Dinastia Uni-Tomo 1

20-Nace un Imperio

Rina y Kouro estaban juntos en las caballerizas cuando Hakai se marcho, luego de unos minutos ella regreso a la casa para ver a su hija pero Kouro se quedo un poco más, experimentaba una repentina e insólita desolación.

 

-¿Qué será esto?-se pregunto.

 

No tenia como saberlo pero la reacción que sentía era una remembranza, recordaba sin darse cuenta el día que su padre se fue a la guerra abandonándole en un momento crucial; rindiéndose a tratar de adivinar que le pasaba se fue a buscar a Rina, metió la mano en su bolsillo para juguetear con el collar modificado que encerraba su corazón.

 

-¿Rina?-llamo a su puerta-¿Puedo pasar?

-Claro que si, entra.

 

Tras unos meses Rina había podido volver a adoptar la forma humana pero Tara seguía siendo una tierna Kitsume, cuando entro estaba siendo cepillada en el regazo de su madre.

 

-Ama su cepillo-un comentario casual, no requería respuesta-pero le ha dado por aceptarlo solo con hojas de menta.

-Tan chiquita y ya con favoritismos-se sentó a su lado-¿Puedo?

-Por supuesto-se la paso para que él la cepillara-te quiere muchísimo.

-¿Te parece?-eso requería una pequeña mentira-bueno, es mutuo…dime algo, Rina, ¿Te gusta a dónde has llegado en la vida?

-Esa es una pregunta extraña.

-Ya sé, es que estaba pensando en la abuela.

-Oh, ya comprendo-se rio-yo casada, con una sola cría, viviendo bajo un techo, todo lo contrario a lo que una Kitsume considera decente y normal.

-Lo importante seria: ¿Eres feliz?

-Si-dijo sin titubear-no podría serlo más.

-Eso podríamos comprobarlo, cierra los ojos un minuto, por favor.

-¿Cómo?

-Confía en mí, te gustara.

 

Ella cerró los ojos y espero, pudo sentir que deslizaban algo alrededor de su cuello y cuando le dijeron que podía abrir los ojos lo primero que vio fue su propio reflejo en el espejo que Kouro sostenía, luciendo una gargantilla dorada con joyas incrustadas, la gema central tenia forma de corazón y titilaba a un ritmo irregular.

 

-Kouro…es precioso, no debiste.

-¿Por qué no?, eres mi mejor amiga, mereces un bonito regalo.

-Muchas gracias-Tara trato de tocar la pieza con sus peludas patitas-nena, no, con esto no se juega.

-Cuídalo mucho, quiero ver la cara de Hakai cuando te mire con eso, espero no tarde en regresar.

-También yo-se oyeron cuernos a la distancia.

-¿Es tan tarde ya?, estoy con un experimento que no puedo desatender asique me voy, hasta mañana.

-No trabajes demasiado, buenas noches.

 

 

Tristemente esta vez no podría hacerle caso pues tenía programada una noche terriblemente ocupada, se reunió con Akuma en un campo abierto pero solitario, le acompañaba su Tulpa arrastrando un extraño alambique con cadenas y él llevaba un enorme cofre repleto de etiquetas de papel, su largo era el adecuado para cubrir los ojos de una persona poniendo sobre cada uno la característica marca Uni del rayo.

 

-Caballeros-con ese saludo impuso silencio-se que se han estado preguntando que poder puedo ofrecerles si se unen a mí, y aquí esta-levanto en alto una etiqueta para que todos la miraran-los poderes de un demonio Uni, ¿Qué opinan de poseer la fuerza de cien hombres?, ¿volar?, ¿controlar a la madre tierra?, y no tienen idea de lo que yo soy capaz de hacer, ¿Quién se ofrece a ser el primero en probar una nueva realidad.

 

Mentía, no había sido capaz de descubrir la lógica tras los poderes de un Uni y quizás no le fuera posible controlar todos los resultados pero con qué mordieran el anzuelo le bastaba, las etiquetas contenían dos sellos secretos en tinta especial, uno era la versión inversa al sello de apariencia humana de su abuela, el otro era una marca de control que estabilizaría el cambio y le daría potestad sobre los convertidos.

 

Tras tensos minutos de deliberación un joven soldado fue quien primero se animo a pasar al frente, con cierta fanfarria propia de un espectáculo de circo, Kouro coloco la etiqueta sobre sus ojos y la sostuvo allí con la izquierda, la derecha se corrió hacia atrás para dar un potente golpe al cuerpo, se produjeron gritos de alarma pues parecía que le había atravesado el pecho con la mano y la saco aferrando algo pero al abrir la palma esta estaba vacía, nadie salvo Kouro podía ver la luz titilante que le había extraído del corazón; el alambique se movió entonces con vida propia para atrapar la esfera y la atención general se redirigió al soldado, su pecho estaba intacto pero su aspecto cambiaba al cubrirse de sombras, Kouro retiro la etiqueta y comprobó que las marcas habían quedado bien plasmadas sobre sus ojos.



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En el texto hay: demonios, japon, magia

Editado: 07.08.2018

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