¡NOAH!
—¡Es media noche!—Exclama Anne realmente emocionada y poniéndose de pie, últimamente ha estado sonriendo más de lo habitual, seguro son las fechas, a unos nos gusta más San Valentín y a otros les gusta más la Navidad y el Año Nuevo. Miro a Cassie quien se divierte demasiado con la alegría de mi madrastra. Todos llevamos ropa con temática navideña, todo a petición de Anne claro, pero ella es la más hermosa aquí, con un vestido rojo, su cabello suelto, lo ha alaciado y vaya que se ve realmente hermosa, con unos tacones rojos de suela dorada y un par de joyas que van a la perfección con lo que está usando está noche. Por mi parte, llevo un vestido verde, lo he estado queriendo usar desde hace un par de años, pero no tenía el cuerpo suficiente como para lucirlo, aunque tampoco es que ahora lo tenga, en comparación con Cassie ella se ve mucho más mayor y con más estilo que yo; ella se ha esmerado demasiado en su apariencia de esta noche, mientras que yo solo me he dado una ducha, medio me he arreglado y medio me he hecho un peinado algo decente.
—Tú estás más hermosa.—Exclama Harry llegando del "baño", ha estado demasiado ansioso y se desaparece con la excusa de que va al baño, cosa que no le he creído y que después de prestarle un poco de atención, me di cuenta de que en realidad solo iba al cuarto de servicio, se quedaba allí de seis a ocho minutos y volvía. Esto lo hizo al menos tres veces antes de que me percatará de ello y se lo reclamará, ahora si está entrando al baño, sin embargo, no tira de la cadena, cosa que me indica que todo anda bien con su sistema digestivo y que es otra cosa lo que lo anda llevando y trayendo del baño.
—Bueno, pues aquí el único hombre guapo es mi padre.—Harry sonríe antes de acercarse a mí para darme un beso en los labios, Cassie ignora estas muestras de afecto y se enfoca en Anne quien se ha colocado a un lado del árbol de Navidad, supongo que es hora de abrir los regalos, si eso es posible; debo de admitir que esta es una tradición nueva para mí y para papá, nosotros hacíamos algo diferente a esto.
—No tengo pruebas de que estés equivocada.—Me río, me causa curiosidad por qué Ella no está aquí con nosotros, pero seguro que es por la presencia de Cassie, cosa que me sigue causando demasiada intriga.—¿Todo bien?—Exclama acomodándose a un lado mío. Asiento, pero es obvio que mi rostro dice otra cosa y es entonces que debo de decir algo, lo que sea. No quiero arruinar la bonita cena que su mamá se esforzó en preparar, con mis curiosidades que le molestan, porque sí, sé que esto que me he estado cuestionando es molesto para él.
—Es solo que, nosotros nunca abrimos los regalos de Navidad a la media noche.—Harry me mira, creo que lo he engañado, al menos por ahora, lo que si es cierto es que nuestras tradiciones si eran diferentes a las de otras familias, como siempre ha sido.
—¿Enserio?—Asiento mirándole directamente a los ojos, me gustaba verlo, siempre pasaba de una cara neutra a una totalmente relajada cuando me quedaba un buen rato observándolo, y eso ocurre mientras posa su brazo sobre mis hombros y me atrae a él, yo poso mi mano sobre su pecho y me concentro en escuchar el latir de su corazón.—¿Cuándo exactamente abrían los regalos?—No me muevo ni un centímetro de él.
—En la mañana del veinticinco. A mamá le gustaba tenernos sufriendo toda la noche, nos enviaba a dormir temprano y mientras dormíamos, Noah y yo soñábamos con lo que probablemente nos traería Papá Noel. A la mañana siguiente, nos despertábamos y después de colocarnos las pantuflas y cepillarnos los dientes bajábamos corriendo a abrir nuestros regalos, desayunábamos todo lo dulce que había preparado mamá; flan, chocolate calientito, galletas con chispas de chocolate para Noah y de mantequilla para mí. También nos dejaba comer ensalada de manzana con demasiadas nueces.—Y después de terminar todo el relato, me doy cuenta de que esta vez no he llorado mientras hablo de mamá, ni siquiera he sentido ese nudo en la garganta que siento cada vez que la recuerdo. Harry acaricia mi cabello mientras intenta encontrar las palabras correctas. Pero es su mamá quien nos interrumpe.
—Chicos, venga, vamos a abrir los regalos.—Anne está más emocionada que Ella antes de irse a dormir. Me pongo de pie y Harry detrás de mí, doy unos cuantos pasos antes de que Harry me detenga.
—Mamá, Callie no quiere abrir los regalos ahora.—Mi ceño se frunce, no me gustaba lo que estaba haciendo, ¿a qué iba a jugar ahora?—En realidad, no es una tradición suya, debemos de respetarla. Nosotros podemos abrir los nuestros ahora, pero los Henderson tienen otras costumbres.—Miro a papá, intentando averiguar si está o no molesto, por suerte no lo está, o eso creo.
—Oh, no sabía eso. Mi amor...—Exclama mirando a mi papá, él se acerca a ella y pienso que en algún momento dirá que debemos de acoplarnos a esta nueva familia, por suerte Anne no deja que hable.—Bien, haremos eso entonces.—Harry abre su regalo el que su madre le ha dado por una razón deja el mío a un lado, supongo que porque querrá abrirlo mañana, su mamá le ha regalado lo que creo es un reloj, Harry no abre la caja y no deja que veamos que es, solo lo sostiene entre sus manos y luego agradece a su mamá. Anne abre el regalo que le ha dado Harry, encontrándose con una cajita similar a la que ella le regaló a él, además de una pañoleta en tono rosa y una cajita aún más pequeña que seguro contiene un par de aretes o un anillo, el problema es que no abre ninguno.
—¿No abrirás tus regalo, Cassie?—Cuestiono al darme cuenta de que ella si tiene intenciones de abrir los suyos. Cassie sonríe algo tímida.
—Sí—Con un poco de nervios, abre el que papá le ha dado, en esa bolsa de color rosa, encuentra una bufanda naranja, el color favorito de Cassie, con nuestras siluetas grabadas, a lado nuestros nombres unidos. Se ve hermosa.—Muchas gracias, Bobby. Está hermosa.—Papá solo sonríe, Cassie pasa al regalo de Anne, encontrándose con una cajita igual de diminuta que la de ella, la más pequeña, ella si la abre y nos muestra el regalo; un bonito par de aretes.—Gracias, Anne. son bellísimos.—Al parecer tienen sus iniciales, la C y la K. Disimulo mi risa cuando me doy cuenta de que es uno y uno y que se verá super linda usando algo que siempre se ha resistido a usar.—Bien, ahora el siguiente.