― ¿Nancy? ―Aiden estaba dentro del apartamento mirando la puerta y no había señal de ella― ¿Nancy que haces?
Aiden palmeó la puerta cerrada y tiro de la manilla de nuevo intentando abrirla
Oh dios mío. Empecé a hiperventilar
― Ahora ustedes dos, escúchenme atentamente ―la voz de Nancy sonó apagada del otro lado de la puerta― estoy cansada de sus estupideces así que o arreglan sus cosas ahora mismo o se quedaran encerrados toda la noche porque no pienso abrir la puerta hasta estar segura de que resolvieron lo que sea que está sucediendo entre ustedes dos. ¿Escucharon bien? ―Mi tía se había vuelto loca. Completamente loca― Y más vale que se apuren porque si no me iré a dormir en casa de Bodric y no volveré hasta mañana en la noche. De ustedes depende.
Me quedé paralizada en mi lugar en completa perplejidad, Nancy me había engañado para quitarme mis llaves y poder dejarme encerrada con Aiden.
Oh dios mío, si tan solo le dijera a mi mamá lo que ella acababa de hacer estaba segura de que la mataría. ¿Cómo se le ocurría encerrarme con un hombre diez años mayor que yo en el apartamento durante toda la noche?
Esto rozaba la ironía.
Aiden se dio la vuelta y me miró, parecía divertido por lo que acababa de suceder.
― Creo que Nancy nos acaba de hacer un enorme favor. Le deberé una
Parpadeé.
Estaba encerrada con Aiden, literalmente encerrada.
Iba a matar a Nancy, la iba a matar. Mi mamá la iba a matar. Ella no podía hacerme esto
― ¡Nancy! ―grité dando largas zancadas hasta la puerta, mis nudillos golpeándola frenéticamente― Nancy abre la puerta. ¡Nancy!
Aiden rió suavemente
― Creo que Nancy ya se fue, no gastes energía gritando
Me volví furiosa
― ¿Tú sabías que iba a hacer eso? ¿Planeaste esto con ella?
Él alzó las manos en defensa
― No tenía ni idea de que ella haría esto, aunque no puedo decir que me disguste
Gruñí y caminé hacia mi habitación, dispuesta a encerrarme ahí el tiempo que fuese necesario.
No hablaría con Aiden.
― ¿A dónde vas? ―me siguió Aiden― espera Fabiola
Me agarró del brazo obligándome a enfrentarlo
― Tenemos que hablar, te guste o no. No tienes escapatoria
― No hablaré contigo, eres un idiota y no tengo nada de qué hablar con los idiotas ―siseé
Él dio un paso atrás, la diversión desapareciendo de sus facciones
― Esta bien, insúltame. Estas en todo tu derecho, sé que me lo merezco...
― ¡Te mereces más que eso! ¿Cómo te atreves a decir todo eso delante de los demás? Me hiciste lucir como si fuese la mala de la película cuando el único idiota aquí siempre has sido tú
― ¿Yo? Oh vamos, no me eches toda la culpa a mí, los dos tenemos responsabilidad en lo que está sucediendo
― Yo no tengo responsabilidad en nada ―aclaré― Tú has sido el único que ha estado actuando como un cavernícola, ¿acaso no te quedó claro anoche que no quiero saber más nada de ti? ¡Déjame en paz!
― No puedo hacerlo, no puedo dejarte en paz. ―sus ojos brillaron con desesperación― No puedo dejarte en paz sabiendo que me odias, no puedo tener tranquilidad hasta saber que me perdonas. Hasta que me dejes explicarte lo de Alexandra
― Aiden ya te lo dije, no tienes que explicarme nada, no quiero saber nada.
Él tomó una respiración profunda y volvió a mirarme
― Mira entiendo que estés molesta, que te sientas traicionada porque me acosté con ella...
― No tengo porque molestarme y mucho menos tengo derecho a...
― ¡Lo tienes! ―algo explotó dentro de él― Deja de decir que no tienes derecho, porque lo tienes ―me señaló con un dedo― tienes todo el derecho a estar molesta conmigo, a estar furiosa y a gritarme y golpearme si quieres por haber hecho lo que hice, tienes todo el derecho Fabiola Pardo. Lo tienes desde hace mucho tiempo pero te has negado a verlo
Algo se desató en mí, sus palabras dieron rienda suelta a todo lo que había estado conteniendo por días, me lancé a él golpeándolo en el pecho con mis puños una y otra vez
― ¿Por qué tuviste que acostarte con ella? ¿Por qué? Arruinaste todo Aiden, lo arruinaste todo ―grité. Lágrimas brotaron de mis ojos― Dios, te odio, te odio tanto
Aiden tomó mis manos deteniendo mis golpes
― Shh, no digas eso mi vida, no lo digas
― Quiero odiarte tanto ―susurré soltándome de su agarre― pero lo peor de todo es que no te odio para nada. No puedo odiarte y lo quiero hacer porque te lo mereces, te lo mereces por lo de anoche, te lo mereces por lo de esta noche y te lo mereces por lo de Alexandra. ―él me miró con la tristeza reflejada en sus ojos― quiero hacerlo tanto Aiden, porque quizá si te odiara aunque sea un poco, esto no me dolería como lo está haciendo
Se acercó a mí, tomando mi rostro entre sus manos y alejó mis lágrimas con sus dedos
― Podemos arreglar las cosas, podemos solucionarlas