Dios así lo quiso

Parte 5

— Los primeros cristianos hicieron suyas las creencias babilónicas de un lugar de tinieblas, y de alguien que reina allí, pronto acusaron a los judíos, a los paganos y a los herejes de estar poseídos por el mal. Pero todos omiten un pequeño detalle, si Dios es todo poderoso ¿Por qué deja que las personas hagan el mal? Si alguien no sigue las normas de los sacerdotes los critican, les gritan, incluso los hacen matar, pero si los llamados "hombres de Dios" le hacen daño a los demás lo hacen en nombre de Dios, y debe considerárseles benditos. En realidad quienes son hipócrita son ellos, mi misión es cuidar que los malos no salgan de su prisión, y castigarlos por lo que han hecho, nada más. La maldad que los hace matar, destruir solo es parte de la naturaleza humana, no la inculcó yo. Él — apuntó al cielo — ¿Cuántos mató? ¿Y cuántos supuestamente yo? Es cosa que vea las escrituras.

— Usted tentó al señor Jesús en el desierto.

— Esa solo fue su parte humana que quería que él hiciera su vida como cualquier otro, no que hiciera lo que Dios quería. Para los seres humanos es mejor echarle la culpa a un ser sobrenatural como yo, que reconocer que sus pecados son por su propia voluntad.

La mujer no sabía que pensar, eran muchas palabras, y cosas de las que nunca había escuchado ni meditado en su vida.

— Debí decírselo apenas llego aquí, pero quería que me conociera antes de saber sobre mi verdadero yo, y luego tuve miedo que reaccionara así. Apenas leí su carta supe que era la mujer que había buscado por milenios, y al tenerla aquí comprobé que no equivoque, no le interesa mi fortuna, ni el poder que pudiera tener, solo me quiere por el hombre que creía que era yo.

— ¿Puede saber que pienso? — le replicó aterrada.

— Lo lamento, solo quería saber que sentía usted por mí antes de declararme.

— Usted... ¿Usted me está obligando a que sienta...?

— No, no puedo hacer eso, si quiere irse puede hacerlo, no podría tenerla a mi lado contra su voluntad.

Lucifer se fue triste, solo se quedó Lilith con la humana.

— ¿Usted también es...?

— Sí, cuando se le dio su misión, fue la primera que decidió ir con él.

— ¿Entonces su padre?

— Solo es una fachada, algunos humanos nos dan esa cubierta para poder actuar en el mundo de ustedes. Le tome mucho aprecio Srta. Erika — fue a tomarle la mano.

— USTEDES NO SABEN AMAR, SON SERES MALDITOS — se la quitó bruscamente.

La pelirroja no dijo nada, solo salió del cuarto silenciosa.

Esa noche Erika lloró mucho, apenas empezó a amanecer se cambió ropa para irse, cuando cerró la puerta de su cuarto, se encontró con una de las doncellas.

— ¿De verdad se va Srta. Erika? — le preguntó Ilse.

— Debo irme, despídame de todos — se fue, no quería tener que despedirse de los demás.

"¿Ellos también serán demonios...? Ya no sé en quien confiar".

— La echaremos de menos, ma... — la joven se dejó caer de rodillas, mientras lloraba amargamente al ver a la mujer alejarse por el pasillo. 

Cuando salió con su maleta, vio a Daimon que la veía desde uno de las ventanas de su cuarto, su mirada le partió el alma a la mujer, estuvieron así unos minutos, luego ella continuo con su camino. 

Erika rechazó la ayuda de Roland para ir al pueblo.

Según iba caminando a la estación de tren, la tristeza fue llenando su corazón, por primera vez en su vida se había sentido parte de una familia, apreciada, sus pasos se fueron haciendo más lentos, hasta que se detuvo, los ojos del amo del castillo no podía quitárselos de su mente, había tanto dolor en ellos. Estuvo por horas queriendo caminar, pero no podía avanzar, cuando ya caía la noche, se devolvió.

— Srta. Erika, que bueno verle — dijo Lilith, contenta al ver a la mujer.

— Yo.. yo...

—  ¿Quiere hablar con Daimon?

—  La verdad no sé qué quiero — respondió Erika angustiada.

Ambas fueron a la sala.

— Solo escuche lo que su corazón desea — Lilith la dejo sola.

Al rato la  mujer fue a la habitación del dueño de la mansión, lo encontró dormido, su semblante reflejaba una tristeza muy grande, Erika se sentó en un sillón que había allí. Al otro día la mujer despertó al sentir una cálida humedad en su nariz, era Medianoche que estaba en su regazo. En ese momento Lucifer despertó.

— Volvió — dijo tomándole una mano para darle un beso.

— Yo... yo... no pude irme — lo miró a los ojos — acepto ser su esposa.

— ¿De corazón?

— Sí, no me importa quién o que sea, usted me ha tratado como una persona, siento que tiene un gran corazón, por eso yo... me enamore de usted — ella se sonrojó.

— No se arrepentirá, se lo juro, nunca le pasará nada malo, Medianoche la cuidará cuando yo no este, esa es su misión desde que usted está aquí. 

Por un segundo el animalito creció y se convirtió en una gárgola, con los ojos rojos, luego volvió a su forma pequeña. 

"De ahora en adelante deberé acostumbrarme a esto, ya que seré la esposa de Lucifer".

Fuera el diablo o no, era un ser que la quería, y la trataba con todo el respeto que nadie le había de mostrado en la vida. Había conocido hombres supuestamente santos, que eran malvados, entonces ¿Por qué no podría haber un diablo con buen corazón? Se dijo mientras besaba los labios de Daimon.

A la hora del almuerzo su prometido le dio un regalo inesperado.

— Así que Hermann es también un demonio.

— Sí, es de los que vino conmigo del cielo, se enamoró de Wanda y como fue correspondido, a ella le di vida eterna para que pudieran estar juntos por siempre — miró a Erika contento — los más jóvenes son sus hijos.

— Pero yo no tengo.

— Son los que abortó, yo recuperé sus almas del limbo, y cree cuerpos para ellos.

— Es un gusto poder decirle por fin madre — Rudolf y Roland la abrazaron.

— La queremos mucho madre, que bueno que se quedará — dijo Ilse feliz, a nombre de las muchachas.



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En el texto hay: tristeza, demonios, amor

Editado: 03.09.2021

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