Dios de las estrellas

CAPÍTULO 2: DESCENSO

Un sonido agudo muy fuerte invade mis oídos, adentrándose lentamente hasta llegar a mi cerebro, activando todo a su paso. Puedo sentir absolutamente todo a mi alrededor, un ligero viento fresco golpeado mi cuerpo y los arboles, el cantar de los pajarillos, puedo sentir el día, la luz, hasta lo más mínimo y diminuto. De un momento a otro todo cambia. El miedo invade mi cuerpo tomando el control de mis pensamientos, la oscuridad se hace presente. Gritos desgarradores asimilandose a los de ultratumba provienen de todos lados, el sonido aterrador de caballos acercándose arrastrando cadenas con su andar, el desgarrador sonido de látigos chocando contra la piel abriendo fisuras en ella, escuchar el repulsivo sonido de las gotas de sangre caer al suelo como lo hacen las gotas de agua de un manantial, miradas en todos lados, ojos en las paredes moviéndose al ritmo del sonido, venían de todos partes, estaban en todos lados. Dentro de toda esas penumbras, niebla y sonidos desgarradores una figura resalta, la de un hombre, vestido completamente con túnicas negras, al mirar detenidamente la capucha que cubre su rostro, esta se mueve dando paso a una sonrisa malévola, abriendo su horrenda boca y pronunciando con voz ronca y pesada; el juego ya comenzó.

————————

Desperté alarmado, posando una mano en mi pecho y girando la cabeza en todas las direcciones posibles, ¿Donde estoy? No siento mis brazos ni piernas, "supongo que ya estoy muerto, ¿Estoy en una especie de limbo?" No lo sé, tal vez si.

Decido poner atención alrededor mío, esto parece una especie de bosque o reserva para animales, no por supuesto que no, esto más bien parece un bosque y la vez no; árboles, rocas, pajarillos, y más árboles todo se ve tan surrealista. Levantándome del suelo sacudo mi bata blanca, que por cierto está intacta.

—¡Rayos!— exclamo asombrado al ver que no tengo ni un solo rasguño, se supone que al haber caído debería estar hecho puré o por lo menos estar sucio, pero no, estoy impecable ¿O cuando mueres desaparecen las heridas y manchas? No lo sé.

Decido caminar sin rumbo alguno, en este momento agradezco estar descalzo, se siente tan bien caminar sobre el pasto fresco. Todo aquí es medio extraño, muy irreal, los colores son muy intensos, árboles muy verdes, el cielo están muy celeste, las nubes muy blancas, y la luz...pues el sol está más brillante que nunca antes, las aves cantaban una linda melodía, divisó algunas ardillas en medio de los árboles.

Caminando por donde la tierra me lo permite, siento mi corazón acelerarse a cada paso que doy, me siento lleno de vida por más que ya esté muerto ¡o cielo santo! ¿Será que este es el cielo del que hablan todos cuando mueres? si, si, si, pensé que me iría al infierno si es que existe tal cosa, pero no, aquí estoy en el cielo. Sientome dichoso y feliz sigo caminando mirando todo aun mas detenidamente y por primera vez en muchos días no tengo dolor de cabeza, que bien se siente esto de la muerte.

A lo lejos veo un par de caballos negros, "vaya" pienso mientras doy pasos cortos acercándome lentamente. Ambos caballos son muy grandes, no sé cómo serán los caballos en realidad, pero según las películas que vi, no creo que estos caballos sean de un tamaño normal. Paso tras paso reduzco mi andar, no es que tenga miedo, pero uno nunca sabe qué pueda pasar, tal vez se asusten por una presencia extraña y salgan huyendo ¿Cómo habrán llegado hasta aquí?¿en el cielo hay caballos?
Estiro mi brazo llevando mi mano hasta la parte derecha del lomo del animal, pero al intentar tocarlos, mi corazón palpita muy deprisa al escuchar un par de pisadas, seguido de voces a lo lejos. Me desespero y trato de esconderme detrás de lo primero que veo; un árbol.

— Te lo dije, no hay nadie aquí, tal vez Gerona se equivocó —escucho atentamente, asomo mi cabeza lentamente y me asombro con lo que veo, ¡ohhh por dios! — pienso ahogando un grito, llevando ambas manos a mi boca. Son dos tipos enormes y muy altos, ¿Dos metro tal vez? Puede ser. Levan armaduras doradas, espadas y escudos, por lo que alcance a ver parecen ser guerreros. ¿hay guerreros en el cielo?

— ¡Shhh! ¿Escuchaste eso? — oh, oh, estoy frito. Mi corazón comenzó a bombear con mayor fuerza, haciendo que mi cerebro comenzará a latir. La adrenalina invade mi cuerpo al igual que el miedo.

—Marcus por favor regresemos, hemos registrado casi toda la zona sur del castillo por varias horas, tal vez solo fue una falsa alarma y no hay intruso alguno. Además tengo hambre — escuché hablar a uno de los hombres.

Tras pasar unos minutos de silencio absoluto, hablaron.

—Bien, tú ganas Yael, vámonos — dijo el tal Marcus. Escucho como se montanben los caballos y unos segundos después ya no se oye ruido alguno. Esperé un par de segundos más y asome mi cabeza, que extraño ya no están. Poco a poco fui asomando mi cuerpo por sobre el árbol hasta estar completamente al descubierto, giro mi cabeza por ambos lados y no están, no hay rastro de esos sujetos. Mirando el piso y cuidando el no pisar algo que me hago daño, fijo mi vista en una imagen a lo lejos, justo donde estuvieron los caballos antes, ¿Qué es eso?  Veo una imagen en el piso, me dispongo por avanzar y lo hago con mucha cautela mirando por todos lados, al llegar me doy cuenta que es un dibujo hecho en arena blanca que forma una equis, ¿Una equis? Pero eso no estab... o no puede ser, no, no, no. Giro la cabeza como loco y logro ver cómo uno de los sujetos de hace minutos se acercan corriendo por mi derecha, con su espada erguida en el aire directo a darme de lleno. El miedo invade mi ser, y hago lo primero que se me viene a la mente, estiro mi mano con el fin de cubrirme de su ataque, si es que de algo sirve. Al su espada estar a centímetros de tocar mi mano, siento una extraña corriente en la parte trasera de mi cabeza, serpenteando mi cuerpo hasta llegar a mi hombro, por el rabillo del ojo vislumbro unas líneas de luz en él, bajando hasta llegar a mi brazo, ¿Qué? Llevo mi mirada hacia la espada del sujeto, luego hacia a su brazo, hombros, y finalmente a sus ojos dorados.
Siento un calorcito en mi pecho subiendo hasta mi pecho. Muevo un poco mi brazo por inercia, siento pequeñas corrientes de electricidad bajando hasta mi brazo y terminar finalmente en mi mano, ésta por efecto se ilumina, siento mi brazo ligero. De pronto aprecio pequeños aros de luz salir expulsados de mi mano, transformándose en tan solo milisegundos en ondas de luz brillantes, atrapando y arrasando todo a su paso, dándole de lleno a la espada y pecho de mi atacante.



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En el texto hay: luz y oscuridad, homosexual, dioses

Editado: 02.11.2018

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