te ha tomado el pelo en todo este tiempo Zack —sonreí divertida hacia él, y miró incrédulo a mi madre, como si estuviese bromeando. Di media vuelta con la clara intención de mostrarle—. ¿Desde cuándo no hablas inglés madre? Tengo entendido que es un idioma que dominas muy bien, no puede ser que se te haya olvidado tan fácil ¿o sí?
—Lo siento querido, pero no sé muy bien de qué hablar con extraños, es un tanto trabajoso e incómodo el hacerlo cuando recién nos conocemos ¿no crees? —Evité forzosamente el hecho de rodar los ojos, siempre hace lo mismo, y sé que no es de mala manera.
De ella acogí mi desconfianza hacia los demás y claro, debido a un percance en mi niñez también. Pero no podía tratar con tanta indiferencia a un completo extraño que la recibió con agrado.
—Qué idiota, me engañaron fácilmente —susurra por lo bajo, de todas formas, lo escuché quejarse.
Sonreí hacia él con entendimiento, era evidente que aquella manera le tomó desprevenido y lo puso un tanto incómodo, lo sé porque se puso completamente derecho para hablar con ambas.
—Madre, ¿qué haces aquí? Tengo entendido que tu vida no está aquí, desde hace mucho abandonaste cualquier relación con este país, ¿o me equivoco? No comprendo a que se debe tu visita inesperada, cuando en ningún momento hemos estado en buenos términos tú y yo. Creo saber que nuestra relación se ha deteriorado desde que papá murió, sí nos llevábamos mal antes, después de su muerte nos llevamos peor, lo bueno de todo esto es que la Luna de ese entonces no sabía que la habías engañado para vivir allí, porque en ese momento la hubieses perdido como hija. Al menos ahora, solo tienes mi consideración, pero nada más.