El vuelo desde Edimburgo hasta Londres fue bastante corto y rápido, en el aeropuerto nos buscó el prometido de Candice, quién al verlo salió corriendo a abrazarlo, dándose un largo, largo beso, conmigo a un lado sin saber a dónde mirar. Damián era alto, delgado y con una corta cabellera rubia. Los hijos de estos dos iban a salir bellísimos.
―Amor, ella es Fabiola. La amiga que te dije que iba a traer ―me presentó Candice después de que se separaron
―Mucho gusto ― sonreí extendiendo mi mano
Damián sonrió ampliamente mostrando unos dientes muy blancos y me abrazó haciendo caso omiso de mi mano extendida
― Cualquier amiga de Candice es mi amiga también ― aparte de lindo era bastante simpático. ― Espero que te guste Londres, a todo el mundo le gusta Londres. ― dijo mientras salíamos del aeropuerto ― Claro, yo sigo prefiriendo a Edimburgo pero Londres no está mal.
Guardamos las maletas en el Audi plateado de Damián y nos montamos, le envié el mismo mensaje a Nancy y a mamá diciendo que todo estaba bien y guardé el celular. No quería perderme nada de Londres
―¿Tienen hambre? Podemos cenar algo en un restaurante cerca del apartamento que es bastante bueno. ―debían ser como las ocho de la noche y en realidad me estaba muriendo de hambre, no había comido nada desde el mediodía aparte de un café en el aeropuerto mientras esperábamos
―Sí, la comida en el aeropuerto apesta ― se quejó Candice en el asiento del copiloto volteando la cabeza hacia mí ― ¿tienes hambre Fabiola?
―Estoy hambrienta
―Bien, vamos a comer entonces
Candice empezó a hacerle preguntas del tipo en que una prometida le hace a su futuro esposo y yo me desconecté de su conversación, pegándome a la ventana para poder absorberlo todo. Si Edimburgo era hermosa, no tenía palabras para describir a Londres. Estaba segura de que mi cara debía tener la misma expresión que tiene un niño al ver a Santa.
Después de tener una deliciosa cena llegamos al apartamento de Damián, el cual era bastante bonito. Todo se veía tan limpio y ordenado, con una decoración muy minimalista, que no quería ni sentarme en ninguno de los sofás por miedo a ensuciarlos. No parecía el apartamento de un hombre
―Ven Fabiola, déjame enseñarte tu habitación ― me llamó Damián, guiándome por un pasillo donde habían cuatro puertas. Me imagine que una era la del cuarto de Damián, dado que Candice había entrado ahí dejando sus maletas, otra la de mi habitación y la del baño, pero la cuarta puerta no sabía de qué era ― oh, esa es la habitación de Ethan, mi primo. Pero salió hace un rato, seguro llega mañana. Te caerá bien, creo que tienen la misma edad ―explicó al verme mirar las puertas
Así que Damián tenía un primo de mi edad. Estaba curiosa.
*****
El sonido de mi teléfono me despertó horas después. Contesté como pude todavía adormilada
―¿Quién?
―¿Te quedaste dormida? No me digas que voy a tener que subir y sacar tu culo de la cama porque me va a encantar hacerlo. ― dijo una gruesa voz del otro lado
Mierda, me había quedado dormida. Me levanté rápidamente de la cama para cambiarme pero toda la ensoñación abandonó mi cuerpo al darme cuenta de mi alrededor.
Este no era mi cuarto.
Los recuerdos de la noche pasada recorrieron mi mente rápidamente. ¡Estaba en Londres!
―¿Fabiola?¿Sigues ahí? ― llamó Aiden desde el teléfono
Mierda, Aiden, con toda la emoción del momento ayer, se me había olvidado completamente avisarle que me iba.
―Sí, estoy aquí. Pero no voy a poder ir a trotar hoy contigo
―¿Porqué no? ¿Pasó algo? ― su voz sonó preocupada del otro lado
―Si...no estoy en Edimburgo
―¿Cómo que no estás en Edimburgo?
―Estoy en Londres, ayer Candice fue a la casa y dijo que iba a venir a visitar a su prometido y me pidió que viniera con ella
Unos largos segundos pasaron hasta que Aiden respondió
― ¿Londres?
Suspiré ― Sí, fue todo muy rápido ella solo llegó a la casa y tuve que empacar y se me olvidó avisarte. Lo siento, de verdad que todo paso demasiado rápido
―¿Y cuándo regresas? ― su voz sonaba extraña
―El domingo creo
―¡¿El domingo?! ¿Vas a estar afuera hasta el domingo?
Me alejé un poco el celular del oído ante el grito
― Eso dijo Candice ―pude escucharlo soltar un suspiro desde el otro lado de la línea sin responderme. Podía imaginármelo desordenándose el cabello.― Solo son cuatro días, vas a sobrevivir sin mí ― rodé los ojos aunque no podía verme.
―Solo cuatro días ―susurró― está bien, mantente en contacto conmigo ¿de acuerdo? Y pórtate bien
Sonreí abiertamente, Aiden era tierno cuando se preocupaba. ― Siempre me porto bien
Salí de la habitación después de colgar, ya no tenía nada de sueño y mi garganta estaba seca, caminé hasta la cocina y yo pensé que había ido a parar el cielo de los Adonis.