― Tengo frío ―castañeé enterrándome en el pecho de Aiden en busca de calor.
Me había secado con unas toallas limpias que se encontraban en una mesa pero aun así el frío nocturno de Edimburgo entró por cada uno de mis poros y el cuerpo de Aiden era tan cálido, me suministraba todo el calor que necesitaba
― Estas temblando amor ―se rió alejándose un poco de mí para agarrar su chaqueta ― toma, abrígate con esto.
Me coloqué la chaqueta de cuero y mi cuerpo se regocijó internamente por la comodidad de esta, me quedaba enorme y era perfecto
― Huele a ti ―inhalé profundamente respirando el olor de Aiden en la chaqueta. Me encantaba como olía, era tan... varonil. Su olor era como una droga para mí
Quería quedarme con esta chaqueta y no devolvérsela nunca. Aiden sonrió mostrándome sus hoyuelos y apoyó su frente en la mía colocando mi cabello húmedo detrás de mí oreja
― No sabía que te gustaba tanto mi olor ―su rostro estaba tan cerca del mío, todo lo que podía ver eran sus intensos ojos verdes mirando los míos y era todo lo que quería ver
― Me gusta todo de ti ―respondí. Su cercanía en este momento nublaba mi juicio por completo. Su mirada me hipnotizaba.
― ¿Todo? ―su voz se volvió más profunda, casi ronca. Sus labios se acercaron rozando los míos y todo lo que yo quería era probarlos de nuevo.
Asentí.
Sus labios se juntaron con los míos otra vez y una explosión de sensaciones y sentimientos se desataron dentro de mí, este beso fue más lento y delicado. Tierno y mi ser entero se derritió por la ternura y devoción que él me estaba dejando sentir.
― ¿Quieres irte a casa? ―preguntó después de romper el beso.
Volví a asentir, la piscina me había dejado muerta y mi cerebro estaba pidiendo a gritos un descanso.
― Vamos a buscar a Devon para despedirnos ―entrelazó sus dedos con los míos y entramos a la casa en busca del Dj pero otra vez, no lo encontramos por ninguna parte ― hey, ¿has visto a Devon? ― le preguntó a uno de los chicos que había estado jugando anteriormente con nosotros. Tampoco podía recordar su nombre
― No, y no creo que lo vayamos a ver en lo que queda de la noche ―se rió como quien comparte un secreto. Aiden se rió también entendiendo lo que el chico quería decir, yo por otra parte no entendía de qué hablaban. Mi cerebro se negaba a procesar información alguna
― Bien por él, si lo ves dile que me tuve que ir. Que lo llamo después ―el hombre asintió y salimos de la casa. Los ojos me pesaban, quería dormir, y quizá un vaso de agua también. Mi garganta estaba seca, aunque mis labios estaban húmedos y algo hinchados.
Me subí a la camioneta con ayuda de Aiden y él se inclinó sobre mí, colocándome el cinturón de seguridad. Cerré mis ojos apoyándome en el asiento, creo que podría quedarme dormida ahí.
Abrí un poco los ojos de nuevo al no escuchar el carro moviéndose y me encontré con Aiden aún frente a mí, contemplándome.
Suspiró con expresión lastimera
― Ay mi niña, ¿qué voy a hacer cuando te vayas? ―su pulgar recorría suavemente mi barbilla
― No me iré a ningún lado ― creo que dije antes de sucumbir a la inconsciencia.
El mundo se tambaleaba y yo flotaba en él. No, no flotando, me mecía, a un lado al otro, estaba mareándome.
Abrí los ojos adormilada y me encontré con una barbilla arriba de mí. Alguien me estaba cargando, acunándome en sus brazos contra su pecho
― ¿A dónde vamos? ―susurré sin reconocer mi entorno.
― Shh... No quería despertarte ―dijo Aiden en voz baja, bajando la vista hacia mí. Recline mi cabeza en su pecho inhalando un poco más su olor. Me sentía tan segura y protegida entre sus brazos
― ¿Ya estamos en casa? ―quería una cama y dormir durante un mes entero
― Sí, ¿vas a poder mantenerte en pie por un segundo? ―preguntó dejando de caminar
Asentí y él me bajó de sus brazos ayudándome a quedarme en pie. Miré a mí alrededor reconociendo el edificio de Aiden.
― ¿Por qué estamos en tu casa? ― pregunté mirándolo abrir la puerta de su apartamento
― Estabas dormida y yo estoy cansado, pensé que lo mejor sería que pasaras la noche aquí ―me miró como esperando a que lo contradijera pero yo estaba tan cansada que solo me encogí de hombros y arrastre mis pasos dentro del apartamento, tumbándome de boca en el sofá. Pasar la noche en casa de Aiden parecía una buena idea.
― ¿Quieres agua? ―lo escuché decir desde la cocina.
Si quería pero alzar la voz para que me escuchara requería de una energía que no poseía por lo que me quede callada esperando que Aiden fuese capaz de leer mis pensamientos. Este sofá era tan cómodo, supongo que me tendré que quedar dormida aquí, era algo aterrador si lo pensabas puesto que el retrato de los papás de Aiden entraba directo en mi campo de visión, a pesar de lo cansada que estaba no creía poder dormirme con los padres de Aiden viéndome. Le regresé la vista a sus padres, el papá de Aiden era idéntico a sus dos hijos. Podía ver cada uno de los rasgos de Aiden reflejado en él, el mismo pelo rojo, la misma línea en la mandíbula, los rasgos duros, varoniles, la tez blanca. Hasta la expresión en sus cejas eran idénticas. Lo único que cambiaba era la mirada, la mirada de Aiden se parecía más a la de su madre. Puede que yo estuviera alucinando en este momento pero la forma en que su madre me miraba a través de la fotografía me acordaba a la mirada de Aiden, aunque sus ojos fuesen de un color diferente. Su mirada me transmitía paz y comprensión. Debió ser una persona muy amable, estaba segura de que Aiden tuvo que hacer sacado esa parte de él de ella.