Dinastía griega | Kim Taehyung

Capítulo 17

– Dios mío...

– Esta es mi parte del baño y esta otra, la tuya – Taehyung se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su mano– Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna idea mejor.

Aixa no pudo apartar los ojos de él. Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua deslizándose por su pecho, Tae tenía un aspecto que la dejó sin aliento.

– He estado pensando... quiero decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel – masculló Aixa– Creo que antes reaccioné de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupada por el refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que quizá no debería preocuparme tanto.

– Exacto. No deberías preocuparte en absoluto– confirmó Tae– Estás tan preciosa vestida con mi camisa que me entran ganas de arrancártela, pethi mou.

Taehyung le dio la mano a Aixa y se acercó a ella. Aixa empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirle a su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de Tae le desabotonaban la camisa.

Aixa se sintió extraña al vestirse: antes de salir de luna de miel, Taehyung le había comprado todo un vestuario. Durante las tres semanas que llevaban de luna de miel no había estrenado ninguno de los vestidos, de hecho, durante esas tres semanas, no había llevado nada puesto. Y pensando en eso, sonrió. Estaban en una antigua villa de La Toscana rodeada de olivos. Era un lugar como fuera del tiempo y, en todos los sentidos, un escondite donde el resto del mundo parecía tan lejano como las estrellas. Desde su llegada, Aixa se había acostumbrado a la felicidad.

Según pasaban los días, arrastrándose con lentitud, Taehyung y Aixa se habían convertido por fin en una pareja. Ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de menos la amistad y el afecto mientras estaban enfrentados. Aunque tenían personalidades muy diferentes, sus opiniones eran muy parecidas en muchas cosas. Sin embargo, de vez en cuando, le gustaba contradecirle sólo por el placer de discutir con él. La pasión era un extra muy estimulante para su relación con Tae.

Ahora se sentía tan cercana a Taehyung, que parecía como su sombra. Todos los días, por la mañana, se levantaba con la sensación de haber descubierto algo nuevo. La luz del alba se filtraba por las persianas proyectando alargadas flechas de sombra sobre el torso bronceado de Tae y, entonces, él se desperezaba como un tigre indolente. Mirándola con ojos soñolientos, Taehyung le regalaba su sonrisa más sincera antes de tomarla entre sus brazos para hacerle de nuevo el amor.

Hacía tan sólo unas semanas, a Aixa le había dado miedo confiar en él. Sin embargo, desde entonces había llegado a la conclusión de que su matrimonio tenía un gran futuro. Aunque pasaban casi todo el tiempo juntos, la pasión seguía en pie.

Cuando salían a cenar por los pueblos pintorescos de la zona, Taehyung la agarraba de la mano para caminar juntos por las calles empedradas. Esa cercanía y esa ternura física significaban mucho para ella. Muchos días, Tae tenía que excusarse durante un par de horas por asuntos de negocios. Aixa solía entonces salir a dar un paseo sola, leer un libro o ir a darse un baño y a Taehyung le parecía asombrosa la capacidad que su esposa tenía para entretenerse ella sola.

– A lo mejor estás acostumbrado a mujeres dependientes y 'un poco inútiles – le decía Aixa.

– O quizá es sólo que me gustaría que, de vez en cuando, te comportases como si me necesitaras.

– Lo siento, pero no es mi estilo.

En los ojos azules de Aixa aparecía una chispa de descaro. Por la noche, cuando él estaba profundamente dormido, se abrazaba a su cuerpo como si fuera una enredadera. Pero reservaba todas las demostraciones de cariño para esos momentos robados. Después de todo, a Taehyung le gustaba que lo desafiaran. Si Aixa mostraba su debilidad, dejándole ver lo mucho que lo amaba, la balanza de poder podía inclinarse hacia el lado equivocado para siempre.

Regresando de su estado de ensimismamiento, Aixa alcanzó un vestido color turquesa y se lo puso. Era el último día de la luna de miel. Sentía un dolor en el fondo del corazón. La cercanía que habían vivido durante las últimas tres semanas no duraría siempre.

El banquero británico Robert Donnington era un viejo amigo de Tae y, cuando se enteró de que estaba en Italia, los invitó a comer con él en su casa de verano de La Toscana. Aixa contempló su reflejo en el espejo. El corpiño le apretaba el pecho más que de costumbre e hizo una mueca de disgusto. El vestido le quedaba más ajustado que unas semanas atrás. ¿Serían las píldoras anticonceptivas que estaba tomando? Últimamente, además, tenía los pechos más sensibles. ¿Estaría sufriendo retención de fluidos? ¿O se negaba simplemente a aceptar la conclusión más obvia? Que estaba engordando por haber comido demasiado durante la luna de miel.

Taehyung había hecho que trajeran baklava de Grecia. Atiborrarse de pasteles empapados con miel y nueces no ayudaba precisamente a adelgazar. Se probó otros vestidos y se lamentó al ver que casi toda su ropa le apretaba demasiado en la zona del busto. El montón de ropa descartada iba aumentando sobre la cama al mismo ritmo que aumentaba su frustración, ya que hacía demasiado calor para andar dándole tantas vueltas a la ropa que se iba a poner. Con un suspiro, se volvió a poner el vestido de paseo que llevaba al principio. Le quedaba más o menos suelto y le sentaba mejor que casi cualquier otra cosa. Aixa se dirigió a la soleada terraza.

– Estoy engordando – le dijo a Taehyung.

Tae vestía una camisa blanca y pantalones negros que le daban un aspecto elegante y espectacular. Le extendió la mano a Aixa para atraerla a su lado.

– No dejes de comer – le pidió Taehyung– Desde aquí, te miro y me parece como si hubiera muerto y estuviese en el cielo. Comer más sólo puede significar ponerte más guapa.



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En el texto hay: taehyung, btstaehyung, kimtaehyung

Editado: 13.06.2021

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