Dile al corazón

Capítulo 23: Bruja vestida en seda (1).

«Las flores se hacen hermosas cada vez que la riegan, así mismo pasa con las personas, mientras más cariño le das, mientras más bueno seas, recibirás una de dos cosas; o el mismo cariño... o la desgracia de no resivirlo, pero no hay que desanimarse, siempre hay personas que sepan apreciarte, tanto a ti, como a lo que le das».

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Es viernes. Es el día maldito en el que las cosas pueden salir bien como mal, y estaba nerviosa, muy, porque no quería arruinar la cena de ellos, pero me conocía, si me provocan, recibirán agrides de mi parte, y, comúnmente no es de la dulce con ese tipo de personas. Suspiro. 

—Mierda, no puedo evitar estar ansiosa —enrede los audífonos entre mis dedos, pensando en cosas positivas. 

Realmente, he estado bastante incómoda con Vincent, como era de esperarse de una situación así, pero lo más sorprendente es que el sigue igual, como si nada hubiese pasado. Al menos, hasta ayer, ese día nos tocó hacer una clase interactiva en grupo y él me agarró de los hombros y dijo; Sí que me gusta esta compañera. ¿No te negarás, cierto? 

Sé que la coquetería es parte de él, pero ahora, es como que sí quisiera demostrarme, que sí siente algo por mí, que no lo hacía en broma. Y es lo que más me tiene frustrada. ¿Por qué las cosas tienen que ser así? He comenzado a pensar que el amor es bastante lamentable, en la mayoría de los casos. Desgraciadamente, uno no puede cambiar los sentimientos de las personas, de ser así, habría menos corazones rotos, menos problemas existenciales, y gente más feliz, porque la ignorancia trae eso: felicidad. La verdad solo es un problema, trae muchas consecuencias, y el dolor, es la peor y la más frecuentes en ella. 

—¿Qué haces sola en este lugar? —Alcé mi vista, distraída con la voz de Mirei de fondo, arte del bueno. Ese es el J-pop que amo.

—Oh, Oriel. Eres tú —se sienta a mi lado, analizándome de a tanto.

—¿Te entró las ganas de andar en soledad? Te ves bastante pensativa —hace una mueca, dudoso de continuar—. Es raro verte de esa manera, y ya sé que no me corresponde decirte esto, pero, es evidente que tú y el hombre que siempre te acompaña, tienen dificultades amorosas —abro los ojos sorprendida ante esa afirmación. Sonríe—. Luna, a pesar de que no conozco de nada a ese hombre, lo vi en sus ojos, y también cuando pasé a buscarte al aula para las clases, se me quedó viendo duramente, como si me analizara. Fue bastante divertido ver esa reacción.

—Así que todos lo sabían. Es realmente divertido —dije con amargura. Esos sentimientos son los que me tienen de esta manera.

—También es evidente que estás luchando, tratando de buscar una manera que no lo lastime. Pero debes recordar, que el amor es así. En nuestra vida no serán pocos los corazones rotos, aunque hay una leve diferencia en la cantidad —lo observo curiosa—. Que mientras más tengas, más pequeño será el rasguño, es lamentable decirlo, pero, ya estás acostumbrado a que eso suceda. ¿No crees, que lo mismo será para él sí se lo dices? El pobre chico necesita saberlo. Será más fácil para él ahora, que después. Sé lo que te digo.

—¿Te han lastimado de esa manera? —Sonríe de lado, dándome la respuesta. Me acomodo más al árbol, pensativa—. Así que es de esa manera en la que lo descubriste. Dijiste que eras malo con las mujeres, pero a pesar de eso, lo has intentado muchas veces, ¿no es cierto? 

—Muchas, muchas; no. Me di cuenta de que intentarlo con tanta fuerza no me sirve de nada, es realmente problemático darme cuenta de que ellas simplemente les gusta perderse de las cosas buenas, y para que negarlo, soy bastante bueno para ellas, no vale de nada recordarlas cuando rechazaron cada cosa de mí, catalogándome de muchas maneras, y siempre fríamente, que es lo más divertido de todo —sonríe amargamente. Para luego encogerse de hombros, me di cuenta nada más ahora, de que él era alguien sumamente interesante y bueno, demasiado.

Y poca gente lo sabía apreciar, lastimosamente.

—Suelo decirles a mis amigos esto: Vida hay una sola, y personas hay muchas, esperar no cuesta demasiado cuando tienes tus metas y a tu gente a tu lado. El mundo no es justo, pero eso no significa que algunas personas lo sean, solo cree en eso, y sigue andando. Que es lo único que nos queda —sonreí al finalizar, porque todo esto me lo dijo mi papá cuando cumplí catorce. Estaba pasando una situación un poco intensa, y él fue mi salvavidas, como siempre.

Se queda callado por unos minutos, analizando lo que le dije. Sonrió y me observa con una ternura que no pensé que recibiría.

—En verdad estoy agradecido con el Prof. Williams, me dejó en manos de alguien bastante cálido. Aunque nunca me advirtió del comienzo, pensaba que sería hombre muerto en ese entonces —ríe al recordar cual fue nuestra primera interacción. Lo acompañé a los segundos, afirmando sus últimas palabras—. ¿Sabes? Llegar a pensar que sería parte de tu círculo social, no era lo que esperaba —ceñuda, lo observé—. Me explico, mi historial con las mujeres no es el mejor, a pesar de que busco ser su amigo, ni a la esquina con ellas, entonces, me parece bastante sorprendente el hecho de que tú, sí me consideres uno. Pero, aun así, me alegro de serlo. Tengo a quien pedir consejo desde ahora —dice con burla hacia mi persona.

—Te recomiendo que mejor busques al señor Google, no más me sale la inspiración cuando andan medio tontuelos, ya sabes, sin mucha energía de por sí. Soy muy mala en eso, creo que a simple vista se nota que grado de consejera soy —hice una mueca, dando a entender mi respuesta.

—¿Google? —Ríe con sorna, a lo sola mención del resuelve problemas—. Estoy perdido entonces, ese amigo me ha abandonado desde que tengo uso de memoria, solo sirve para generar más dudas en las personas. No ayuda en nada.

—Déjame decirte que cuando no quería ir a la biblioteca, lo único que hacía era buscar la clase, por ende, el señor, sirve para algo al menos. Eso sí, debe mejorar su calidad de información, a veces ni siquiera sabía lo que estaba escribiendo —reímos un poco, porque era cierto. Siempre salía con algo raro, y uno de tonto lo escribía sin saber que en realidad la información era incorrecta.




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