El beso. Parte I
Despertar un jueves por la mañana, en la primera semana aquí, sin Noah era realmente difícil de soportar. Aunque debo de decir, que Harry es un excelente cocinero, se ha despertado antes que todos, ha ido a hacer ejercicio y se ha alistado para tener todo en orden para el desayuno. Se ha aprendido tan bien mi riguroso menú, lo cual es realmente un reto, más si no has convivido conmigo desde que era pequeña, sino estuviste ahí para ver la creación de dicho menú, no creo que seas capaz de aprenderlo de memoria. Pero Harry Mattson me ha sorprendido. No hemos iniciado el día con malas caras, con gritos o algo por el estilo, lo hemos empezado bien, hemos estado calmados, al menos por ahora. Justo, Ella ha entrado a mi habitación para que le ayude a coser la ropa de su peluche favorito; una monita que usa una bella falda rosa y un top color amarillo lleva un moño que está dividido en esos dos colores y al parecer usa zapatillas negras y un poco de labial. Debo de decir que me siento un poco celosa porque ella tiene en perfecto estado, en perfectas condiciones a dicha mona. A mi peluche Miel lo tengo muy descuidado, es la única cosa que no he mantenido limpia desde que mamá se fue. Noah ha intentado lavarla, claro, pero yo me justifico diciendo que no está sucia ya que suelo esconderla en mi clóset, pero eso no quita la importancia de lavarla. Aun así, lo tengo junto conmigo cuando más lo necesito, pero si confieso que debo de lavarlo mínimo una vez al mes, no es higiénico. Decido que hoy es ese día del mes, lo he traído por si las dudas, obviamente Noah no sabe que lo he hecho, así como yo no sabía que él había traído el cuento de mamá. Me dirijo al cuarto de lavado y busco el jabón, el suavizante y me dispongo a lavarlo; el peluche Miel es un osito de color café, un café claro y brillante que luce hermoso lo veas por dónde lo veas, lleva un moñito rojo, siempre se me hizo muy elegante y cada que jugaba al té con mis demás peluches y con Noah le colocaba un sombrerito que hacía que se viera mucho más elegante para la ocasión, era el organizador siempre de esas fiestas el señor Miel, así le llamaba cuando jugaba. Terminó de lavarlo y salgo a tenderlo, es una zona segura, se podría decir que es la única casa aquí, a unos metros más lejos están otras dos casas, pero hasta ahí, me gusta porque está todo muy tranquilo, se agradece que Anne haya elegido sitios donde todo está en silencio, donde uno puede pensar. Solo espero que no quisiera que vivamos aquí todos, espero que nos dejen en Oklahoma, Kansas no es tan divertido como pensaba, por suerte solo tengo que venir aquí a la preparatoria. Este era mi último año, Noah se iría y yo me quedaría aquí en una nueva preparatoria, después de tantos años en Oklahoma me había tocado tomar clases en otra ciudad, dejar a mis compañeros, a mis profesores de toda la vida, ha sido realmente difícil, desprenderse de las personas que más quieres o que han formado parte de tu vida es realmente difícil, no más que perder a un ser querido, pero es la misma sensación de dejar ir algo, claro que con menos intensidad.
—Hey, ¿Todo bien? ¿Los guisantes están crudos aún?—Niego, Harry se encuentra sirviéndole otro burrito a Ella quien desde que nos sentamos no ha dejado de devorar la comida. Últimamente ha estado comiendo mucho, al menos durante el desayuno, y Harry no se opone a ello, tampoco es como algo malo, es solo que muchos padres exageran en cuanto a la alimentación de sus hijos, mis padres nunca fueron así, una cosa era que mamá cuidara la cantidad y otra que nos negara comer lo que quisiéramos. Tampoco es que fuera una ley el comer cierta cantidad o que realizáramos ejercicio después de comer. Toda la familia ha sido siempre de complexión delgada, así que no importa lo que comamos siempre estaremos delgados. Miro a Harry quien sigue esperando mi respuesta.
—No, si todo bien. Es solo que Noah...—El hecho de que Noah se fuera y regresa dentro de tres días sería algo difícil, Tulsa es una ciudad en Oklahoma, está muy lejos de Kansas, y claramente tendrá que quedarse allá y salir mañana temprano o bueno, no sé qué tiene pensado, pero no creo que llegue antes. Esto me hace entender que no puedo estar tan separada de él, de cierta forma, ha sido dañino el estar juntos siempre, desde pequeños. Nunca antes nos habíamos separado, incluso intentábamos estar juntos cuando él iba a sus respectivos colegios y, quiero decir, sabía que cada que Noah y yo nos separábamos para ir al colegio yo sabía que llegando a casa estaría él, que nos veríamos en la comida, o en la cena, y a la mañana siguiente en el desayuno, pero si se va a Londres... Entiendo que no siempre vamos a estar juntos y que Noah y yo debemos de hacer nuestras vidas, él en Londres y yo... Aún no me decidía.—¿Te molesta si salgo hoy después de la comida?—Niega.
—¿A dónde irás? Digo, debo de saber, no sabría que decirle a Noah si llama a casa.—Asiento.
—Necesito comprar una mochila nueva, no quiero entrar a clases con esa vieja que tengo.—Era la verdad, no quería usar una mochila que llevaba años usando no sabía a qué tipo de chicas iba a encontrar ahí, tampoco es como que me importará su opinión, pero, aun así.
—Bien, te llevamos.—Miro a Harry incrédula, ¿Enserio quería acompañarme? Niego.
—No, ¿Qué tal si te ven esas chicas nuevamente? No sabría fingir si vamos con Ella.—Él se ríe.
—Tranquila, nos quedamos en el auto mientras compras, tampoco creo que te tardes mucho.—Niego.
—No, descuida, iré sola. Porque no mejor, te quedas y hacemos algo aquí, luego. Digo, si quieres.—Mi tono de voz disminuye mientras digo esto último, mi ceño se frunce y entonces entiendo que algo no cuadra aquí; ¿Harry con buena actitud? Eso era raro en él. Pensé que estaría de mal humor por tener que cuidarme y ese rollo, después de todo desde que nos conocimos se ha comportado frío, y eso solo conmigo. Lo miro con los ojos entrecerrados, como si lo estuviera analizando. Decido ponerme de pie porque no quiero empezar una pelea. Cuando escucho su voz, entiendo que es demasiado tarde.