Dilema

Capítulo Treinta

El matrimonio Henderson

Despedirme de Noah en el aeropuerto ha sido la cosa más difícil del mundo, no ha podido despedirse de papá porque ellos han tenido una complicación al regresar, pero dicen que pronto estarán aquí. Pero a dos días de que Noah se fuera, estamos Cassie y yo muy entusiasmada por estar juntas, tanto que en nuestro primer fin de semana nos hemos ido de compras. El hecho de usar un uniforme feo, del que apenas nos hemos enterado, no significa que no podamos usar otras prendas. Justo ahora estamos terminando de hacer palomitas para ir a ver una película en el cuarto-cine. Le he comentado que tenemos uno, y a ella pareció agradarle la idea, me ha confesado que en ninguna de las casas que habían usado con sus padres habían tenido un cuarto como estos. Termino de preparar los vasos de limonada y me giro a mirar a una Cassie demasiado concentrada en que las palomitas no se quemen en el microondas.

—Y, ¿Qué hay de Mattson? Van días que no sabemos nada de él. Después de despedirnos de Noah en el aeropuerto...—Ella tenía razón, Harry había desaparecido dos horas después de regresar al aeropuerto, no me había avisado, ni siquiera se dignó en enviarme un mensaje, ni me ha llamado. Cassie y yo hemos tenido que arreglar todo para poder ir a clases, por suerte el auto de Cassie llegó sin ningún daño a casa un día después de llegar a la casa de Oklahoma y no tuvimos que depender de Harry, quién sigue sin tener la dignidad de avisarme.

—El hecho de que tengamos un algo, no significa que me avise de sus cosas.—Cassie frunce el ceño, moviendo lo que creo es una cuchara de madera, o algo así.

—¿A qué te refieres?—Bajo la mirada y suelto un suspiro cansado, por alguna razón, Harry y yo seguíamos siendo verdaderos desconocidos.

—Harry, Harry no suele decirme nada de lo que tiene en la cabeza. Digo, sigue teniendo un montón de secretos, de los cuales no tengo conocimiento y que seguro no me piensa decir nunca.

—Seguro son cosas que le lastiman tanto que no sabe cómo explicártelas.—Cassie tenía algo que a mí me gustaba demasiado y que me parecía una cualidad increíble; era una chica super positiva. Pero creo que en esta situación no me servía de mucho su positividad.

—No creo. Yo cada que puedo hablo de mi mamá, sabes que la vi morir, es algo que me sigue doliendo. Además, le he dicho que no tiene porqué cargar con lo que le duele, que puede confiar en mí.—Cassie le regala una última mirada al microondas y se acerca a mi dejando la cuchara de madera sobre la mesa, me mira fijamente y me toma por los brazos;

—Quizás le hace falta tiempo, Callie, sabes que no siempre es fácil hablar. A ti te costó demasiado, ahora claro que lo haces, claro que cada que tienes oportunidad hablas de lo linda que era tu mamá, pero sabemos que no siempre fue así de fácil, antes llorabas cada que te la mencionaban, cada que veías una foto.—Es cierto, ella había presenciado muchas veces esas escenas, en las que aparecía llorando frente a la cámara, otras dónde ya había dejado de llorar, pero mi voz estaba ronca y mi rostro hinchado, ella siempre ha estado ahí para mí hasta en los momentos más difíciles, yo sé que es duro el cambiar de vida y más cuando es después de una perdida de algún familiar, y por eso también sé que es mejor tener a una persona que te apoye y te escuche. Cassie fue ese soporte que no sabía que necesitaba hasta que me gritó y me dijo que debía de hablar sobre lo que sentía.

—Quizás sea eso, Cassie. Pero me gustaría que confiará más en mí, que se abriera tan siquiera un poco.—Hago una pequeña pausa, recordando que, si lo ha hecho, o al menos eso es lo que quiero creer.—Oh bueno, puede que sí.—Cassie me mira atenta.—Cuando me confesó que le gustaba, puede que haya sido la primera vez en que abrió su corazón.—Esto último lo digo como en un tono suave, y ronco, ella se ríe cuando ve mis ademanes.

—¿Ves?, no es del todo un iceberg.—Asiento.—Ahora vamos a ver esa película.—Asiento tomando las limonadas, me detengo dejando nuevamente las limonadas en la mesa, ella me mira atenta.—¿Qué pasa? ¿Seguiremos hablando de Harry Mattson?—Niego riéndome.

—Debemos de verificar que no has quemado las palomitas.—Ella asiente, saca la bolsa de palomitas del microondas y verifica que no se haya quemado ninguna, por su cara puedo entender que se han quemado más de una.—¿Qué procede si se han quemado todas?—La miro divertida.

—Tenemos palomitas ya hechas. Espera.—A Noah le gustaba demasiado comer este tipo de frituras y por esa razón sentía la necesidad de tener bolsas de todo tipo de palomitas; con caramelo, con sal, naturales, con queso... y de las que encontrara en los estantes de los super mercados.

—¿Y por qué no me dijiste antes? Pude haber quemado la cocina.—Me río, en eso ella tenía razón, es buena cocinera, pero cuando se trata de usar el horno de microondas o el horno eléctrico siempre era un caos.

—Lo siento, quería ver con mis propios ojos si era cierto de que eras un completo caos.—Cassie me arroja un par de las palomitas que se le han vuelto casi carbón. Tomo dos bolsas de palomitas con caramelo y las coloco en los tazones correspondientes, no me quiero arriesgar a que ella me deje sin chucherías, así que cada quien tendrá su propio tazón.—Listo, ahora si vamos.—Exclamo, ella me sigue con las limonadas en las manos, por suerte no se derrama ni un poco, lo agradezco demasiado, no sé cómo sea Anne en cuestión a la limpieza, me han enviado un mensaje diciéndome que llegan hoy, pero quieren que sea una sorpresa, y he estado intentando también contactar a Harry para que regrese de donde sea que esté, además, no creo que su madre le perdone que me haya dejado sola; recuerdo que le pidió que me cuidará, antes de irse a su luna de miel. ¿Desde entonces Harry estaba ya enamorado de mí? ¿O se enamoró en.…? ¿Me dijo en qué momento se enamoró de mí? ¿Usó la palabra enamorado? No, él solo me dijo que le gustaba, vaya, soy buena creando historias en mi cabeza.




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