Capítulo Diecisiete

La casa de los recien casados. Parte I

La casa de los recién casados es realmente grande, para mi sorpresa y la de todos claramente, Harry baja con cuidado a Ella que de último momento se ha quedado dormida. Solo esperaba que estuviera amueblada, no me gustaría tener que dormir en el suelo, o en los colchones inflables que Noah ha traído por si las dudas. A Harry no se le pasó por la cabeza preguntarle a su madre si había o no muebles, nos conformábamos con una cama; claro, para Ella y para mí, aunque teniendo presente nuestra última discusión con Harry no creo que me dejara estar cerca de ella. Noah me ayuda con los periódicos mientras Harry abre la puerta principal, sigo sin creer que en Fort Smith existan casas y cabañas tan grandes y bonitas, teniendo en cuenta el historial de incidentes que han existido aquí.

—Hey, ¿piensas quedarte allá afuera?—La voz de Noah se hace presente mientras mi mirada sigue sobre los enormes árboles que están cubriendo la casa, me giro de inmediato a verlo, lleva una enorme sonrisa en el rostro, para alguien que está por irse lejos, y que además desde ahora no tendrá contacto con la chica de sus sueños, se ve demasiado feliz.

—Hey, sabes que odio que me asustes.—Él se ríe, toma los periódicos que llevo en mis brazos, no entiendo cómo es que de un día para otro se convirtió en un chico fuerte, demasiado para la falta de ejercicio. En un brazo sostiene todos mis periódicos, y con su mano libre me acaricia el cabello,  revolviéndolo a su paso, cosa que sabe que me molesta.—Vamos gusanito.—Me gusta cuando lo remedia con mi apodo.

—Hacía mucho que no me llamabas así.—Noah suelta una risa un poco fuerte que llega a oídos de Harry quien se gira a vernos molesto, seguro es porque no quiere que Ella se despierte. Me doy cuenta en ese momento de que la casa está cien por ciento amueblada, y además de eso la ha decorado de una manera tan suya, lo sé por las fotos que me ha mostrado de su casa. Entonces, ¿por qué ha querido que le ayudemos a decorar algo que ya está decorado? Mi ceño se frunce seguro de una manera tan exagerada que hasta mi hermano se sorprende.

—Vayan a dejar sus cosas, mientras preparo algo para cenar.—Arqueo una ceja acercándome al sitio donde han puesto los demás, miro a Harry quien está enfrascado en buscar qué hay dentro de la despensa. —¿Por qué no primero llevas a Ella a su habitación?—Harry se gira, está llevando a Ella en sus hombros.

—¿Quieres hacerlo tú?—Estoy dispuesto a aceptar, sin embargo, recuerdo las advertencias que me ha hecho y de las veces en que me ha dejado en claro que no quiere que esté cerca de su hija, sin olvidar que la última vez fue demasiado grosero. Así que reúno todas mis fuerzas de voluntad para rechazar su oferta.

—No.—Exclamo de la forma más cruda que pude haber encontrado. Pero entonces me doy cuenta de lo que me ha hecho hacer.

—Oye, Callie, no sueles ser tan grosera, ¿Qué ocurre?—Harry tuerce sus labios en una sonrisa victoriosa, no es tan claro, me giro a mirar a Noah quien ahora me mira molesto, genial, Mattson, has hecho que mi hermano se moleste conmigo. Lo odio.—Se amable y ayuda a Harry con su hija, por favor.—Asiento acercándome a él, con cuidado de que no vaya a hacer algo que me deje aún más mal con mi hermano, sí que no se lo perdonaría, una es pasable, pero ya dos no es una buena cantidad para continuar con nuestra buena relación de hermanos.

—Con cuidado.—Exclama cuando tengo a Ella en mis brazos, debí de imaginar que, si está algo pesada, se ve tan pequeña y delgada, pero vaya que pesa. Me río porque casi toco el suelo apenas ha caído en mis brazos. Avanzo a donde están las escaleras, subo cada peldaño con sumo cuidado, no debo de arriesgarme a caerme y ella conmigo. Busco en el pasillo alguna habitación que este abierta, por suerte la primera que me encuentro al llegar a la planta alta está disponible, supongo que es bueno que ellos se queden cerca de las escaleras, Ella es quien va más a la cocina, la he escuchado cantar alguna canción en compañía de su padre mientras preparan galletas.

—Hueles rico.—Exclama entre sueños, suelto una risita mientras la acomodo en la cama, no creo que sea buena idea que duerma sin su pijama, así que decido hacer bien mi papel para quedar bien con Noah y hacer que Harry haga una rabieta.

—No te muevas, Ella, iré por tu pijama.—Exclamo en un susurro ella asiente, y pienso que seguirá durmiendo, pero no es así, abre los ojos y me mira fijamente sonriendo.

—Papá no es tan malo, dice que eres graciosa.—Me quedo atónita ante la confesión que ha hecho, no creo que a Harry le parezca graciosa, más bien diría que él cree que soy odiosa, un desastre o algo así. A Cassie suelo sacarla de sus casillas cada que... ¡Mierda! No le avisé a Cassie sobre nuestra nueva mudanza y de nuestra estadía de dos semanas en esta casa, ahora deberé de inventarme un buen pretexto para que me dejen ir al centro de la cuidad y poder enviarle un mensaje, odio que en esta zona en específico no haya buena recepción, aun así lo intentaré más tarde.

—Iré por tu pijama.—Exclamo, cosa a lo que ella asiente, bajo las escaleras y me encuentro con Noah y Harry cocinando, son un buen equipo, además Noah resalta la importancia de mi consumo en vegetales y la cantidad exacta de carne.

—No, no es vanidosa, Harry, es solo que desde pequeños nuestra madre se preocupaba bastante por nuestro crecimiento y todo eso, así que nos inculcó todo aquello de las dietas sanas, cada dos meses vamos al nutriólogo, bueno, lo hacíamos, hasta que ella falleció, entonces vamos ahora cada seis meses, cosa que nos parece más coherente…

—Bien, entonces no le sirvo dos.—Ambos ríen, bueno solo Noah, mientras hablan de mi estricto régimen de comida. En cierto modo, creo que incluso Noah se sentía avergonzado por lo estrictos que nos habíamos vuelto.

—Oiga, chicos, ¿dónde está la maleta de Ella? Necesita cambiarse de ropa.—Harry me mira fijamente mientras Noah sonríe.