«Las decisiones más difíciles son las que siempre terminan quitándote algo; depende de ti aceptar el riesgo, y todo lo que pierdas, todo lo que se irá después de decidir... es algo que, sin predecir, terminará pasando».
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—Has estado muy pensativa en todos estos días, Lulú. ¿Qué te pasa? Nunca te había visto así —lo oí suspirar al ver que mi estado anímico no era el mismo de estos días—. He estado demasiado ocupado en estos días para verte, lo sé, la última vez que nos vimos fue en tu cumpleaños, ¿quizás estés enojada por eso? —Su sonrisa se fue ensanchando a medida que torcía los labios. Se acerca con lentitud—. Vamos, puedes aceptarlo, sé que se te da difícil, pero a estas alturas debemos ser sinceros el uno con el otro. Sobre todo, tú, cariño.
Rehuí su mirada y me quedé con aquellas palabras: Debemos ser sinceros el uno con el otro. Diablos lo sé, he intentado meter el tema una y mil veces, pero... es como si la lengua se me trabase al ver sus mimos, al ver su cansancio, siempre algo me retiene, pero ya no puedo más, estábamos a comienzo de la navidad y ya debería saber lo que me han ofrecido. Ya... debería hacerme a la idea de lo que podría pasar.
—Cuando aquello pase tu estarás maldiciéndome, y yo estaré en un avión con tu nombre en mi cabeza, preguntándome si en verdad merezco lo que sientes por mí —muerdo mis labios cuando sus ojos se me quedan viendo analíticamente. Suspiro—. Tengo algo muy importante que decirte. No sé cómo lo tomarás, pero... esto en verdad es muy importante para mí, determinará mi futuro como diseñadora.
—A ver, sí eso es lo que te ha puesto de esta manera, necesito escucharlo. Cuéntame. ¿Qué es eso tan importante? —Se acomoda en el sofá con una copa de vino entre sus labios. Nerviosa, me senté a su lado.
—Pues —jugué con mis dedos un momento, y dejé mi vista en ellos, sin alzar la mirada—. ¿Recuerdas a Ailén Fernsby? He estado hablando con ella últimamente, ya que ella ha sido una de las personas que ha apostado por mi talento en una fiesta a la que me han permitido participar, pero bueno, esa es otra historia, lo importante es lo que ella me ofreció —sonrío débilmente hacia él y continúo—; Me ofreció terminar mis estudios en una universidad francesa, y mientras esté allí, seré pasante en una empresa que está buscando nuevos talentos. Yo soy una de ellas. No le he dicho nada aún, pero tengo muy claro cuál es la respuesta que le voy a decir, aunque eso no es lo que me preocupa, yo... —su voz interrumpe lo siguiente que diría, su mirada era confusa, interrogante, su rostro quería aparentar que estaba igual antes de escuchar lo que dije, pero no era así, era evidente que aquello le vino por sorpresa.
—¿Te vas? ¿Otra vez? —Sonrió de costado, jugando con la copa que tenía en mano. No me miraba, mantenía la vista en la copa, con seriedad—. Debería de estar sorprendido, pero ¿sabes qué? En realidad, lo esperaba, siempre haces esto. Darme tanto, para quitármelo cuando menos me lo espere. ¿Es algo que te gusta hacer? Unos cuantos meses, y, ¡saz! Te largas como aquella vez. Es realmente interesante todo esto. Sumamente interesante.
—Callum, de por Dios, ¡que no es así! Es una oportunidad entre muchas, te lo estoy contando porque no sé qué hacer, lo he pensado, y pensado, y no tengo idea de lo que pasará. ¡Por el amor de Dios! Estoy buscando tu comprensión. Contigo. No me quiero ir sin tener claro lo que pasará entre tú y yo —ríe forzosamente, dejando evidente su tristeza.
—¿Qué quieres que te diga? Sí ya lo tienes todo decidido. Y, puede que me esté equivocando, pero ¿ha sido antes desde tu cumpleaños, no es así? —No contesté, aquello se lo tomó mal. Había dejado su copa en la mesa con fuerza, evitándome a toda costa—. Vaya. Así que soy el último en enterarme, puedo contar con las manos las personas que lo saben, y se supone, que sí soy el que tiene que ver con esto, debería de ser el primero. Hasta me da risa todo esto. Un completo idiota es lo que soy.
—Vamos Callum, no te pongas así, que no es verdad lo que dices. Tú eres el primero en saberlo. Las chicas no lo saben aún. De lo contrario no estaría de esta manera, sino mucho más impotente de lo que estoy ahora —susurré a lo bajo, estaba preocupada, nunca había esperado aquella reacción. Era completamente diferente a como lo imaginaba... después de todo, las cosas nunca salen como las planeo.
—Perdóname por dudar de ti, pero no te creo. No, yo... —pasa las manos por su cabeza, sin saber muy bien que hacer—. Luna, ¿por qué tiene que ser ahora? Justo cuando te tengo más cerca... desapareces otra vez. Yo te amo, pero ¿qué diablos hago haciéndolo si tú te vas a cada momento que parece que todo está bien? No consigo entender qué diablos pasa con esto. Pareciese que... no, no importa. Ya lo decidiste, ¿cierto? No tengo voz ni voto en ello. Es algo que tú quieres, y es lo que vas a hacer ¿no? —Su sonrisa triste dejó un vacío en mi pecho. No, no, no, yo no quiero esto. Yo no quiero que las cosas sucedan así—. ¿Cuándo te vas? Tiene que ser pronto por cómo ha estado tu mente en estos días.
—Este 31. No pasaré el año nuevo con ustedes, solo la navidad —susurré, muy quedito. Cerré los ojos y me dirigí hacia él, que tenía la vista perdida, agarré su rostro, y me dolió ver aquella mirada—. Pero no es por mucho tiempo, sé que estoy siendo egoísta al pedirte esto, pero...
—Estoy cansado. Hablemos de esto mañana. Necesito refrescar mi cabeza —alejó mis manos de su rostro y se fue hacia su habitación.
Me quedé con las manos en el aire, dolida. No, yo no esperaba que sucediera esto. Estaba segura de que... ah, soy demasiado idiota, soy una completa idiota. Me quedé allí por casi una hora, esperando a que saliese de su cuarto, pero no lo hizo, y me fui, me fui porque aquello me dejó herida. Y todos en la casa lo supieron: supieron que me iba de aquí para año nuevo. Y que mi vida, cambiará a pesar de que no estaba segura de cuáles serían los riesgos por tomar esta decisión tan egoísta.