CAPÍTULO 26. Rozía está en peligro
Me estallaba la cabeza con toda aquella información. ¿Acaso había cometido un error al permitir que Rozía viviera una vida plena?
—¿Sabías que el rey del Valle, Fetanio, después de su desdoblamiento venció a su sombra y se volvió inmortal?
Miraba a Barmuto con asombro, incapaz de asimilar lo que acababa de decirme.
—Lleva mil años gobernando. En realidad, no hay tantas sombras. La gente está perdiendo el arte de la magia, las familias mágicas poderosas se están extinguiendo, y las sombras milenarias apenas pueden tener hijos, eso les cuesta mucho. Por eso Salixia está obligada a enviar voluntarios, específicamente magos, sangre nueva que ayuda a que las sombras recientes no desaparezcan por completo. Cada vez hay menos bialmados.
Barmuto abrió un viejo libro y me mostró una ilustración donde aparecían dos personas idénticas, una coloreada de blanco y la otra de negro.
—Las sombras y las personas viven cerca, pero las sombras, tras el desdoblamiento, adquieren una particularidad interesante: por naturaleza, siguen extrayendo energía de las personas, debilitando un poco su magia. Aunque solo en contacto directo. Es como si compartieran la energía vital. Por eso Zoria, al parecer, aisló a su hermana, convenciéndola de que era humana y estaba mortalmente enferma. Así, Rozía entrega poca energía, mientras Zoria acumula magia para destruirla. Muy astuta, igual que su padre.
—¡Vivir mil años! ¿Y el rey no tuvo hijos en todo ese tiempo?
—Tuvo hijos e hijas, pero eran personas comunes. Tanto ellos como sus sombras murieron hace mucho. Ninguno se atrevió o quiso destruir a su hermano o hermana. Pero Zoria, por lo que veo, es astuta y ambiciosa. Intercambió lugares con su sombra y ahora quiere asegurarse la inmortalidad.
—¿Y por qué no lo hizo antes? ¡Esperar dos años!
—No era necesario. Pero seguramente ya lo tenía planeado. Ahora está desesperada por casarse con Orest, pero tras el matrimonio la capacidad de obtener la inmortalidad se pierde.
—¿Y por qué precisamente con Orest? ¿Está tan enamorada? —me costó pronunciar esas palabras.
—Porque él es un mago muy poderoso. No ha habido uno así en el Valle en mucho tiempo. No me sorprendería que el ataque de las sombras salvajes hubiera sido organizado para acercarla a Orest-Teros.
Afuera comenzaba a anochecer. Era hora de regresar al palacio real.
—¿Cómo voy a proteger a Rozía? Nunca me lo perdonaría si sufre por mi culpa —suspiré.
—No lo sé —se encogió de hombros Barmuto—. Sería bueno contratarle un guardia. Y quizá contarle toda la verdad.
—Sin ti me sería muy difícil, Arsen —confesé—. ¿Y yo pretendía salvar a Orest por mi cuenta? Menos mal que me estás ayudando. Gracias.
Arsen sonrió:
—Sería genial si pudiera estar contigo en el palacio. Tal vez puedas inventar algo. Se te da muy bien.
—No estoy segura de poder quedarme allí mucho tiempo, con todas mis travesuras con Rozía —me entristecí—. Pero intentaré encontrar una solución.
Acordamos encontrarnos mañana al mediodía en la plaza central de la ciudad, frente al palacio real. Por la mañana, Barmuto planeaba visitar otra librería-cafetería, donde, según le habían dicho, se conservaban antiguos registros sobre la historia del Valle.
Editado: 14.08.2025