Dime que te quedarás (amor a lo Escocés #1)

Capitulo 38: Amar sin herir

La casa seguía igual de cómo la dejamos cuando subimos y sentí alivio al ver que Nancy no pareció haber notado mi ausencia, alivio que disminuyó al verla tropezar y sujetarse a Bodric para evitar caerse.

El whisky haciendo de las suyas otra vez.

Empecé a dirigirme hacia ella, soltando mis dedos de los de Aiden pero Lisseth se interpuso, llamando nuestra atención y Nancy quedó relegada en un segundo plano

― Aquí están ―dijo al vernos― he estado buscándolos desde hace rato

Ella nos miró y después dirigió su vista detrás de nosotros, a las escaleras y una sonrisa conocedora se formó en sus labios.

― Deja de imaginarte cosas que no son ―le corté sus pensamientos a tiempo, causando que una risa saliera de su garganta.

― Yo no me imagino nada.

Aiden colocó su brazo alrededor de mi cintura, rodeándome con su calor 

― ¿Para qué nos buscabas? ¿Rachel decidió hacer acto de presencia por fin?

Rodrigo apareció detrás de Lisseth, llevando al pequeño Max entre sus brazos, dormido.

― Ojalá pero ya sabes que ella no se lleva bien con este ambiente. Los buscábamos para despedirnos. Max necesita descansar ―avisó, dándonos un beso a Aiden y a mí

Hice un mohín, decepcionada. Había estado tan enfrascada yendo de un lugar al otro que apenas y había tenido chance de jugar con Max un rato, se lo iba a tener que recompensar después.

― Avisen cuando lleguen ―se despidió Aiden― y por favor, manejen con cuidado.

Rodrigo asintió e hizo un movimiento con la mano de despedida, sin poder despedirse adecuadamente por Max.

― Yo los acompaño ―ofrecí y dejé a Aiden atrás, acompañando a Lisseth y su familia a la puerta.

Una vez se fueron enfrenté de nuevo la sala, Aiden estaba riendo fuertemente con sus amigos de la universidad y uno de ellos hacía gestos exagerados, contando una historia, sus esposas en cambio estaban sentadas en el sofá platicando sobre algo que sin duda no me interesaba. Candice y Nancy se encontraban cerca, compartiendo un divertido vals entre ellas, para el entretenimiento de Bodric, Eduardo y Blair.

Junté el ceño al notar que Rupert no estaba con ellos y lo busqué con la mirada, encontrándolo al final de la sala, mirando a través de la ventana hacia la calle, con expresión lejana. Caminé hasta él y me quedé a su lado, observando por la ventana también.

― Esta todo silencioso allá abajo ―comenté pero él solo asintió, bebiendo un trago de su whisky. ― ¿por qué no vienes con los demás? Nancy y Candice están dando unas buenas lecciones de baile allá

Rupert miró sobre su hombro el tiempo suficiente para verlas y el fantasma de una sonrisa se extendió por sus labios.

― Estoy bien aquí

Yo no tenía tanta confianza con Rupert, le tenía mucho afecto, sí. Pero nosotros nunca habíamos conversado en solitario más de lo necesario, mucho menos compartido secretos o angustias. Para ser sincera, a veces me podía llegar a sentir intimidada incluso, él tenía una forma de mirar que te hacía sentir como si supiera todos los secretos de la vida. Como si hubiese visto o pasado por mucho en sus años de vida y eso solo se intensificaba por lo poco que solía hablar. Rupert era una persona más observadora que habladora, y esa era una de las diferencias principales que compartía con su hermano menor, sin embargo, nunca lo había visto tan sumido en sus pensamientos y ajeno a los demás como esta noche.

― ¿Todo está bien en el trabajo? ―pregunté recordando lo que Aiden me había contado acerca de su actitud en los últimos días

― Todo va bien, ¿por qué lo preguntas? ―quiso saber y aparté la mirada, volviendo a la calle. Preguntándome si quizá me había entrometido demasiado

― Aiden me dijo que el trabajo te ha tenido agobiado... La idea de toda esta fiesta fue por ti ―aventuré y por el reflejo de la ventana lo vi voltear la cabeza de nuevo, fijando su mirada en Aiden.

Hizo un sonido, curioso 

― ¿Por mí? ―asentí― vaya, pensé que era para celebrar su nueva relación ―no sé si fue mi imaginación pero me pareció escuchar un rastro de desagrado al pronunciar la última palabra

De pronto, las inseguridades de antes empezaron a estrujarse dentro de mí.

― Tú... ¿tú estás bien con esto que está sucediendo entre Aiden y yo? ―no pude evitar que un deje de preocupación se filtrara por mis cuerdas vocales y Rupert lo notó

Un largo suspiro entró y salió de sus vías respiratorias antes de fijar su mirada en mí. Su semblante estaba serio

― No me malentiendas Fabiola, eres una niña muy dulce y te tengo mucho cariño, pero no puedo dejar de preguntarme si esta relación entre ustedes es lo mejor para los dos.

Un segundo pasó hasta que fui capaz de volver a hablar 

― ¿Por qué?

― Aiden ha sufrido bastante para toda una vida, él es la única familia que me queda y no soportaría verlo sufrir otra vez, él no se lo merece.

Sus palabras revolotearon en mi cerebro, entendiendo que se refería a un pasado que no conocía y que su preocupación era admisible, por el amor que le tenía a su hermano pero aun así, no pude evitar sentirme indignada



#49 en Joven Adulto
#1333 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 13.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.