Esta almohada era tan cómoda, se la iba a robar a Nancy y me la llevaría a Venezuela, sí, eso haría. Allá no se conseguían almohadas así, suaves pero fuertes, cálidas y con un olor a perfume varonil que me drogaba, la almohada subía y bajaba al mismo tiempo que mi respiración se amoldaba a su latido
Ya va
¿Mi almohada respiraba?
Me enderecé de golpe asustada, bajando la vista a mi enorme almohada que resultó no ser una almohada
― ¿qué pasa? ¿Tuviste una pesadilla? ―se preocupó Aiden al verme sobresaltada
Demonios. Me había quedado dormida encima de Aiden
― Me quede dormida ―susurré apenada
― Me di cuenta ―se rió suavemente sentándose en la cama, apoyándose en el respaldar de ésta. Me acomodé el cabello detrás de mí oreja, ¿cómo me había quedado dormida de esa forma?
― ¿Cuánto tiempo dormí?
― Como una hora creo ―mis ojos se abrieron con sorpresa ¿había dormido tanto? Qué vergüenza
― Disculpa, no era mi intención quedarme dormida... ¿por qué no me despertaste?
Se encogió de hombros ―Te veías tan cómoda y pacífica que no quise hacerlo.
Escondí mi mirada ― Tuviste que haber estado como todo ese rato sin moverte, debiste haberme despertado
En realidad, haber dormido entre sus brazos se sintió demasiado bien para ser verdad
¿Qué diablos estaba sucediendo conmigo?
― No te preocupes, yo estaba cómodo también ―alcé mis ojos hacia él y no parecía estar mintiendo. Sí. Eso no hacía que me sintiera menos incómoda― Pero ahora tengo hambre ―se incorporó de la cama estirándose, su camisa se levantó unos centímetros dejándome admirar la parte baja de su estómago y mis dedos picaron con ansiedad para poder tocar su piel
Basta
Sacudí mi cabeza alejando esos pensamientos, después de lo sucedido en el almacén algo se había desencadenado en mí y no podía dejar que estos sentimientos siguieran su rumbo
― ¿Fabiola?
Alcé mi vista a sus ojos ― ¿uhm?
― Te pregunté que si tenías hambre ― ¿lo había hecho?
Era oficial, estaba volviéndome loca
Asentí, a pesar de que no tenía nada de hambre. Pero tenía que salir de esta habitación y poner algo de distancia entre los dos. Ahora.
― Bien, vamos a ver que encontramos en la cocina entonces ―empezó a caminar hacia la puerta deteniéndose al darse cuenta que no lo seguía― ¿vienes o qué?
― Sí, si ―me apresuré a salir de la cama, poniéndome mis pantuflas.
― ¿Esa camisa es tuya? ―señaló la camisa que usaba como pijama― te queda enorme
― Es de mi ex
Tosió
― ¿Puedo preguntar por qué duermes con la camisa de tu ex?
Me encogí de hombros y lo pasé, saliendo de la habitación
― Es cómoda ―miré sobre mi hombro hacia él pero seguía parado, sin estar convencido ― ¿Qué? No es mi culpa que la ropa de los hombres sea más cómoda para dormir que la de las mujeres
Sacudió su cabeza con diversión y me siguió a la cocina
― Así que solo duermes con ella porque es cómoda, sin sentimientos incluidos
― ¿Sin sentimientos incluidos? Amo esta camisa... Pero si te refieres a mi ex, sí. Sin sentimientos incluidos
Asintió satisfecho con mi respuesta y abrió la despensa, sacando lo necesario para hacer panqueques mientras yo sacaba la sartén y un bol.
― ¿Sabes que me acabo de dar cuenta?
― ¿De qué?
― Que yo te he dicho todo acerca de Ibiza y Alexandra pero tú no me has contando nada acerca de tus exs
― Ex ―corregí― solo uno
Se apoyó de costado a mi lado contra la encimera de manera de quedar frente a mí
― ¿Solo un novio?
Hice una mueca ― Solo uno
― ¿Y por qué terminaron?
― Directo al grano ¿eh? ―me reí y empecé a mezclar los ingredientes mientras él me veía
― Bueno, me vas a contar o no.
― No hay nada que contar, fuimos novios en el colegio, nos graduamos, empezamos en universidades distintas y un día él me terminó porque quería explorar nuevos "horizontes" o algo así fue lo que me dijo
― ¿Nuevos horizontes? suena como un imbécil
Asentí ― Eso pensé yo cuando terminó conmigo, pero de todas formas ¿no es eso lo que todos los chicos de dieciocho años quieren hacer?
Aiden me dio la espalda para prender la cocina.
― Supongo que sí
― ¿Supones que sí? ¿Qué querías tú cuando tenías esa edad? ―le tendí el bol con la masa lista para que empezara a verterla en la sartén
― Quería cosas muy distintas, mis dieciocho fueron... complicados ―me había metido en terreno peligroso sin darme cuenta, idiota yo que había olvidado que por esa época fue la muerte de sus padres. Pero me quedé callada esperando a que continuara, él nunca me había hablado de esa época y yo no me había atrevido a preguntar ― ¿estabas enamorada de él? ―preguntó de repente, cambiando de tema