En mi vida quedas para siempre
aunque hoy, me tenga que alejar
El aeropuerto estaba lleno, cantidades de gente iban y venían de un lugar al otro. Llantos, risas, encuentros, despedidas. A donde sea que miraras encontrabas un escenario distinto, algunos más descorazonadores que otros. Era un lugar donde la esperanza y la desesperanza iban de la mano. Donde la alegría y la tristeza se encontraban continuamente.
Bodric me ayudó con las maletas mientras Nancy me agarraba de la mano, rehusándose a soltarme. La abracé tan fuerte que pensé que si no fuese yo tan chiquita pudiera haber roto sus huesos.
― Gracias por todo ―murmuré sin soltarla. ― Gracias por invitarme a tu casa y por estos meses. Fueron las mejores vacaciones que he tenido
Nancy me alejó el espacio suficiente para darme un beso en cada mejilla
― Fue todo un placer tenerte aquí Fabiola, me divertí mucho contigo. Mándales muchos besos a Alicia y a Marisol por mí
Asentí
― Lo haré... Lo siento mucho por cómo acabaron las cosas con Aiden, sé que es uno de tus amigos más cercanos y yo nunca pretendí que algo de esto sucediera. Que las cosas terminaran así.
Ella sacudió su cabeza
― Nadie te culpa cariño. Todos entendemos
Un peso enorme dejó mis hombros ante su confirmación.
― Te voy a extrañar
― Yo también, muchísimo.
Me alejé de ella sin querer soltarla y caminé hasta Bodric, abrazándolo
― Gracias por todo también. Me dio muchísimo gusto conocerte.
Bodric rió devolviéndome el abrazo
― A mí también me gustó conocerte. Nos harás falta, pequeña ―soltó un suspiro de lamento― ¿Quién me salvará ahora de Nancy y las películas de Blair?
Me reí, las películas francesas era algo que no extrañaría para nada.
― Cuídala por mí ¿está bien? ―dije, refiriéndome a Nancy― pórtate bien con ella.
Bodric asintió, poniéndose serio.
― Lo haré, no te preocupes.
Los abrace a los dos una vez más, alargando el momento, contuve las lágrimas y forcé una sonrisa de despedida. Di un paso lejos de ellos, Nancy se despidió con la mano y luego se secó una lágrima. Bodric la abrazó y ella se refugió en él. Sonreí, Nancy estaría bien. Ellos estarían bien.
Di otro paso más lejos, hice la fila para atravesar seguridad. Mi vista se perdió entre el mar de rostros, buscándolo inconscientemente, mi corazón acelerándose cada que una cabellera roja aparecía. Nunca la de él. Sin darme cuenta llegó mi turno, miré hacia atrás, me despedí de Nancy y Bodric por última vez.
Ajuste mi cartera en mi hombro y caminé en busca de mi puerta de abordaje, en una pared visualice un mapa con las indicaciones de cada puerta y encontré la mía. Memorice mentalmente el camino hasta ella, no estaba segura de cuánto me faltaba para despegar y por eso quería estar ahí a tiempo. Conociendo mi suerte era capaz de perder el vuelo y mi mamá me mataría si eso sucediera. Arrastre mis pasos por el aeropuerto, odiando la soledad de mis pensamientos, odiando la imaginación de mis sentidos obligándome a escuchar una voz que no estaba ahí. Pensé que me estaba volviendo loca, lo veía en cada persona que pasaba por mi lado, tropecé con algunas, mis pasos eran descuidados. La adrenalina de unas horas atrás se había extinguido dejándome desgastada, toda la emoción, la determinación, la energía se habían acabado con esa búsqueda sin resultado.
¿En dónde te habías metido Aiden? Supongo que nunca lo sabría.
Quería montarme en el bendito avión y dormir hasta que aterrizara en Venezuela, con mi mamá. Quería un abrazo suyo tanto... Seguí caminando, seguí viéndolo a cada tanto, seguí escuchando su voz entre los susurros de la gente, la forma en la que solamente su acento podía pronunciar mi nombre erizando los vellos en mi piel.
Llegué a la puerta, dejé de caminar. Cerré los ojos un momento necesitando recobrar las fuerzas. Necesitando respirar, sus ojos, su rostro aparecieron entre mis recuerdos, acostumbrándose al lugar donde por siempre permanecerían, su voz abrigó mi oído. Me pregunté cuánto tiempo habría de pasar para que mi memoria dejara de serle fiel, para que empezara a distorsionar al Aiden real. Cerré los ojos con fuerza y cuando los abrí, mi mente me jugó el mayor engaño de todos.
Aiden estaba frente a mí. Vivo, respirando.
Parpadeé... Otra vez.... Pero su recuerdo no se difuminó. Creí que de verdad estaba volviéndome loca, pero entonces él dio un paso y supe, supe que era real.
¿Cuantas veces puedes perder las esperanzas solo para verlas volver a emerger?
Aiden estaba aquí. Aiden estaba frente a mí. Solo unos pasos nos separaban, unos cuantos pasos fácilmente atravesables.
Lo había encontrado... No, él me había encontrado.
Mis piernas temblaron y pensé que iban a ceder. Quería correr hasta él. Quería abrazarlo y besarlo pero me era imposible mover un solo musculo, no confiaba en mi estabilidad. Tanto correr, tanto buscarlo y cuando por fin estaba ante mí, era incapaz de realizar una sola acción. Él lo hizo por nosotros. Siempre pensando por los dos.