Dinastia Uni-Tomo 1

19-El Hijo del Dragón

Era una hermosa mañana de primavera cuando Kouro fue a llevarle un presenta a su sobrina, Tara Koukamy había nacido hacia algunos meses como una legitima Kitsume, tenía un pelaje rojizo y los mismos encantadores ojos verdes que su madre, quien en todo ese tiempo y quizás hasta que creciera un poquito más no había podido tomar su forma humana.

 

-Es un cepillo especial, no lo termine hasta ahora.

 

Le mostro el mecanismo, se abría por detrás para colocarle una hojita de menta, un pétalo o cualquier cosa fragante, se añadían unas gotas de agua y al cepillar el pelaje quedaba impregnado con el aroma elegido, así se vería y olería bien todo el tiempo, Rina agradeció el regalo sonriendo con la mirada y Tara lo hizo royendo el mango del cepillo con sus minúsculos colmillos.

 

-Es tan bonita-acaricio su cabeza-tengo que volver a trabajar pero si necesitas algo solo debes tirar de la campañilla, Hakai dijo que regresaría en una hora.

 

Todo era una mentira, pensaba de camino al laboratorio, su timbre simpático, su actitud gentil y sus muestras de afecto, la máscara de la buena persona que ensayaba cada noche engañaba a la perfección y si aun pudiera sentirse feliz puede que se hubiera reído de ver la facilidad con la que su familia prefería creer que había sufrido un cambio positivo de actitud y no un peligroso cambio de identidad.

 

Él estaba bien, se había acostumbrado, lo más difícil fue sin duda luchar contra ese espacio vacío que le había quedado donde estuviera su corazón y que le causaba una molesta sensación de falta de aire, buscando con que llenarlo recupero su viejo habito de embotellar energías y empezó a reconstruir su colección, el pasatiempo le distraía y aliviaba como lo hizo en su tiempo la pintura sobre sus emociones, su único problema en la actualidad es que ya sin pesares, ya sin odios que justificaran algún plan de venganza, no sabía muy bien qué hacer, sin emociones se había vuelto muy lógico y la lógica le agobiaba mostrándole lo vana que realmente era la vida, al menos la suya; existía, eso sí, asuntos por resolver y una persona que podría darle un objetivo, solo había esperado el tiempo suficiente para recibirle como tenía que ser.

 

-Tulpa-llamo, y la obediente criatura surgió de las sombras-ve por Akuma, tráemelo aunque se oponga.

 

El Tulpa hizo una reverencia y salió, Kouro dispuso de algunos minutos para ordenar y, como siempre, verificar que su corazón siguiera donde lo había dejado, en aquel agujero en la pared de su estudio, nadie conocía de aquel escondrijo por lo que sería muy raro que lo descubrieran pero aun sin emociones era seriamente paranoico y no podía descuidar algo que le era tan vital, estuvo de regreso en el piso de abajo antes de que su invitado apareciera y se posiciono de espaldas a la entrada y frente a la pared más lejana, desde allí podría controlar toda la acción.

 

-La puerta-dijo, el Tulpa la cerro-acércate, Akuma, debemos hablar.

-¿Te digo algo?, no esperaba que me recibieses con los brazos abiertos pero considerando nuestra historia, la forma en que me abandonaste y que me has evadido hasta ahora…bueno, ya sabes para donde voy.

-Necesitaba tiempo y me parece que no has estado ocioso, ¿Mi hermano no te dio trabajo?

-Si, me he divertido muchísimo en sus “Fuerzas de Paz”

-Detecto un tono irónico-algo en lo que se había vuelto muy bueno era en leer a las personas por su voz.

-Es un concepto ridículo, fuerza y paz ni siquiera se oyen bien en la misma oración.

-También lo pensé.

-¿Qué te ha pasado?-dijo entonces, honestamente preocupado-yo tenía fe en que te recuperases pero…no sé, algo tienes que no me resulta normal.

-Que preceptivo-al fin se giro a mirar-también hay algo en ti que no me resulta normal.

 

Akuma creyó entonces a ver cometido un error crucial y lo confirmo cuando se vio fuertemente aferrado por los tentáculos del Tulpa.

 

-¿Acaso me crees estúpido?-la amenaza en su voz era fría pero palpable-te deje a miles de kilómetros, no hay forma de que llegaras a Nagasaki en tan poco tiempo salvo que hallaras la forma de hacer que el carromato volara.

-Conozco buenos atajos.

-Siempre altanero, siempre fingiendo tener el control, pero a mi no me engañas, Akuma, no más-giraba a su alrededor como un zorro a su presa-veo tu aura, la incertidumbre te causa terror.



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En el texto hay: demonios, japon, magia

Editado: 07.08.2018

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