Un rato a solas
—Estuviste muy callada todo el camino hasta acá.—Exclama una vez que hemos tomado asiento. Me han dolido los pies un poco pues no estaba acostumbrada a andar desde el asilo hasta la terminal de autobuses. Está demasiado alejada y no recordaba cuánto. Además, solo lo habíamos hecho dos veces, y en ambas habíamos recibido ayuda de un viejo amigo de Noah. Sinceramente este es el ejercicio más real que he realizado en toda mi vida. Miro por la ventana y me concentro en el ruido que hace el vehículo mientras está en movimiento, ignorando por completo a la persona que va a mi lado. Es realmente incómodo el silencio, pero no me importa, es más incómodo hablar de lo que sea se esté cuestionando el ojiverde a mi lado. No me gusta hablar de mis temas amorosos con nadie, ni siquiera con Noah o Cassie. Ella insiste en que es bueno hablar de ello, pero yo no me siento cómoda, es como darle la oportunidad a una persona de que conozca mucho sobre ti. El tema del amor da muchas oportunidades a los dos tipos de personas: a los que intenta ayudarte a sanar y a los que solo quieren conocerte más para destruirte. Y bueno, las personas que quieren ayudarte a sanar suelen llegar a fibras muy delgadas que muchas veces se rompen y te hieren más de lo que se supone deberías haber resistido. No digo nada, simplemente me concentro en eso, en el ruido del autobús, en la música de la chica que va detrás de mí, y en el paisaje borroso que vamos dejando a nuestro paso. Siento la mirada de Harry en todo el camino, insiste en que me gire a verlo, pero no quiero y creo que debería de comprenderlo ya. Una lágrima recorre mi mejilla, en mi mente se han presentado los recuerdos de mi relación con Zack, aquella que yo creía perfecta y que ahora me doy cuenta no fue así. Zack tenía sus defectos, pero este era el más grande, creer que siempre sería perfecto en todo ante mi familia. Él siempre lo dijo; “tu familia me adora porque saben que soy perfecto para ti”. El problema es que yo nunca creí que fuera el chico perfecto para mí, al menos no ahora. En ese entonces estaba ebria de amor, fue mi primer novio, claro que le haría caso y entendería que es cierto eso de que era el amor de mi vida y el chico perfecto cuando claramente no era así.
—Hemos llegado.—La voz de Harry se hace presente y me descubro con los ojos cerrados, llorado en silencio. Intento ocultar mi estado emocional ante él, me cubro con las manos mientras limpio discretamente mi rostro, demasiado tarde, él me ha visto.—¿Te encuentras bien? ¿Te llevo al doctor?—Niego, no entendía de dónde venía esa preocupación de pronto. Tomo aire mientras salgo de ahí, corriendo cuál chica dramática en una serie adolescente.—¡Hey! ¡Callie! ¡Espera!—Sé que viene detrás de mí, sé qué no me dejara en paz hasta que le diga qué es lo que tengo, pero como ya he dicho, no quiero hablar. Corro hacia la carretera y tomo el primer taxi que encuentro libre. ¿A dónde iba? Ni yo lo sabía, lo único que estaba en mi mente era el salir de ahí lo más pronto posible. Quería alejarme un rato, sin saber de nada, ni de nadie.
—¿A dónde la llevo?—Cuestiona el chófer, miro hacia adelante y confirmo mis sospechas; es una mujer, ella me regala una sonrisa y yo le devuelvo el gesto en medio de lágrimas y un rostro hinchado.
—Conduzca, le iré indicando.—Ella asiente y hace caso a lo que le he pedido. El viaje es tranquilo, y la música que ha elegido me anima un poco. Alec Benjamín, es uno de mis cantantes favoritos, su voz me trae paz, aunque quizás los temas que canta no son una buena compañía para mis pensamientos, la melodía me hace sentir más tranquila. La mujer me ha pedido que conectara mi dispositivo en el reproductor de música y así lo he hecho, la he visto cantar dos o tres canciones de Alec y eso me ha hecho reír un poco. No cuestiona nada, no intenta hacerme la plática, ni siquiera intenta ayudarme, solo se queda en silencio mientras yo ordeno mis ideas y el desastre que es mi rostro. Es en ese preciso momento que descubro la falta que me hace mi mamá, y es que siempre lo he sabido, pero justo ahora todo está más claro, yo necesitaba de sus brazos y de sus besos, así como de sus galletas que de alguna manera solucionaban todo. Intento no pensar ni en mamá, ni en Zack. Pero mi teléfono no es de mucha ayuda, Zack y Harry me llaman de manera insistente, así que decido tomar el móvil y colocar el modo avión. No quiero que nadie me interrumpa ahora. Estoy mal, y ellos siendo chicos no lo comprenden. De un momento a otro me pierdo en la belleza del paisaje, el verano siempre trae colores brillantes, aunque siempre se vean opacados por las constantes lluvias. Oklahoma era precisamente ese lugar que casi no conocía del sol. Extrañaría este sitio. La ciudad en la que hora estamos viviendo, es más colorida, siempre hay sol y eso ayuda mucho en que mis plantas crezcan más. Miro en dirección al frente, y noto que hemos llegado.
—Justo aquí, está bien.—Exclamo. El taxi se detiene y ella me mira. Por mi parte, miro el taxímetro y descubro que el monto por llegar aquí es algo elevado, pero vale la pena. Justo ahora necesito esto.—Oh, permítame.—Exclamo sacando mi cartera. Ella sonríe y niega.
—Descuida, por hoy el taxímetro está descompuesto.—Niego cuando veo que apaga el aparato y me regala una sonrisa más.
—No, como cree. Es su trabajo, no quiero verme mal.
—Descuida, los corazones rotos no se arreglan sin ayuda.—La miro, ella solo asiente con esa enorme sonrisa en el rostro y yo no sé qué hacer o decir.—Esos chicos que llamaban a tu celular deben de estar preocupados. Llámales y diles que estás bien.
—Les he dejado un mensaje antes de apagar el teléfono.—No era ninguna mentira, si le había dejado un mensaje a cada uno, lo hice antes de salir de esa ciudad. Es gracioso el hecho de que haya huido de Zack, regresando al sitio en el que vivo con Harry, para luego huir de Harry para regresar al sitio del que había huido de Zack. No exactamente llegué al mismo sitio. Más bien, llegué al único lugar del que ninguno de los dos sabe; el lago favorito de mamá en el bosque Winter. Me parecía curioso que se llamará Winter cuando justamente en este bosque nunca nevaba. Aun así, a todos les gustaba ese nombre y era un encanto poder pasar tiempo aquí.