Dinastia Uni-Tomo 1

01-El Unico

“Esta es una historia de tiempos antiguos, una historia de amor honesto, una historia de magia, una historia de venganza…una historia familiar”

 

 

Tadashi Koukamy era un demonio original, primero de una especie espiritual a la que llamo Uni, por creerse único, al menos no recordaba a ver visto a otro antes y él mismo ignoraba su origen, su pasado se remontaba a los cuatro o cinco años que llevaba dando vueltas por todo el Japón en busca de un lugar donde asentarse y un motivo por el que valiera la pena hacerlo; sin duda su problema era ese, no se hallaba, había vivido y conocido gran variedad de lugares y gente, su vivo ingenio y poder sobre la naturaleza le habrían permitido, si así lo quisiera, empezar donde fuera con relativa prosperidad, ¿pero para qué?, ¿De que servían una casa grande, campos fértiles y vacas gordas sin alguien a tu lado para compartir?, en resumen se hallaba solo y su esperanza de encontrar a otro como él disminuía cada día más.

 

Una tarde nublada, andando por la prefectura de Nagasaki, le sorprendió una terrible tormenta, creyéndose en medio de la nada salió en loca carrera buscando protección, esperaba dar con una cueva, quizás un árbol hueco, pero cuál no sería su sorpresa al dar con una pagoda en medio del bosque, entro sin esperar que le invitasen y mientras se sacudía el agua dio una mirada al lugar.

 

Definitivamente no era un sitio frecuentado pero tampoco estaba en abandono, habían grietas por doquier, el techo no soportaría muchas lluvias como esa y algunas imágenes rotas parecían a ver sido víctimas de saqueadores indiscriminados, pero el suelo estaba barrido, había flores recientes en un par de jarrones y el estanque ceremonial lucia cristalino, grandes carpas nadaban en completa tranquilidad, ajenas a la tempestad del mundo exterior, Tadashi se inclino para ver su reflejo, todo su cuerpo era negro como una sombra, sus ojos rojos brillaban cual flamas, sus gastadas ropas de viaje y su ancho sombrero debieron conocer tiempos mejores.

 

-Mil disculpas-ofreció a la entidad a quien perteneciera esa pagoda antes de sacar una gruesa carpa del estanque.

 

Se las arreglo para hacer una fogata con la cual secar sus ropas y cocinar el pescado, dado que era noche cerrada y la tormenta no daba señales de amainar se puso tan cómodo como podía para dormir, con la lluvia como arrullo el sueño no tardo en llegar, acompañado de augurios e imágenes.

 

Soñó con dos niños humanos que jugaban en un prado, que reían y correteaban llenos de vitalidad, de pronto el mayor saltaba sobre el menor con una violencia imprevista, golpeándole el rostro hasta hacerle sangrar, ¿el pequeño reaccionaba?, no solo no se defendía sino que tampoco lloraba, con un simple movimiento alejaba a su atacante, con su fría indiferencia reducía y ponía a temblar al mayor.

 

Una exclamación le hizo despertar, al abrir los ojos se topo con una joven humana a la entrada de la pagoda, traía una canasta con flores y el brillo matinal le daba una curiosa tonalidad a su rostro, se miraron uno al otro por cosa de dos minutos antes de que ella soltara la canasta y saliera corriendo de allí.

 

-¡Espera!-grito-¡Vuelve!

 

Se echo encima su capa de viaje, recogió la canasta y fue tras ella, ni siquiera sabía porque la estaba persiguiendo pero no iba a perderla, dejaron el bosque al desembocar en un sendero, allí ella se tropezó y cayó al suelo, Tadashi apretó el paso hasta alcanzarla.

 

-¿Estás bien?-pregunto.

-¡No, aléjate!-aun herida trataba de huir-¿Qué quieres de mi?

-De ti no quiero nada-dejo la canasta a su lado-dejaste esto tirado…déjame revisarte.

-¡Ay, no!

-¡Deja de llorar!, es solo una torcedura, permíteme.

 

Coloco ambas manos alrededor de su tobillo, su tacto era frio pero produjo un repentino calor, el dolor desapareció por completo y la asustada chica pudo verle bajo una luz diferente.

 

-¿No eres…malvado?

-¿Malvado?, ¿Quieres decir de esos que atacan a los humanos en cuanto los ven?, no-le ayudo a levantarse-jamás me han interesado tanto como para pensar en acabar con sus vidas.

-Ah…

-En fin-ahora estaba incomodo y deseaba marcharse-lamento a verte asustado, tomare mis cosas y me iré, no creo que debamos volver a vernos jamás-se alejo unos pasos-un consejito: en el futuro no le salgas corriendo a nadie así, si su intención es mala te perseguirán de cualquier modo, si no lo es, bueno, resulta muy descortés, adiós.



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En el texto hay: demonios, japon, magia

Editado: 07.08.2018

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