Nunca en mi vida me había sentido de esta forma y me preguntaba si este sentimiento algún día se iba a acabar o si iba a perdurar para la eternidad. No tenía una respuesta y si la verdad habría de ser dicha, tenía miedo de ella.
Me desperté con los primeros rayos del sol entre los brazos de la persona que había sabido ganarse mi corazón en tan poco tiempo, no podía empezar a describir la paz interna que se asentaba sobre mí al verme a su lado.
No sé cuánto tiempo me quedé a su lado acostada, observándolo dormir, contando las veces que su pecho subía y bajaba entre cada respiración profunda. Se veía tan pacífico dormido, su rostro emitía la tranquilidad de un niño de dos años y tuve curiosidad acerca de sus sueños.
Perfileé en mi memoria cada rastro de su piel, guardándola como un retrato ficticio y sin poder contenerme empecé a trazar el borde de su rostro en una caricia delicada, apreciándolo. Siendo consciente de las ironías de la vida, en como a veces conocemos a una persona perfectamente inconscientes del grado de importancia que jugaría su papel en tu vida. ¿Quién iba a pensar esa primera noche en el restaurante cuando nos conocimos que íbamos a terminar a como estábamos ahora? ¿Qué íbamos a llegar a significar tanto el uno para el otro? Sin duda no yo... Ni por un segundo el pensamiento de una relación con el amigo de Nancy había revoloteado por mi cabeza, no vine en la búsqueda de un amor imprevisto pero los caminos de la vida a veces eran difusos y no me arrepentía de cómo se habían dado las cosas.
Yo era feliz, despertando entre los brazos del hombre a quien quería y sintiéndome amada y apreciada. Era feliz y las dudas e inseguridades eran dejadas a un segundo plano, junto con la promesa de un futuro incierto que se aproximaba con una prisa apremiante.
No me preocupaba por eso, no ahora. Solo quería disfrutar de este momento, disfrutar de él y de los minutos que parecían infinitos a su lado. En este instante, no podía pedirle nada más a la vida.
Una sonrisa lenta y soñolienta se extendió en los labios de Aiden y sus ojos se abrieron, adormilados. Sintiendo mi mano acariciar el rastro de su barbilla
― Buenos días, hermosa ―susurró con voz ronca por el sueño. Tomó mi mano entre la suya y la llevó a su boca, besando el interior de mi muñeca, logrando que las mariposas en mi estómago se despertaran junto a él. ― ¿Dormiste bien?
Asentí. Era imposible dormir mal estando a su lado.
Sus pestañas escondieron el hermoso color esmeralda y si no fuese por su mano todavía sosteniendo la mía cerca de su mejilla pensaría que se había quedado dormido otra vez.
― Aiden ―dije en voz baja, sin querer enturbiar la tranquilidad que ofrecía las primeras horas del día.
― ¿ummh?
― Tenemos que ir a trotar ―recordé
Uno de sus ojos se abrió para verme pero se cerró al instante y se acercó más a mí, hundiendo su rostro en el hueco de mi cuello, erizando mis vellos al sentir su respiración cálida chocando con mi piel
― No, hoy no
Sonreí y coloqué mis manos en cada una de sus mejillas, levantando su cabeza para que me mirara
― Si, hoy si ―declaré y sus labios formaron un puchero que me derritió el corazón― Vamos, leva... ―su boca encontró la mía, cortando mis palabras, y por unos minutos se me olvidó qué era lo que había estado diciendo en un principio
― Cinco minutos más ―pidió contra mis labios. Soltó un suspiro rodeando mi cadera con un pesado brazo y volvió a esconder su rostro entre mi cabello.
Intenté apartarme pero no me dejó, en cambio, su agarre se apretó más
― Aiden ―lo regañé para que me dejara ir.
Sacudió su cabeza entre mi pelo y lo escuché decir
― Vamos a quedarnos un ratico más así ―y su respiración se volvió profunda otra vez.
― Quien diría que eras tan flojo, Strachan.
¿En qué mundo paralelo era yo la que insistía en ir a trotar mientras él suplicaba por un minuto más de sueño?
Su cuerpo tembló en una risa bajo mí y su cara dejó el nido de mi pelo
― Bien, bien. Vamos a trotar entonces ―me soltó, rodando en la cama para estirarse y no pude contener otra sonrisa ante lo lindo que se veía bostezando y todo despeinado por el sueño.
Me apoyé en mis brazos, sentándome y puse un pie fuera de la cama para parame pero él me agarró por detrás, tumbándome en la cama y otro beso hizo mella en mí, pero esta vez más intenso, profundo. Y el ardor que creó bajó por cada vena de mí ser hasta deslizarse por la punta de los dedos de mis pies.
Empezamos a trotar más tarde de lo usual, cortesía de distracciones Strachan, se había despertado con un ánimo más juguetón de lo normal esta mañana logrando desbarajustar cada intento que yo hacía por salir de la habitación, no es que eso me molestara, claro. Pero teníamos cosas que hacer y no podíamos durar todo el día metidos en la cama... Si bien, aún tenía mis restricciones acerca del sexo y de lo que podría pasar si durábamos más de un minuto ahí... Los dos solos y con nuestras emociones a flor de piel. De nuevo, Aiden pareció entender mis pensamientos y cuando las cosas empezaron a tomar un rumbo más intenso del que me hacía sentir cómoda, nuestros fuegos internos se fueron calmando y él tomó sus ropas deportivas, adentrándose en el baño para cambiarse.