Dime que te quedarás (amor a lo Escocés #1)

Capitulo 42: Amor Quedate

Algunos dicen que el amor no es más que una reacción química resultante de la unión de ciertas sustancias producidas por el cuerpo. Los científicos aseguran que el amor, más que ser una emoción, es un impulso, una necesidad fisiológica para el ser humano.

Quizá tengan razón, quizá sea solo la mezcla de sustancias adecuadas y no algo mágico, algo más allá de toda explicación posible como nos gusta idealizar. No obstante, si tuviera que ser sincera conmigo misma, en este momento estaba segura de que todos esos científicos estaban equivocados, no había una explicación lógica para esto.

No creía que fuera posible que una persona tuviera una explicación científica para el torrente de emociones y sentimientos que atravesó mi cuerpo al instante en que Aiden pronunció esas dos palabras.

Él le había dado un nombre, dos palabras que habían sido pronunciadas antes por millones de personas, dos palabras que yo había pronunciado antes infinidad de veces pero dos palabras que de pronto, sumaban un nuevo significado en este preciso instante.

― Esto es tan difícil y confuso para ti como lo es para mí, créeme ―continuó― No se supone que esto pasaría... todo fue tan rápido... Cuando te conocí nunca pensé que me enamoraría de ti... Te veías tan incómoda y nerviosa esa primera noche, te veías tan inocente e infantil tomando agua porque no te gustaba el vino, quejándote por tener que caminar cinco cuadras. Me caíste bien, me hacías reír pero era solo eso. Eras simpática y dulce y hermosa y... la sobrina de Nancy que venía de otro país por unos meses, eventualmente ibas a regresar. Ese era el plan. Solo hacerme tu amigo, que no estuvieras tan sola durante los pocos meses que estarías aquí. Hacerte compañía hasta que regresaras... Estaba bien con eso, sabía que no iba a ser difícil ser tu amigo. No mentí esa vez que me trajiste chocolates, mi única intención contigo era ser tu amigo, solo tu amigo. Nunca te vi como algo más que eso, ni siquiera estaba buscando tener una relación

Mis piernas fallaron, tuve que sentarme en una silla en busca de estabilidad. Las vigas que mantenían mi soporte no eran lo suficientemente fuertes. Habían llegado a su momento máximo

Aiden me miraba de cerca, siempre analizándome, siempre desnudando mis pensamientos

― Sé que esto no fue lo que acordamos en un principio. Sé que el plan nunca ha sido que te quedes, lo sé perfectamente pero creo que nos desviamos del plan hace mucho tiempo y creo que todo esto que estamos sintiendo no tiene derecho a ser mitigado por la distancia. ―se pasó una mano por el rostro― Rupert me lo advirtió, que me estaba metiendo en problemas pero yo no...nunca creí... Tú y yo congeniamos tan rápido, sin darme cuenta empezamos a pasar todos los días juntos pero no vi nada malo en ello, me gustaba pasar tiempo contigo. Era tan fácil solo estar contigo y hablar. La facilidad con la que podíamos conversar acerca de todo y la facilidad con la que me hacías reír... Cuando tocaste mi puerta y me ofreciste chocolates, lucias tan cohibida, tan fuera de lugar. Me conmoviste de la manera más tierna así que sí, todo contigo era fácil, justo como debía de ser. Me gustaba ser tu amigo... Hasta que, hasta que las cosas dejaron de ser fáciles y me di cuenta que estaba empezando a sentir cosas más fuerte que una simple amistad. Y estaba mal porque tú eras la sobrina de Nancy, estaba mal por un millón de razones que sabemos muy bien y sabía que tenía que empezar a poner distancia contigo pero no podía, tú estabas ahí todo el tiempo, todo el día y de pronto las horas no parecían suficiente y me encontré buscando formas para pasar más tiempo contigo, me encontré deseando por más momentos junto a ti, ansiando los minutos que faltaban para verte e incluso cuando no estabas cerca solo escribirte o llamarte, saber qué hacías o no lo sé, solo.... tenía que haberlo sabido en ese momento, lo mucho que las cosas estaban saliéndose de mis manos pero no podía. Me gusta tenerte cerca y no puedo recordar la última vez que me sentía así con otra mujer. No sé cómo sucedió Fabiola, supongo que fue la suma de todos los minutos juntos, la suma de todas las palabras, de todos los momentos que se fueron cimentando uno arriba del otro hasta que se convirtió en todo esto... 

Hizo una pausa y continuó al ver que yo no decía nada

 ―Incluso ese día en la discoteca me gustabas,  no era algo tan profundo, es cierto, pero me gustabas más de lo que debería y me molestó que quisieras que hablara con otra chica y después me molestó verte con ese chico. Sentí celos y no sabía qué hacer con eso. Sabía que tú no tenías sentimientos por mí y sabía lo que pensabas acerca de la diferencia de edad entre nosotros. Así que yo solo lo ignoré y lo aplaqué pensando que lo que estaba sintiendo era una simple atracción pero me estaba engañando a mí mismo. ―así como yo me había estado engañando a mí misma― Cuando te fuiste a Londres fue la primera vez que me di cuenta lo profundos que eran mis sentimientos, estar esos días sin ti fue desesperante. No te mentía cuando te dije que esos días fueron interminables, me hiciste falta como no tienes idea. Estuve distraído, de mal humor  sin saber qué hacías o cómo estabas, si estabas bien. Me di cuenta de lo mucho que te habías anclado en mi vida, en mi rutina y después cuando te vi en el aeropuerto. En ese segundo en que te vi y en que saltaste a mí y te abracé, fue como volver a respirar, como si esos días en que estuviste afuera me hubiese faltado el aire. Y en ese momento supe que estaba jodido, de verdad jodido.



#49 en Joven Adulto
#1333 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 13.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.