Dilema

Capítulo Treinta y Nueve

Solo te cuidaba…

1 de enero, 2020

Hoy era el día.

Mamá siempre nos decía que debíamos de deshacernos de todas esas cosas que nos hacían sentir mal, de todo aquello que no nos gustaba, en el primer día del año nuevo. Supongo que eso era algo diferente a lo que las demás familias hacían; las amigas de mamá hacían esa limpieza un día antes, el 31 de diciembre era dedicado además de la cena, para hacer esa limpieza de la que mi madre nos hablaba. Con esto, no se refería solo a lo material, sino a todo aquello que sentíamos no aportaba mucho en nuestras vidas; incluidas las amistades y algunos familiares, y si, hoy era ese día en el que hablaría con Harry. He acompañado a papá a dejar a Noah en el aeropuerto, debe de regresar pronto a Londres. Bajo del auto acomodándome la vieja sudadera que Noah usaba en sus días tristes.

—Vaya, hacia mucho que no veía esa sudadera.—Era cierto, dejó de usarla cuando se resignó…

—Dejaste de usarla cuando te resignaste al hecho de que Estefanía nunca que haría caso.—Yo solo le decía la verdad. Mi hermano se había desanimado muchísimo con tener una relación con aquella chica.

—Si, hace tanto. Pero aquí la pregunta es, ¿Porque la usas? ¿Todo bien con Mattson? Puedo perder el vuelo si quieres que vaya a golpearlo.—Me río. Cuando éramos niños, Noah golpeaba a los niños que solían molestarme y estoy segura de que en la secundaria llegó a golpear a otros cuando me decían de cosas. Es ocho años mayor que yo, y todos esos niños eran de su misma edad, así que si se lo merecían.

Niego ante su pregunta, pero me contradigo cuando me abrazo a su cuerpo y le tomo con mucha fuerza.

—Todo estará bien, Noah. Tú toma ese vuelo.—Asiento mirándole para de esta forma animarlo a que continúe con su vida.—No siempre estará súper Noah al rescate.—Ambos nos reímos, o eso es lo que intento hacer.

—Debería de estarlo, lamento dejarte justo ahora que sé que no estás bien, gusanito. Puedo pedir un tiempo y...

—No, no, digas cosas. Tú te vas a ir a Londres, terminarás tus estudios y luego nos vendrás a restregar lo bello que está todo por allá.

—Me iré si me prometes que todo estará bien con Harry y todo lo relacionado a él y nuestra nueva familia.—Asiento.

—Lo prometo Noah.

—Bueno, iré a despedirme de papá. —Asiento, nuestro padre solo nos mira mientras nosotros nos hablamos de manera cómplice. Mi padre y él también tienen su momento, solo espero que Noah no le haya dicho nada a nuestro padre sobre lo de mi tristeza causada por Harry. No me gustaría tener esa charla con papá.

Pero, como las cosas no son como uno planea, papá y yo terminamos en el auto, escuchando a una vieja banda que él escuchaba de joven, comiendo KitKat y tomando sodas. Debo de confesar que, esta forma de curar un corazón roto es mi favorita.

—Ahora cuenta, ¿Qué pasa con Harry?—Cuestionó apenas subimos a su auto, yo negué medio sonriendo.

—Papá, mejor cuéntame, ¿Cómo se arreglaba un corazón roto en tus tiempo?—Papá me miró y sonrío.

Y, así fue como llegamos hasta este sitio; una tienda donde vendían solo KitKat y soda de uva.

—¿Enserio así arreglabas tu corazón?—Papá ríe.

—A tu edad aun no consumíamos alcohol.

—Vaya, que responsables.—Papá ríe.

—¿Me contarás lo de Harry?

—Y chismosos.—Agrego a mi frase anterior, papá sonríe un poco, y luego de un largo silencio me mira y decido hablar. Le cuento todo, le explico lo que siento, lo que no me gusta sentir y lo que sí, papá me escucha atento; eso se le da bastante bien desde que mamá nos hizo falta. Le explico también como fue que Harry comenzó a gustarme, me sorprende que haya confesado que me gustó demasiado desde el primer momento en que lo vi, juraba que no sabía desde cuándo él comenzó a gustarme, pero mientras hablo con papá me doy cuenta de que Harry se robó mi corazón desde el primer momento en que mis ojos encontraron los suyos, desde la boda de nuestros padres él era el dueño de mi corazón. Papá me escucha atentamente antes de que mis lágrimas se hagan presentes y tenga que abrazarme y comience a decirme palabras lindas, consoladoras y reconfortantes

—¿Y no te ha llamado?—Asiento.

—Lleva todo el día llamándome, pero no me siento lista, digo; no sé qué esperar de él, teniendo en cuenta que Harry nunca me cuenta mucho.

—Puede que esta vez sea la excepción y te cuente algo más, hija. No pierdes nada, además, sería bueno que lo escucharás antes de cambiar todos tus planes.

—Tienes razón.—Exclamo, sé qué no sería capaz de cambiar mis planes por nada ni por nadie, sin embargo, Harry me había hecho entrar en un dilema. Uno muy grande, no sabía si en verdad quería quedarme con él a pesar de que sigo sin conocerlo por completo, o si quería irme e iniciar con la vida que siempre planee.

Pero por lo mientras, papá y yo terminamos con este día de padre e hija y después de llegar a casa, él y Anne se van a ver lo de sus respectivos trabajos, habían dejado sus puestos durante mucho tiempo, así que era hora de ponerse al corriente. Sé que ella es una mujer responsable y que seguro siempre estuvo al tanto de todo, y así como es muy responsable es muy divertida y planificadora; entonces supongo que ella ha dejado todo en orden para poder disfrutar de su luna de miel.

Busco a Cassie por toda la casa, pero me sorprendo cuando encuentro una nota, una nota diciéndome que se mudaría a su departamento, al que sus padres le dijeron que debía de ocupar para no causarnos molestias, me dijo que podía ir a quedarme con ella, pero simplemente no estaba lista para dejar esto.

—¿Callie?—Me giro de inmediato, y odio esa reacción en mi cuerpo. No debí de haber volteado.

—¿Qué ocurre, Harry? ¿Ya quieres que hablemos?—Harry se acerca a mí, pero antes de que pueda hacer algo más, decido enfrentarlo.—No soy tonta, Harry, sé qué algo pasa. No sé si sea por la presencia de Cassie, aunque estoy empezando a creer que así es, que es por ella. Porque desde que llegó a esta casa las cosas han cambiado demasiado.




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